Conozca La Puntilla, un barrio de Miramar (Fotorreportaje)
By Irina Pino
HAVANA TIMES – Mi barrio es tranquilo, casi nunca pasa nada excepto un incendio en 2008 en el centro comercial La Puntilla, y ayer otro siniestro en Riomar, un edificio que lleva décadas abandonado y cayéndose a pedazos.
O sea, la estática se transforma y sobreviene el caos.
Aún así, es agradable bañarse en la playita, aunque esté llena de escombros desde hace más de 20 años y la corporación CIMEX no le preocupe; bueno, esa misma empresa fue la que asumió la construcción de la tienda en 1996 y luego dejó el basural de concreto y alambres. Nunca vinieron camiones a recoger nada.
El inmueble está en calle 1ra, entre A y B, tiene un diseño en la parte inferior de su fachada que asemeja una nave espacial, aunque por dentro es una gran caja, donde te derrites de calor si falla el sistema de climatización.
Años atrás hubo una discoteca en el 5to piso, que ensordecía a los vecinos. Hasta que cerraron aquel antro de prostitución y escándalos. Y por fin pudimos dormir en paz. Ahora venden mercancía en MLC, una moneda invisible, pero dolarizado.
En cuanto a los negocios privados, han surgido tres: un café, un establecimiento de venta de dulces y refrescos, y una cafetería; allí la cerveza más barata cuesta 200 pesos.
Sorpresa, ha renacido el parque de Cero, ¡la hierba está verdísima! Aunque su rostro es oscuro en la noche, pues no tiene faroles para alumbrar.
En cuanto al caos, siempre nos enteramos de la triste noticia de algún chico ahogado, ya que los jóvenes suelen bañarse en la parte de atrás del edificio Riomar, donde existe una piscina natural, muy honda y peligrosa.
Los niños están de vacaciones, jugando en la calle, hay más pescadores que de costumbre, muchos de ellos con embarcaciones de poliespuma.
Una vez escribí un post: Mi propio proyecto del barrio La Puntilla (los invito a leerlo), donde enumeraba una serie de cambios estructurales, con un plan que generara ganancias monetarias que repercutirían en beneficios sociales para los pobladores. Un sueño, por supuesto.
Pese a todo, soy optimista, tratando de recuperarme de mi accidente, para volver a mis caminatas por la playa, donde disfruto del aire marino, el canto de los pájaros y el paisaje.
Cada día que pasa es un regalo, y debemos agradecerlo.