Osmel Almaguer

Restaurante Nuevo, El Mismo Trato

Osmel Almaguer

Foto tomado en La Habana por Caridad

Mi amigo Jorge me invitó a almorzar en un restaurante que abrieron recientemente cerca de donde trabajamos. Dijo que está muy bueno y bastante barato. Yo quería creerle, pero es que cada vez que escucho la palabra “barato” algo malo pasa.

Si me compro unos zapatos “baratos” (de 20 CUC aproximadamente, y pienso en que mi salario mensual no llega a 20 CUC) se rompen en menos de un mes. Nosotros nos pasamos la vida tratando de comprar cosas que duren mucho y que valgan poco, pero la mayoría de las veces es al revés.

Con la invitación de Jorge sucedió lo mismo. Al llegar al restaurante, que no tenía pinta de que allí se vendiera comida, sino más bien de un almacén, dudamos un poco. Había una larga cola. La entrada estaba sucia. Yo me preguntaba: “¿qué tipo de restaurante es este?”

La comidilla

Osmel Almaguer

Alamar, La Habana.  Foto: Caridad
Así le llamamos a aquel suceso que está en boca de todos por su interés y naturaleza polémica.  Pero en mi centro de trabajo han creado un espacio con ese nombre para que los jóvenes interactúen.

Su fin es inculcar valores éticos y estéticos, y crear una relación más estrecha de los participantes con el mundo del libro.  También se persigue una especie de conciliación entre los dirigentes, cuyo prestigio está bastante deteriorado, y los miembros del grupo.

La frecuencia es mensual. Hasta el momento se ha realizado solo dos veces, de las cuales he participado en una.

Generalmente uno rechaza todo lo que le huele a politiquería, pero hasta el momento el espacio es bastante agradable. Se siente una buena energía y espíritu de camaradería.

El fin de los comedores obreros en Cuba

Osmel Almaguer

La mayoria de mis compañeros se opone a esta medida.  Photo: Caridad

Casi termina el año. La gente comenta que para el que viene el Estado cubano hará grandes cambios de repercusión económica y social. No sé si sea cierto, pero sí sé que una de las medidas más polémicas es la desaparición casi general de los comedores obreros.

En ellos almorzamos los días laborables. Solo nos cuesta un peso cubano. Hay empresas en las que se come mejor que en otras. Hay personas que critican el menú. Otras se sienten satisfechas.

En el comedor de mi trabajo las condiciones son bastante buenas. Comemos en vajilla y el lugar es agradable. A diferencia de otros centros en los que he laborado, que lo hacen en bandejas de aluminio o plástico en sitios oscuros y mal pintados. La elaboración de los alimentos también es bastante buena.

El menú es usual: Arroces, frijoles, refrescos, pan o galletas, postre y un pequeño plato fuerte que consiste en algún embutido o en pollo, este último en contadas ocasiones.

Un antiguo amor

Osmel Almaguer

The P-11 Bus in Havana.  Photo: Irina Echarry

Si tan solo hubiera salido a la hora acostumbrada del trabajo no me hubiera encontrado con mi ex en el P-11. Pero bueno, supongo que viviendo en la misma ciudad, en algún momento teníamos que cruzarnos. Hacía ya un año y medio que no la veía.

Al subir a la guagua busqué rápidamente el fondo, donde generalmente no hay tanta gente. Estaba sentada y al pasar por su lado no estuve seguro de que fuera ella, pues tenía como veinte libras más que la última vez.

Le comenté lo sucedido a mi amigo Jorge y me recomendó que fuera a comprobar si era ella, que eso me haría sentir mejor.

-Disculpe. La toqué por el hombro y me miró.

-¿Eres tú? Le pregunté todavía escéptico. En efecto, era ella. La noté sorprendida.

Entre Libros

Osmel Almaguer

Teatro de la calle en la Habana Vieja.  Foto: Caridad

Entre libros es un programa de la Televisión Cubana que dura 12 minutos al aire aproximadamente. Está diseñado para promocionar la obra y conocer más acerca de los escritores de nuestro país. Los invitados son escogidos por el alto mando del Instituto Cubano del Libro, al cual represento en la asesoría de este programa.

Mi misión es garantizarles la logística a los escritores; pasajes, transporte, hospedaje, coordinaciones del guión, la fecha de grabación y otro montón de detalles de los que si uno solo falla echa por tierra todo mi trabajo.

