Opinión

El premio gordo

La relación de las autoridades cubanas con los vehículos automotores es extraña; casi traumática. Han convertido al automóvil en la mayor aspiración material del ciudadano, a la que sólo se puede acceder tras acumular grandes méritos.

El doble rasero y Cuba

Hablé sobre historias falsas, entre ellas una extensa crónica publicada este año por unos de los más grandes periódicos españoles, donde se aseguraba que en Cuba están prohibidos los dibujos animados estadounidenses.

Propiedad estatal no significa socialista

Los compañeros que escribieron sobre la “empresa estatal socialista” Unión Agropecuaria Militar, al parecer, parten de concebir la propiedad estatal como socialista, por el simple hecho de pertenecer al estado, asumiendo que toda propiedad estatal es, de jure, socialista. Pero lo que da carácter social, -socialista o capitalista-, a una propiedad es su forma de explotación y apropiación de los resultados, no su forma jurídica.

Respuesta de lector sobre: “Elecciones en Cuba: Sin falsas promesas”

En cuanto al derecho a discutir problemas económicos, libertad de prensa, etc., nadie ha reclamado nunca que las elecciones cubanas sean el canal para esto. No obstante, las personas de muchos otros países podrían verdaderamente sentir envidia en cuanto a las oportunidades que existen cada vez más en Cuba para discutir regularmente en los medios masivos, en los centros de trabajo y de estudio y en los barrios de residencia tales temas y otros como la necesidad de perfeccionar aún más el sistema político y social cubano.

Don Alejandro

Don Alejandro fue uno de aquellos campesinos que, al comienzo de la Revolución, no quisieron integrar sus tierras a las cooperativas manejadas por el Estado. ¡Cómo iba a entregar la finca que había sido levantada con el sudor de su abuelo y su padre!

Nos mantiene en forma

Hubo veces en las que me puse a reflexionar y llegué a la conclusión de que había pasado la mayor parte de mi vida esperando en las paradas; allí había visto las cosas más interesantes, había tenido los más interesantes pensamientos, y había conocido a las personas más interesantes o las más poco interesantes de mi vida.

Los que podían morir

De ellos, que nunca usaron uniformes, grados militares ni condecoraciones en sus pechos, poco se sabrá siempre, aunque las páginas heroicas que escribieron y escriben, luego bien guardadas, quemadas u olvidadas, sean parte sustancial de los cimientos de esta revolución que sigue en pié de lucha por el futuro.