Rigo y la tierra
HAVANA TIMES – Cuando los primeros rayos de sol comienzan a teñir el cielo en tonos de naranja y rosa Rigo toma una taza de café por desayuno y sale a trabajar. Su figura se recorta contra la luz creciente del día, un contorno que se mueve con deliberada lentitud. Lleva en la espalda los años de una vida dedicada a la tierra, cada línea del rostro ha sido tallada por el sol y el viento.
Desde pequeña he sido testigo de esta rutina. Carga junto al machete y la guataca un cajón para sentarse, así poco a poco libera el terreno de marabú y malas hierbas. La edad ha ido limitando sus obligaciones aunque las ganas de “comerse el mundo” no las ha perdido.
Cada paso dado entre los surcos es un testamento de su conexión con la tierra; parece conocer cada piedra, cada cambio en el suelo. Se detiene ocasionalmente, se agacha con esfuerzo pero sin prisa, arrancando alguna mala hierba o inspeccionando de cerca el progreso de las plantas.
Desde hace años la invasión de marabú extiende su dominio por llanuras que una vez sirvieron para el cultivo de caña, arroz, hortalizas o pastoreo de ganado. Nada se salva de sus apretados matorrales con espinas que hacen desistir al más intrépido de los campesinos.
Pero Rigo no se rinde aún. Nadie conoce la tierra como él, en sus manos florece y da frutos. Es un hombre de campo, curtido y bruto para algunos. No sabe de tecnologías, modernidad o tendencias, no entiende de políticas, pero reconoce la raíz del problema.
Nació en 1939, al ser hijo de campesinos aprendió que para comer hay que producir, la tierra es un buen recurso si se trabaja con esmero. Disfruta el viento que mece las ramas, las hojas se agitan y crean patrones de luz y sombra sobre el suelo, un mosaico que se remodela con cada brisa. Las hojas de los plátanos, grandes, robustas, con bordes irregulares y textura venosa, se convierten en perfectos lienzos para este juego de luces.
Rigo repasa cada fallo del sistema sentado en su taburete con una taza de café en las manos mientras los destellos del sol se filtran entre las hojas como si fueran un prisma natural que descompone la luz en componentes más delicados.
Concuerda con el gobierno cuando reafirma la importancia de sembrar la mayor cantidad de tierras en el país e incorporar más personas a la producción. Pero desconfía de las soluciones que dicho gobierno toma con respecto al tema. ¿Cómo no desconfiar si ya cuenta con sesenta y tantos años para demostrar su ineficiencia?
No olvida aquella campaña de 1970 cuando arrasaron bosques usando buldóceres y dinamita para sembrar caña en abundancia con el fin de satisfacer la demanda de la Europa comunista. Para terminar con muchos centrales azucareros desmantelados y sus piezas exportadas o perdidas en cualquier otro proyecto fallido.
El gran resultado de tales proyectos ha sido dejar bateyes y pueblos sin vida mientras el marabú goza saludable como prueba indiscutible del descalabro económico.
Reconoce que hoy la escasez de recursos se ha convertido en uno de los pesos más poderosos que tira hacia abajo al sector, pero también es cierto que en los tiempos en que los recursos eran relativamente abundantes y poco costosos, el sector agropecuario no alcanzó los rendimientos esperados. Esto indica que la situación actual y pasada no se debe únicamente a la escasez de recursos, sino también a factores estructurales e institucionales más profundos.
Históricamente, el modelo agrícola cubano se ha caracterizado por una gestión centralizada, con un fuerte control estatal sobre la producción, distribución y precios. Aunque este modelo supuestamente busca garantizar la distribución equitativa de los recursos y los productos, en la práctica ha resultado en ineficiencias, falta de incentivos para los productores y dificultades en la adaptación a cambios rápidos en las demandas del mercado o condiciones ambientales.
La estructura de incentivos para los agricultores y productores ha sido un tema persistente. Los precios fijados por el estado para muchos productos agrícolas no siempre reflejaron los costos de producción ni ofrecieron márgenes de beneficio suficientes.
Las restricciones sobre la comercialización de productos agrícolas y la burocracia asociada con la venta y distribución de productos también han limitado la eficiencia del sector. La dificultad para acceder a mercados directos ha desmotivado a algunos productores y ha contribuido a pérdidas post-cosecha.
La dependencia de Cuba de las importaciones de alimentos, incluso en tiempos de mayor disponibilidad de recursos, señala una flaqueza en su seguridad alimentaria y en el potencial del sector agrícola para satisfacer las necesidades de la población.
Aunque se han introducido reformas para descentralizar el sector y otorgar más autonomía a los productores, la implementación de estas reformas ha enfrentado obstáculos. Los cambios en políticas y regulaciones a menudo requieren tiempo para ser ejecutados y para que sus efectos sean visibles en la producción.
Lo cierto es que se necesita un cambio radical, no se avanza hacia el futuro repitiendo esquemas fallidos con la esperanza de obtener un resultado diferente.
Mientras tanto Rigo continúa con su ritual diario que repetido a lo largo de los años es más que una simple tarea; un momento de conexión profunda con la naturaleza, un acto de amor y dedicación que trasciende el tiempo.
Rigo es un alma antigua que con cada amanecer renueva su compromiso con la tierra que ama, una tierra que al igual que él, se prepara para enfrentar otro día, otro ciclo de vida y transformación.
Lea más del diario de Fabiana del Valle aquí en Havana Times.
Hermoso memorial de una practica que dignifica y llena el alma como el estomago, a pesar que el espíritu sufra por la desviación en nombre del progreso, desde muchxs que no conocen, posiblemente, la diferencia entre vivir de la tierra y vivir con la tierra. Igual me solidarizo, me identifico con el trabajo laborioso de la tierra, espacio divino que disfruto como Rigo. Gracias por compartir esta forma de vida simple, a la vez compleja, plena a la vez con escaseces. Pero al final la mas ancestral, la mas limpia y poderosa que coincide con la necesidad del ecosistema.