A veces me he visto en duros aprietos, pues en esta labor los imprevistos abundan, y a esa hora hay que improvisar, siempre bajo la tensión de que si un escritor se queja a mis jefes podría salir sancionado, porque la palabra de cualquiera de ellos vale más que la mía.

El Perfume

Osmel Almaguer

Vendedoras en la Habana, photo: Elio Delgado

Mientras escribo este diario, por la ventana que comunica mi casa con la de mi padre entra un olor a carne de cerdo asada muy delicioso. Parece que hoy comeremos mejor, porque llevamos varios días a base de arroz, frijoles y aguacate.

Por la otra ventana, la que da para los corrales, entra una peste que me dice que están muy sucios, y los puercos no han sido bañados. Huelen como a fango mezclado con sancocho y heces, todo fermentado.

Los olores nos brindan información acerca de las cosas que no conocemos. Mi padre, por ejemplo, huele casi siempre a sudor fuerte porque trabaja mucho en la carpintería, lo que indica que se esfuerza mucho para que podamos comer, a veces, carne como esa que huele tan bien.

Esperando en la parada

Osmel Almaguer

Plaza en La Habana Vieja.  Foto: Caridad

Al concluir el examen de Antropología me dispuse a regresar a casa. Estaba un poco desanimado, pues me había equivocado en dos de las tres preguntas del temario. Iba pensando en mis respuestas y en todo lo que había estudiando dos meses antes.

Por fin llegué a la parada. Pregunté por “el último” y una joven me contestó: “Creo que soy yo, pero no estoy muy segura, es que hoy me encuentro un poco atolondrada.”

Hoy en día no es usual que alguien te responda con tanta sinceridad. Generalmente te encuentras personas que en vez de ofrecerte su confianza lo que hacen es tratar de violar la tuya, o sea, en lugar de decirte quienes son o cómo se sienten, invaden tu privacidad con preguntas indiscretas o faltas de respeto.

Residencial Del Mar

Osmel Almaguer

Playa cubana, photo: Caridad

Cuando tenía seis años mis padres y yo nos hospedamos en una villa militar de descanso que ya no existe. Su nombre era Residencial del Mar.

Fue la última vez que pude estar en algo parecido a un hotel. Mis padres estaban jóvenes, mis tíos, que nos acompañaban, también. Había mucha alegría y pocas trabas, toda la comida que necesitábamos, bebidas, piscina, restaurante y sala de juegos.

Nada que no tengan otros lugares como estos, pero suficiente como para que yo pasara una semana que nunca olvidaría, más aún cuando no se ha vuelto a repetir.

Mis gastos millonarios

Osmel Almaguer

Trabajadores cubanos.  Photo: Caridad

Hace un tiempo Felipe Pérez Roque, recientemente destituido de su cargo de Canciller, hizo un análisis en una reunión de las Naciones Unidas, según el cual se pudo deducir que cada cubano no solo es millonario, sino que con muy poco dinero puede comprar muchísimas cosas. Lástima que estas conclusiones no reflejen nuestro verdadero nivel de vida.

Felipe afirmaba que con un dólar se pueden comprar x libras de arroz, frijoles, azúcar y leche en polvo. Claro, haciendo referencia a los productos de la Libreta de Abastecimiento, mediante la cual el Estado Cubano subsidia un mínimo de alimentos a cada persona. Esta cantidad solo alcanza para una semana, al máximo, y luego tenemos que buscar los productos a precios mucho más altos.

El Diagnóstico

Osmel Almaguer

Ayer visité a mi tía Mamita que estaba de cumpleaños. Antes de tocar a su puerta, la imaginaba con espíritu festivo, celebrando con amigos y parientes. Pero en la casa solo estaba Manolo, su esposo, y ella, que al recibirme, tenía una expresión de cansancio en el rostro. Luego de felicitarla le pregunté y me contó lo que le sucedió a Manolo una semana antes.

Manolo es un hombre de 63 años y salud muy endeble. Padece de los riñones, el azúcar y la circulación, además de los males comunes, como el catarro, que siempre se le pega. Por eso, cuando tiene cualquier enfermedad, casi siempre se le complica con sus padecimientos, como le sucedió recientemente.

Dolores muy fuertes en el vientre, fiebre de 39 grados e incontinencia urinaria, convencieron a mi tía de acompañarlo al Hospital Naval, a 20 kms de Guanabo. Por suerte ellos tienen auto.