Maria Matienzo

Pensando sobre Cuba

Solo me pregunto: ¿Existe una sola manera de pensar Cuba? ¿Qué clase de enseñanza es la que se pretende, la de la homogeneidad, la de un pensamiento único, la que no admita cuestionamiento alguno o la diversidad de pensamiento y acción? ¿Estoy malinterpretando lo que leí?

De Rusia me vino el egoísmo

Que la Feria Internacional del Libro de La Habana esté dedicada a Rusia, hace que se me pongan los pelos de punta. Tengo miedo que se vuelva a instalar en nuestro territorio la aristocracia en aquel entonces soviética, pero en esencia rusa; y que sean ellos quienes impongan estéticas y precios, en el mercado estatal y en la bolsa negra.

EL caso Anya

María Matienzo Puerto

Cine El Megano, La Habana.  Foto: Caridad

“Yo me llamo Anya y no tengo otro interés que trabajar. Mi historia es como la de tantas mujeres que hemos aprendido a sentir que lo esencial para vivir está entre las cuatro paredes de la casa. Allí se encuentran los hijos y el marido. Para qué pedir más.

“Mi madre, mi abuela y mis tías vivieron así toda su vida y duraron unos cuantos años. Eso me demuestra que ese sistema funciona. Que puede ser que los maridos salieran de vez en cuando a verse con otras mujeres, ¿y qué? Al final siempre regresan.

“La única que se atrevió a estudiar fue mi prima Olguita, y mírala como está no le dura un marido ni siquiera cinco minutos. A todos les halla un montón de defectos y con eso de que quiere mantener su independencia, no ha tenido ni hijos.

Entre el dolor y la vergüenza, una muerte digna

María Matienzo Puerto

Cementerio Colon de la Habana.  Foto: commons.wikipedia.org

La celebración de la muerte es traición en otro país: en México o en cualquier otro lugar del mundo. Y aunque nos la pasemos viendo por la TV anuncios como “se celebra el aniversario 50 de la muerte de no se quién,” en Cuba cualquier acercamiento que se tenga a ella resulta doloroso. Por estos días tuve la desgracia, que me tocara las espaldas.

La enfermedad de mi abuela nos tomó a la familia entera por sorpresa. Después de la noticia solo fue cuestión de días. El cáncer ya había llegado lejos, tanto, que era imposible extirparlo.

Así que cada uno lo tomó como pudo o como quiso. Mi tío vendió su móvil para asumir los gastos, mi mamá se mudó para la casa de su madre y el resto terminó acomodándose a la necesidad de la enferma.

El problema de pensar diferente

María Matienzo Puerto

Performance photo by Caridad

La magia de la escritura me permite, ahora, ser una alumna de la facultad de artes de una universidad cualquiera en mi país. Por eso, intento llegar a tiempo al primer turno, aunque a decir verdad, no es mi prioridad.

La clase que más me interesa es la que empieza a media mañana. No sé de qué va a tratar porque es el primer día, pero que sea de diseño gráfico, ya me hace alguna ilusión.

Supongo que como el profesor tiene mucha experiencia voy a aprender, no solo sobre casi cien años de diseño, sino que la creatividad va a estar a la orden en cada turno de clase.

Ya casi llega la hora.

Soy la primera en entrar. Llegan mis compañeros y el murmullo es normal porque todos somos muy jóvenes y tenemos las mismas expectativas. El profesor serio dice lo que según él va a ser su única pesadez en todo el curso: «Aquí, nadie sabe más que yo».

El demonio en bicicleta.

María Matienzo Puerto

A la escuela en bicicleta.  Foto: Caridad

La gente por ahí, por el mundo, pensará que este oficio de escribidora me ha servido solo para llorar mis frustraciones. Y, en buena medida, tienen razón. La escritura es mi manera de exorcizar los demonios, aunque los que les muestre a Havana Times sean o parezcan muy dóciles.

Por ejemplo este demonio mío que me hace escribir este diario, su mayor problema siempre fue haber querido tener una bicicleta, que no pareciera un tractor o un camión. Una bicicleta que yo pudiera montar sin peligro a adquirir una enfermedad por exceso de esfuerzo, que va más allá del ejercicio que implica pedalear.