A quién le importan los viejos
Pasando por una calle de Alamar oí que una joven le decía a otra: “Un viejo que se cayó del quinto piso tratando de entrar por el balcón, porque se le había quedado la llave…”
Pasando por una calle de Alamar oí que una joven le decía a otra: “Un viejo que se cayó del quinto piso tratando de entrar por el balcón, porque se le había quedado la llave…”
Un debate en el que participé recientemente me hizo atisbar cómo sería Cuba tras la transición tan soñada, temida, evitada. Opiniones sobre, por ejemplo, qué hacer con las estatuas y los monumentos.
No meterse en política es una premisa de la mayoría, en cualquier sociedad. Porque el ciudadano común solo aspira a vivir dentro de una estructura social que funcione lo mejor posible, prescindiendo de su participación activa. Cuba no es una excepción de esa regla, sino que la lleva al extremo.
Un amigo me sugirió que escribiera sobre el comentario que hizo un conocido suyo: “Negro y mierda es lo mismo, con perdón de los negros buenos”. De haber sido yo la interlocutora, hubiera optado por darle la espalda, pues con semejante precedente, las probabilidades de un debate razonable son nulas.
Además del dengue o el zica, Cuba sufre el azote de un virus no reconocido y con categoría de plaga: el reguetón. No hay que subestimar el poder del sonido. Se expande por el espacio como una arrolladora invasión y sin tramitar permisos burocráticos.
El arte alternativo en esta Isla ha sido tratado peor que un hijo bastardo. El arte libre ha tenido que emigrar de las instituciones, también de calles y parques, que no son “nuestros”. Se refugió en casas particulares, con escenarios mínimos.
Estoy segura de que la experiencia de la nación cubana es ya suficiente para encontrar un camino que sin comprometerse con ningún “ismo” y usando todo lo que funcione, pueda materializar el sueño martiano: “Con todos y para el bien de todos”.
Un amigo me plantea un conflicto ético: le resolvieron un turno médico para atender a su esposa que tiene problemas de tiroides. Hasta le dieron el regalo que debía entregar a la especialista.
Un puente logra unir lo que han dividido la geografía, la política o los prejuicios. En el caso de Estados Unidos y Cuba, más que un símbolo, es una necesidad perentoria. (10 fotos)
El cubano de a pie, indiferente a cualquier cosa que no implique un alivio a su carrera de supervivencia, apenas comenta de este asunto escabroso del que se le ha dado una versión parcial y salpicada de extremismos.