100% cubana o Cómo nos ven los rusos
Maria Matienzo
Este chiste de descubrirnos a través de Internet, de contarnos los trapos sucios y de que todos se enteren de los que somos o queremos parece que se ha tomado como una especie de vergüenza a ser cubano.
Creo que es mejor aclarar antes de que siga creciendo la bola. Escribo para este blog porque creo que nosotros también tenemos el derecho de salir al mundo, independientemente del tabaco, el ron y la mulata, que algunos vienen a buscar a la isla.
O lo que es mejor, expresarnos libremente, o sea, decir lo que pensamos aunque estemos alejados por momentos de la verdad o solo defendamos la nuestra. Así que el orgullo de la cubanía nunca ha estado en cuestionamiento.
Y es que este nuevo arribo ruso a nuestra costas me obliga a ripostar o mantenerme alerta, respecto a algunas opiniones.
Y es que había que estar en el encuentro de editores de la Feria del Libro de la Habana para comprender el por qué de mis temores. La mesa dedicada a la traducción, solo rusa, de algunos clásicos de sus letras fue el punto de partida a discriminaciones y subestimaciones.
Dice mi amiga que los que vinieron cuando el campo socialista no era así de prepotentes e imperialistas, pero la verdad es que los recuerdos que atesoro, más avasalladores, no pueden ser. (Ver diario El egoísmo me vino por Rusia)
Las anécdotas que conforman una historia apenas contada se cuentan como miles. A los ingenieros se les pretendía explicar hasta qué era un martillo, un simple y común, martillo; o todavía recordamos la imposición de métodos y realismos duros.
Una actitud de quien viene de la Taiga a civilizar, a una de las plazas culturales más importantes, La Habana, Cuba; junto a Estados Unidos y Brasil.
Había que ver visto, con ojos propios como fueron vilipendiadas las traducciones y las ediciones cubanas con el mayor descaro, sin el decoro que debe guardar el invitado; o como se le hizo una apología a políticas colonizadoras como la de Inglaterra sobre la India o Francia sobre algunos pueblos africanos.
Por suerte, el librarnos del yugo colonizador ruso nos ha permitido una defensa abierta y democrática, al menos en el plano cultura, y con respecto a los que casi únicamente nos une el factor humano.
No creo que debamos lamentarnos de ninguna pérdida. La abertura al mundo nos ha permitido crecer, expandirnos, pero sobre todo seguir siendo ciento por ciento cubanos.