Hacia una nueva vida
Por Pedro Pablo Morejón
HAVANA TIMES – Tenía puesto mi parole desde junio del 2023. Para quienes no lo sepan se trata de un programa implementado por el presidente Biden destinado a mitigar el drama en la frontera sur de Estados Unidos. Que lo haya o no conseguido es otra historia.
Mi mujer llevaba tiempo insistiendo en que obtuviera un pasaporte y de tanto insistir me convenció y fuimos incluidos por un patrocinador de su familia.
Cada día era común verla seguir cualquier tema relativo al parole humanitario. Yo, sin embargo, opté por olvidarme del asunto. Jamás tuve la aspiración, ni los recursos para ello, por eso no quise obsesionarme. Hacía tiempo me había resignado a la miseria y la supervivencia en un país cada vez más depauperado.
Una mañana, como siempre, abrí mi correo electrónico y de costumbre, en mi bandeja de entrada recibí el spam cotidiano. Esos mensajes no solicitados que no pasan de ser una estafa en la mayoría de las ocasiones. Pero uno me llamó la atención, venía nada más y nada menos que de Inmigración USA. A medida que leía mis ojos no daban crédito. Al instante sonó el teléfono y era ella exclamando «nos aprobaron el parole, yo sabía que nos iba a llegar y que nos íbamos a ir juntos».
Pude notar la emoción del otro lado de la línea, sin embargo, mi escepticismo me mantiene sereno en tales situaciones y reaccioné sin mostrar gran sorpresa.
Al siguiente día, me llegaba la autorización de viaje y solo teníamos que esperar la de ella para salir rumbo a Estados Unidos, ese país que, para bien o para mal, forma parte del imaginario colectivo de cada cubano. Un país, que al menos para mí representa progreso y libertad, dos cualidades tan distantes del que nos tocó, ya sea por karma o por destino.
Los días transcurrían y el permiso de ella no llegaba. No quería irme solo y dejar por detrás a la autora de mis oportunidades. Pasó un mes y otro. Me sentía perdido, como en un limbo y por momentos era un Moisés que a pesar de vislumbrar el paisaje no llegaría jamás a la tierra prometida.
Se acercaba la fecha de caducidad y tendría que irme. Ya con el pasaje de avión comencé a organizar mis cosas. Una de ellas, la más importante, sería despedirme de mi hija, fue doloroso partir sabiendo que pasarån años para volver a ver su rostro, abrazarla, oler su cabello…tuve que contener las lágrimas, al siguiente día partí.

Mi mujer me despidió con una sonrisa, esa que te ofrece quien te quiere sin condiciones, tal como eres, con tus luces y tus partes oscuras, aunque ambos disimulamos el dolor como pudimos.
Me vi abordando un avión por primera vez. Al inicio, entrar en ese tubo me causó una sensación de claustrofobia, por suerte fugaz, hasta que logré controlar mi mente y ya no sentí miedo.
Disfruté el viaje que solo duró una hora. Aunque mis emociones pasaban por una mezcla de estados, detrás dejaba a mi niña, mis parientes y amigos, dejaba un país sumido en la miseria, la opresión y la desesperanza, un país que a pesar de todo es mi país. Por delante me esperaba una nueva vida.

Pensaba esas cosas cuando la voz de la tripulación anunció el aterrizaje, entonces miré por la ventanilla y pude observar las luces del atardecer de una ciudad que parecía haberse engalanado para recibirme.
Te deseo lo mejor
Eres un luchador.
Lo mejor que hace. ¡Suerte!
¡Enhorabuena!
Sentir no es la palabra indicada, quizá sea demasiada para alguien a quien no conoces, pero tenía en lo profundo de mi cerebro la sensación que algo mal había sucedido con usted. Verifiqué semana tras semanas este sitio y sus “diarios”, pero no hay uno que logre compararse con la claridad, sinceridad, realidad, dureza y entereza de los escritos por usted.
Hace ya muchos años le leo. Usted es un hombre que merece mejor. Espero, le deseo que en su nueva tierra, tierra de millones de cubanos de bien (y de mal igual) logre rehacer su vida. Inteligente es, lo ha demostrado hasta con ese último paso antes de subir al avión, que me recuerda cuando hace más de 35 años lo abordé voluntariamente para abandonar la demagogia y las promesas que nunca llegaban. ¡Hoy soy afortunado y usted en breve, tiempo mediante y lágrimas también, lo será!
Un abrazo y buen comienzo. ¡Le felicito!
Muy emotivo relato. Bendiciones.
Gracias Martin, agradezco sus palabras