Judas, te amo

HAVANA TIMES – Uno puede estar en su cocina, tomando el café de la mañana, y de repente ver cómo el apartamento se llena de hombres gordinflones, altos, vestidos de negro y con máscaras cubriéndoles el rostro para que no sintamos el fétido aliento a muerte que cargan con ellos. Es el SEBIN, la policía que se encarga de perseguir, amedrentar, torturar y meter preso a todo el que levante la voz en contra del gobierno.

Así están las cosas. Ya no se trata de partidos políticos, de un país dividido en dos por ridículas ideologías. La Constitución de la República de Venezuela se ha convertido en el papel higiénico que, por varios años, estuvo tan difícil de conseguir. Ahora es mucho más difícil conseguir un mínimo espacio de respeto para la Constitución.

Un periodista, activista por los Derechos Humanos, ¡ay, qué palabra tan fascista!, acaba de ser detenido por Instigador y Operador Logístico en un intento de Magnicidio, ya saben contra quién.

En Venezuela, si hacemos caso a cinco personas (Maduro, el Fiscal General, Diosdado Cabello y los Hermanos Rodríguez) se generan más intentos de magnicidio por semana que los megavatios que genera al mes la principal hidroeléctrica del país. Todo el que moleste los sensibles oídos de estos cinco personajes, con sus quejas, reclamos, o una mínima protesta, es acusado de “planificar” asesinar a Maduro. Claro, la palabra que más les atrae es la de magnicidio, porque esta gente que gobierna, con sus frágiles egos, necesitan de muchos adjetivos, de grandilocuencias y apabullantes discursos.

Como pueden ver en la publicación del fiscal (que se cree poeta e influencer de las redes sociales), más adelante ofrecerá detalles sobre los criminales planes de este periodista. No necesito esperar por estos “detalles”, porque ya todos conocemos el modus operandi del Fiscal General: sentar a los “imputados” en una silla, una habitación con aire acondicionado (muy cómoda, eso sí) y hacerles leer o recitar de memoria un documento redactado por el fiscal (porque no puede perderse la oportunidad de sentirse escritor) en el que se declara culpable hasta de haber violado a cada una de las vírgenes griegas y hasta a algún que otro dios en el Olimpo.

El delito de este periodista fue encabezar la tradicional “quema de judas” con un muñeco cuyo disfraz era el de Nicolás Maduro.

La “quema de judas” es una tradición de semana santa. El Domingo de Resurrección la gente del pueblo fabrica un muñeco de trapos y le coloca una foto, o rasgos distintivos, del personaje (generalmente de la política) por el que se sientan amenazados o traicionados.

En el año 1499, el primer judas quemado en Venezuela tenía el rostro de Américo Vespucio.

Pero desde el año 1801, cuando se hizo la primera quema en Caracas, nadie había sido acusado por instigación al odio a causa de una quema de Judas.

Incluso el Fiscal se ha dado cuenta de que sería demasiado ridícula una acusación por la quema de Judas, así que le pareció más acertado agregar lo del magnicidio, que, al fin y al cabo, eso es lo que ha hecho de manera metafórica este agresivo periodista.

Parece que la falta de tiempo (o de talento) para crear buenas obras literarias, degenera el cerebro de los poetas y los convierte en ridículos títeres de un gobierno sin escrúpulos.

Y mejor termino aquí, con tanta sensibilidad en el ambiente debería revisar un poco este diario, porque con la arrechera que cargo fácil-fácil me acusan de instigación al odio y la verdad es que no. No odio a nadie, de hecho, estoy segura de que este periodista tampoco odia a los miserables del gobierno. Lo que provocan es náuseas. Y hasta ahora no han creado ninguna ley en contra de la gran Náusea.

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Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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