Autor: Jorge Milanes

El martes pasado llegué a una oficina de la Western Union, ubicada en la Villa Panamericana, localidad al este de La Habana. Necesitaba extraer el dinero que un viejo amigo me había enviado como regalo de cumpleaños.

Con el triunfo de la Revolución se instauró en Cuba un sistema de distribución de productos y alimentos, regulados por el Estado, para garantizar a todos los cubanos alimentación, vestido y calzado, basados en la Libreta de Abastecimiento.

Me hablaron de Discoabuelo, actividad que como su nombre indica, sirve de espacio para que el adulto mayor mueva sus huesos, baile, se distienda, como en sus tiempos de jóvenes. Esta es realizada por la entidad cubana Artex en el Centro Cultural En Guayabera, de Alamar, y tiene lugar todos los martes, de 12 a 4 de la tarde.

Por las calles de mi Habana anda con sus cejas pronunciadas, como rayos de sol, con ese bigote grande y esos cabellos plateados por el tiempo y las brisas colombianas. El ha sufrido períodos difíciles…

Mango es un hombre fuerte, de noble naturaleza y rostro afable. Tiene 78 años pero su constitución física le permite hacer el duro trabajo de mensajero, un oficio que consiste en llevar las compras del mercado a las famlias que lo contratan.

Elsa llegó al aeropuerto de La Habana, y al recoger su equipaje descubrió que una de las valijas estaba agujereada.* No supo qué hacer. Se sintió desconcertada y después de pensarlo un poco prefirió no hacer ninguna reclamación.

La televisión cubana ha mostrado imágenes de pueblos y comunidades foráneas que viven en una pobreza extrema. Obviamente, el objetivo es contrastar con la aparentemente monolítica sociedad cubana, donde, no obstante, también existen sitios muy pobres.

Daniel me sorprendió hace unos días, por derecho de amigo, con un ejemplar de su ópera prima que acabo de leer: Oscar Wilde, el crítico como artista y otros ensayos.

Desde principio de año me he estado acordando de los diarios que escribía para Habana Times, realmente los extraño, porque llevo un largo tiempo alejado de ellos debido a serios contratiempos personales que, asumirlos, todavía significa un reto para mí.

En el horario de almuerzo salgo por los alrededores del trabajo en busca de alguna cafetería o restaurante donde comer; no es fácil, porque si bien en La Habana hay muchos negocios, particulares y estatales, por un lado no siempre puedo pagar y por el otro, tiene que gustarme el lugar.