La vida que nace incluso así
Por Lien Estrada
HAVANA TIMES – Cuando trabajaba como guía en el jardín botánico de Holguín debía seguir cursos de jardinería. Recuerdo uno con particular cariño de un profesor de biología de Las Tunas que hacía su doctorado mientras mantenía su negocio de ventas en plantas ornamentales.
Una de las tantas anécdotas que nos compartió para ilustrar lo que quería enseñarnos sobre el cultivo de las mismas no se me olvida y me hace sonreír cada vez que lo recuerdo. Y lo recuerdo a menudo. Es esta la historia:
Él nos contaba que cada vez que quería que se lograra algún helecho, acracias o cactus o cualquier otra clase de plantas tenían en cuenta el pH de la tierra, la humedad o cantidad de agua y la calidad de la misma para suministrarla, los días para cambiarle esa tierra por los nutrientes de la plantica, que si la luz del sol y así los tantos factores que biólogas y biólogos tienen en cuenta a la hora de trabajar con sus cultivos. Y muchas veces con todos estos cuidados la planta podía no darse o darse con dificultad.
De pronto él visitaba alguna casa donde vivía una anciana que tenía plantado unos helechos fenomenales en un orinal donde él sabía perfectamente que la señora no seguía ni la mitad de los cuidados que él sugería; y ahí estaba: frondosa y soberana aquella planta imponiendo belleza y vida justo donde la habían puesto.
Esto nos causó gracia. Porque así era la vida en más de una ocasión, no solo en aquella experiencia de un estudiante aspirante a doctor en biología dedicado al cultivo y ventas de plantas ornamentales.
Y menos mal que es así en esta Isla llamada Cuba. Pienso. Porque si necesitáramos de todas las condiciones para que algo creciera o se desarrollara óptimamente, sospecho que nada se lograría por esas carencias y ausencias que nos persiguen en todo momento y se vuelven una constante en nuestra cotidianidad. No por gracia emigran tantas personas diariamente.
Pero como que la propia naturaleza tiene sus propias benevolencias y, sin explicaciones lógicas aparentes, contamos con una vida que persiste y nos anima como un milagro que, aunque no se espere, acontece. Esto me ha sucedido en varias ocasiones, la verdad.
