De panes y helados

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Se acerca el cumpleaños de mi hermano y su esposa como ya es tradición quiere celebrarlo. Corren tiempos difíciles, muchos optan por la salida fácil, pero ella no se rinde. Su baja estatura la compensa con un corazón enorme, una fuerza de voluntad para provocar envidia.

Días antes de la fecha señalada sale de madrugada junto a su madre para el pueblo de Los Palacios, necesita adquirir cosas para la fiesta. Cuando me llama desde allá y me dice: deja que te cuente, supe que la historia terminaría aquí, escrita y lista para ser leída.

Llegamos temprano al pueblo. Debíamos pasar primero por la panadería, deseo preparar panecitos con aderezo de una receta que encontré en Facebook. Por cierto, luego te cuento cómo se hace, es económica y rica.

Desde lejos se veía el hervidero de personas. ¡Parecía que en vez de vender pan estaban dando donaciones!  Claro, tú sabes, tres días sin venir el pan por la libreta. La gente estaba loca luchando la merienda de los niños. Como toda cola que se respete el último no aparecía, aunque finalmente dimos con él.

Esperamos allí casi dos horas y nada de pan. Bueno, nada de pan para los de la cola, los cuentapropistas tenían prioridad. Las cajas y sacos de pan pasaban entre nosotros. Algunos se recostaron al barandal de los portales huyendo del sol, otros encontraron asiento en el muro de una casa.

Cada veinte minutos más o menos pasaba un anciano medio ciego arrasando. Con el bastón golpeaba todos los obstáculos, personas o bicicletas, le daba igual. Yo voy a pasar, decía. ¡Claro que pasaba, nadie deseaba ser víctima de su palo!

Cuando al fin abrieron se formó la batalla. La gente en la puerta formaba un nudo, uno gritaba: soy impedido físico, otra: soy embarazada; los más valientes reclamaban que habían llegado de primeros. Era una cola de hombres y otra de mujeres, pero como la espera fue larga muchos se habían ido y ahí se regó todo.

El administrador de la panadería salió a decirnos que cuando se acabara era necesario esperar a la otra tanda y eso sería más o menos a la una de la tarde. Mira tú que bonito, le dije a mami, eso será para la gente de aquí, nosotras no podemos esperar hasta esa hora.

Dentro de aquel desaliento, la agresividad, la preocupación de si alcanzamos o no, del viejito y su bastón pasando a cada rato, del sol abrasador, divisé justo al lado de la escalerilla que sube para la puerta las heces de un perro. ¡Ya tú sabes, las moscas abordando aquello, para ellas era la gloria! Yo solo pensaba, ojalá esos bichos no lleguen a los panes.

La cola fue avanzando. Solo daban tres pancitos por persona, pero repetimos para comprar en otra vuelta y hasta contar el dinero fue un problema con aquella incomodidad, el cálculo no daba. Al fin conseguimos llegar por segunda vez y me pude llevar los últimos panes.

Para aliviar el calor y el mal rato mi mamá se antojó de ir a tomar helado en Coopelia. Era alrededor de las diez y una persona nos dijo que abría a las diez y media por eso decidimos esperar. Más y más gente se reunía, pero los trabajadores no se animaban a comenzar, hablaban unos con otros mirando los móviles como si no faltaran solo dos minutos para prestar servicio.

Una mujer decidió entrar a investigar, le dijeron que desconocían si iban a abrir, el helado no había llegado aún. Tú sabes, yo no me altero tan fácil pero ya mi paciencia estaba al límite. ¿No podían haber salido y comunicarnos eso para evitar la espera en vano? Cogí a mami de la mano, la velocidad de nuestros pasos competía con la de un Ferrari.

Para completar la tortura, el coche de caballos que cogimos hasta la autopista tenía puesto un tubo en vez de un muelle. ¡Ese ha sido el kilómetro más largo de mi vida, íbamos de brinco en brinco!

¡Y ya, esta es la historia! Yo traje la noticia y tú la escribes por mí, para eso eres la escritora.

Sonríe y me contagia de esa energía que le rodea, ninguna fuerza negativa es capaz de minar su voluntad.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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One thought on “De panes y helados

  • y la receta? jajaja

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