Una fiesta con “norma ajustada”
¡Qué felicidad, otro nuevo curso escolar en Cuba! No vamos a lamentarnos, hay incontables motivos para celebrar.
¡Qué felicidad, otro nuevo curso escolar en Cuba! No vamos a lamentarnos, hay incontables motivos para celebrar.
Se acerca el cumpleaños de mi hermano y su esposa como ya es tradición quiere celebrarlo. Corren tiempos difíciles, pero ella no se rinde.
Vestían de negro, pelo largo y pantalones apretados. Representaban la rebeldía en su máxima expresión dentro de mi familia tradicionalista.
La Ensenada de Dayaniguas es una zona baja y cenagosa casi abierta al mar, ubicada al sur del actual municipio Los Palacios, Pinar del Río.
Mi infancia transcurrió en los noventa, pleno Periodo Especial, desarrollar esta vocación en esos tiempos era complejo.
A pesar del cándido humor que las menores intentaban ofrendar los adultos seguíamos otra sintonía. Esta era una fiesta de despedida.
Eres fuerte, eres fuerte, repites el mantra cada noche acostada en la cama y aprietas los ojos para espantar imágenes que te agobian.
Cuando llegó “el líder” pensaron que los podría salvar, por eso arriesgaron sus vidas, una causa en común les parecía justa y necesaria.
Ese hombre inventivo, solidario, pilar de una familia construida con voluntad se fue. Nos cedió la tarea de sobrevivir solo con su recuerdo.
Pisamos las cicatrices de sus avenidas en el silencio del amanecer. La rutina de días que siguen a noches oscuras llenas de mosquitos y sudor