Autor: Jorge Milanes

Diversión sana

Jorge Milanes

La feria del libro en La Habana.  Foto: Caridad

Mi trabajo es muy interesante, me ocupo del diseño estratégico, ejecución y chequeo de la promoción literaria en la radio; presentaciones de libros, tertulias, lecturas de poesías, homenajes a escritores, concursos para los radios oyentes y otras actividades literarias.

Son estas algunas de las actividades de mi trabajo, pero hay una que resume todas:

La Feria Internacional del Libro, una gran fiesta cultural de escala popular que tiene lugar cada Febrero.

El reencuentro

Jorge Milanes

Havana, Cuba.  Foto: Elio Delgado

Miro la hora en el reloj que está en la cabecera de mi cama, y son las ocho y cínico de la mañana, me levanto, me pongo un short y voy al baño a mediados de la casa, comienzo a lavarme la cara y de repente escucho el claxon de un auto detenido, pido a mi madre que fuera a ver quien era.

Ella va hasta la persiana de la sala abre ligeramente, y observa un auto blanco, yo salía del baño cuando en vos baja me dice: no se quien es.

Me acerqué hasta la ventana y mire, vi lo mismo, abrí la puerta de la sala y salí. Por encima del muro que limita el jardín de la calle, un carro de turismo blanco bien cuidado y con una placa roja de turismo.

Un fin de semana en casa

Jorge Milanes

Mujer en La Habana.  Foto: Caridad

En la semana no nos queda tiempo para pensar y hacer las cosas de la casa. Nos pasamos el tiempo trabajando y cuando por fin llega el fin de semana, que estamos todos en casa y esperamos descansar, no es así, hay que levantarse temprano y empezar a trajinar, como si fuera un día laborable.

En casa los hombres jugamos un papel importante. Desde temprano mi hermano, mi padrastro y yo nos repartimos las labores que vamos a realizar.

Hoy me tocó la limpieza de la casa, a mi hermano cocinar, a mi padrastro ir al mercado, y a mi mamá descansar, que la pobre se pasa toda la semana, mientras estamos en el trabajo, haciendo estas mismas cosas.

“El pregón”

Jorge Milanes

Vendedor y sus dulces.

Mis abuelos les contaron a mis padres que desde hace siglos, cuando los españoles llegaron a Cuba, promover y vender la mercancía en las plazas de los pueblos se consideraba algo muy común.

Ver pasar por las calles a vendedores que anunciaban su: maní…, calientito el maní…, o el mango…, mango dulce como azúcar, la naranja dulce… Con el paso del tiempo esta tradición se ha mantenido no solo como una continuidad de las costumbres del pasado, sino que los resortes que la hicieron surgir, aún siguen vigentes.

Por eso podemos escuchar pregones en muchos de los pueblos y ciudades de Cuba. Mi barrio, por ejemplo, todos los días se viste de pregoneros, cada uno con su forma peculiar de vender. Algunos usan silbatos, otros filarmónica, o el timbre del triciclo, y van buscando un sello que los identifique.