La odisea de Dariel

Llegaron al puente de Paso Real, dio las gracias y atravesó la autopista. Varias personas se amontonaban bajo el puente.

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – El ventilador angustiado por años de trabajo se encendió. Ya la cama no le parecía tan incómoda, los muelles del colchón acariciaban su cuerpo envuelto en sudor y ronchas de tanto rascarse. Al fin su cerebro tenía una gota de paz, suficiente para que el sopor lo conquistara después de una noche de insomnio.

Pero no tenía sentido dormir media hora. A las cinco le tocaba levantarse.  Conectó el teléfono al cargador y entró a Facebook, publicaciones variadas desfilaron en el feed.

Videos de perritos graciosos, denuncias, quejas, humoristas, discursillos en la Cumbre, adolescentes de pantalones cortos y mala ortografía, Mesa Redonda, derrumbe de otro edificio en La Habana y memes. Los ya aburridos memes que hace el cubano para reír de sus desgracias.

A su lado su esposa protestaba, había pasado la noche dando vueltas en la cama. Despertó molida, pero por lo menos logró robar al apagón intermitentes minutos de sueño.  Incómoda después de una madrugada dura se levantó y le preparó café. Aún poseían el privilegio de consumir esta bebida como desayuno.

Tomó el café mientras fumaba un cigarro. No deseaba pensar en el viaje que debía emprender en pocos minutos. Si bien solo hay treinta kilómetros hasta San Cristóbal a veces le parece que va a viajar de una punta a otra de la isla.

Su esposa le acompañó a la parada, esta vez ella se quedaría unos días en la casa de sus padres. Un rato después un señor compasivo recogió a Dariel en su Lada.

Entraban a la localidad de Paso Quemado y todo quedó a oscuras.

“¡Candela les cogió el apagón! Los delincuentes gozan en la oscuridad”.

El señor se refería a la creciente ola de crímenes en la zona. Estos sucesos repetitivos han despertado el pánico entre los habitantes. Más de un mes atacando personas. Sobre todo mujeres quienes han sido amenazadas con cuchillos, obligadas a desnudarse, entregar objetos de valor y su dignidad.

Le comentó que ese territorio no tiene policía, tampoco cuenta con alumbrado público, además estos apagones no ayudan.

“Pero en los Puntos de Control si hay policías y luces. ¡Claro, para poder decomisar las mercancías clandestinas que se trasladan de una provincia a otra!” -el hombre encogió los hombros y no contestó.

Llegaron al puente de Paso Real, dio las gracias y atravesó la autopista. Varias personas se amontonaban bajo el puente.

“Hoy es lunes -se dijo-, los lunes son así”.

Los minutos escapaban, en el cielo se percibían los primeros rayos del amanecer.  Estudiantes, militares, hombres cargados de sacos y cajas, mujeres, niños y ancianos esperaban el transporte que los salvara.

En el tiempo que estuvo allí pasaron varios ómnibus y un camión de pasaje recogió a cuatro personas, venía repleto.  Después de tres horas insoportables llegó un ómnibus, corrió hasta el conductor. Este no pensaba recoger, el carro iba lleno, pero cuando le propuso pagar el pasaje a La Habana, aunque iba a bajar mucho antes, accedió.

Durante cuarenta minutos respiró olores corporales de todo tipo, su anatomía apretada entre aquella lata con ruedas. De todos modos, estaba agradecido, por lo menos iba en dirección a su casa.

Llegó a San Cristóbal. Luego de un fin de semana lluvioso el acceso al pueblo parecía una laguna. Con cuidado intentó cruzar, solo que terminó enlodado.

“Bueno, ahora vamos a ver qué me espera en la casa. El día apenas comienza y para los cubanos los problemas no tienen fin”.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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