Tener una pecera en Cuba
Desde niña viví el empeño de mi padre en crear espacios improvisados donde cuidar las pocas variedades permitidas por su ajustado capital.
Desde niña viví el empeño de mi padre en crear espacios improvisados donde cuidar las pocas variedades permitidas por su ajustado capital.
Los hijos de esta Isla seguimos marcados por la fatalidad, en Miami o en La Habana somos seres incompletos.
Para muchos cubanos es solo una ocasión para disfrazarse y pasar un buen momento. Si el disfraz es de algo terrorífico, mejor todavía.
El cubano ría de sus desgracias. Ríe de lo comprendido, pero también del absurdo, ríe y en esa carcajada experimenta libertad.
Llegaron al puente de Paso Real, dio las gracias y atravesó la autopista. Varias personas se amontonaban bajo el puente.
Dariel pasó el fin de semana en casa de los padres de su esposa. Esa noche comieron juntos en el cuarto viendo un reality show.
Corría el año 1999 y a las 6:00 pm de ese día iba a tocar Zeus. Las calles fueron ocupadas por jóvenes de pelo largo, tatuajes y piercing.
Es carnaval, aprovechemos hoy, mañana los problemas seguirán en el mismo lugar –parecíamos decir en silencio.
Amanda solo había conocido el amor romántico, ese que nace en la expectativa de una persona cercana encargada de otorgarnos satisfacción y felicidad existencial.
Yo por el momento permanezco esquivando balas frente al muro, segura de mis ideas. He despojado de polvo cada palabra, lienzos y pinceles.