Pedro Pablo Morejon

La verdad que después de los veinte no me agrada mi aniversario, es recordar que los años me van cayendo sobre el cuerpo…

La semana transcurrió pesada, triste, al menos para mí. Varios muertos, entre ellos una pequeñita de dos años…

El atardecer me recibe bajo el puente, espero algo para viajar a Pinar del Río. Como es frecuente la autopista se encuentra casi desierta.

El slogan “conozca a Cuba primero y al extranjero después” me sonaba ofensivo o, en el mejor de los casos, un mal chiste.

Son cerca de las 11:00 de la noche y decido acostarme. Por suerte octubre ha llegado con noches algo más frescas.

La culpa, como siempre, la tiene el imperio estadounidense. Según ellos es el que incita a las protestas, el que nos bloquea.

Ya estoy ante mi casa. Es el fin de esta angustia en lo que ha sido una de las horas más largas y oscuras de mi vida.

El camión se detiene a pocos kilómetros de la ciudad. Una pareja de policías penetra en el interior del vehículo, algunos nos apeamos.

Llevaba una semana fuera de casa y le había pedido a mis vecinos que me le “echaran un vistazo” porque los robos están a la orden del día.