Sobre el desarrollo de la ciencia en Cuba no hablan las trasnacionales de la información, ni los libelos de Miami, ni los blogueros de adentro y de afuera, ni los pretendidos periodistas que critican a la Revolución cubana en cuanto medio tienen a su alcance.
Uno de los pretextos que esgrimen algunos de los que critican a la Revolución cubana es que no ha cumplido lo que prometió. Sin embargo, el programa del Moncada, expuesto por Fidel Castro en su alegato de defensa, publicado bajo el título “La historia me absolverá”, ha sido sobre cumplido.
Para la propaganda anticubana, los del resto de los países, emigran; los de Cuba, huyen. Habría que ver realmente cuales son los que emigran y cuales los que huyen.
El modelo neoliberal de desarrollo capitalista ha fracasado en toda la línea. Eso no lo digo yo, lo dicen todos los economistas que tienen la cabeza bien puesta sobre los hombros.
Al triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, y los cambios positivos que ha significado para su pueblo, le han seguido otros como Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y los demás gobiernos de izquierda y nacionalistas, que han mostrado claramente dónde está el camino.
Los enemigos de la Revolución cubana no se cansan de repetir en todos los medios que pueden, incluso en las redes sociales, que la economía de Cuba es un desastre, que el sistema socialista ha sido un fracaso, que la Revolución ha destruido la economía, etc, etc. Todo eso es una colosal mentira.
La historia de la niñez en Cuba durante el período revolucionario comienza con un capítulo tenebroso: la llamada operación Peter Pan. Esa fue una de las tantas mentiras inventadas contra la Revolución. Una operación organizada y financiada por la CIA, con la complicidad de algunos curas católicos, falangistas.
Con este título escribí un pequeño comentario en noviembre del 2008, apenas unos días después de haber sido electo Barack Obama presidente de Estados Unidos. Hoy, se encamina hacia una reelección, después de cuatro años de hacer lo que no debía y dejar de hacer lo que se esperaba de él.
Quien recibe dinero de una potencia extranjera, que además es enemiga declarada de la Revolución cubana, no puede ser considerado opositor, sino mercenario y contrarrevolucionario.
Muchos aspectos han llamado mi atención en la reciente visita que el Papa Benedicto XVI realizó a Cuba. Me impresionó la masiva asistencia a las misas ofrecidas en Santiago de Cuba y La Habana, la disciplina y el respeto con que el pueblo escuchó esos actos litúrgicos.