Autor: osmel

Una feria “atípica”

No juzgo a los que al fin y al cabo “están luchando.” Pero sí a los que deciden la política editorial y comercial; quizás podríamos optimizarlas un poco, crear un equilibrio entre lo comercial, lo político y lo conceptual sin que se pierdan ciertas coordenadas.

El Gallo Del Moro

El gallo es uno de los animales más comunes en Cuba. Existe en casi todas las casas y granjas de los campos de la isla.Dentro del mundo de las artes plásticas hubo un pintor del siglo XX que hizo de esta ave su motivo preferido. Se trata de Mariano. Dentro de nuestro deporte nacional, el béisbol, el equipo de Santi Spiritus tiene al gallo como mascota.

Bajo El Colorete De La Habana Vieja

Osmel Almaguer

Bailando en la Habana Vieja

Josué es mi más joven y reciente amigo. Tiene 22 años. Hace once meses que trabaja en donde mismo lo hago yo en el Instituto Cubano del Libro.

En los últimos tres meses nos hemos acercado bastante. Nos contamos aspectos de nuestras vidas. Compartimos alegrías y tristezas.

Resulta que tiene un apartamento en La Habana Vieja, la zona más antigua de la ciudad, en la que aún perviven muchas construcciones coloniales.

El paso del tiempo ha afectado mucho a estos edificios, a pesar del proyecto de restauración que mucho ha conservado y mejorado las calles y fachadas de este municipio.

A pesar de la mejoría, aún pervive en este lugar una forma de vida conocida como “solar”. O sea, lo que antes era una casa enorme de dos plantas en donde se instalaban las más ricas familias criollas, ahora es un edificio dividido en gran cantidad de pequeños cuartos, y en cada uno de ellos una familia generalmente numerosa.

Las guaguas no paran

Osmel Almaguer

Ómnibus de La Habana.

Casi siempre, cuando estoy en la parada, veo pasar una gran cantidad de guaguas que no recogen a nadie. Estas no son del transporte público, sino de ciertas agencias de alquiler que pertenecen al Estado.

Puede vérseles circular vacías, y son muchísimas, dos o tres veces más numerosas que los ómnibus urbanos. Creo que hacen en vano un gran gasto de combustible, y el país no está en condiciones de asumirlo.

Parece que la reciente “Revolución Energética,” preocupada por el ahorro de electricidad, al punto de tomar mediadas que en ocasiones han dejado a oscuras a barrios enteros, y sin aire acondicionado a miles de empresas con oficinas cerradas y computadoras, justo a la hora más caliente del día, no incluye este tema tan sensible.

Lo que ahorramos por un lado, y que cuesta el trabajo y el sacrificio de miles de cubanos, se gasta tranquilamente por el otro.

La Ciudad de los Puentes

Osmel Almaguer

Estamos entrando en la ciudad de Matanzas. Para mí es una sensación totalmente nueva y diferente de lo que había imaginado. Solo sabía que esta provincia es gran productora de cítricos y henequén, que tiene una vida cultural muy intensa, y que en ella han nacido muchísimas estrellas del béisbol cubano. Ah, y que se le conoce como La ciudad de los puentes.

Lo primero que salta a la vista es la limpieza de las calles, bastante despobladas para ser domingo, así como la arquitectura, mezcla armónica de construcciones coloniales y modernas, todas en muy buen estado. Otras están en proceso de construcción, sin embargo, se puede percibir su rápida evolución, me atrevería a decir que pronto serán concluidas.

El ómnibus que nos ha traído desde La Habana atraviesa la ciudad, pasamos cerca de El Palmar de Junco, legendario terreno de pelota en el cual se jugó el primer juego oficial de este deporte en la Isla en el siglo XIX.

Los mismos mulos para todo

Osmel Almaguer

Fumigador cubano.  Foto: Caridad

En Cuba todas las personas deben y están integradas en las muchísimas organizaciones de masas con que contamos. Aunque la mayoría son voluntarias, esto es sólo de dientes para afuera, pues el rechazar la militancia o pertenencia a una o varias de estas organizaciones –gubernamentales o no, pero siempre ideadas y respaldadas por el Estado- significa declararse tácitamente en contra del proceso revolucionario.

Esto trae como consecuencia lo que aquí llamamos “marcarse,” que quiere decir: rechazo social de los revolucionarios, pero también de los contrarrevolucionarios, por temor, y la indiferencia de los que tratan de mantenerse en una posición neutra. O sea, se cierran todas las puertas y se abren todos los ojos para vigilarte.

Yo no tengo ese problema. Mi familia tiene una larga trayectoria apoyando la Revolución, y aunque mis ideas son diferentes a las suyas, no son opuestas, pues al igual que ellos, mi intención es mejorar el sistema, no destruirlo.

Hay muchos oportunistas aprovechándose de los cargos políticos en todos los niveles para escalar posiciones, casi siempre haciendo daño a las demás personas con decisiones erróneas, conscientes o inconcientes.

Restaurante Nuevo, El Mismo Trato

Osmel Almaguer

Foto tomado en La Habana por Caridad

Mi amigo Jorge me invitó a almorzar en un restaurante que abrieron recientemente cerca de donde trabajamos. Dijo que está muy bueno y bastante barato. Yo quería creerle, pero es que cada vez que escucho la palabra “barato” algo malo pasa.

Si me compro unos zapatos “baratos” (de 20 CUC aproximadamente, y pienso en que mi salario mensual no llega a 20 CUC) se rompen en menos de un mes. Nosotros nos pasamos la vida tratando de comprar cosas que duren mucho y que valgan poco, pero la mayoría de las veces es al revés.

Con la invitación de Jorge sucedió lo mismo. Al llegar al restaurante, que no tenía pinta de que allí se vendiera comida, sino más bien de un almacén, dudamos un poco. Había una larga cola. La entrada estaba sucia. Yo me preguntaba: “¿qué tipo de restaurante es este?”

La comidilla

Osmel Almaguer

Alamar, La Habana.  Foto: Caridad
Así le llamamos a aquel suceso que está en boca de todos por su interés y naturaleza polémica.  Pero en mi centro de trabajo han creado un espacio con ese nombre para que los jóvenes interactúen.

Su fin es inculcar valores éticos y estéticos, y crear una relación más estrecha de los participantes con el mundo del libro.  También se persigue una especie de conciliación entre los dirigentes, cuyo prestigio está bastante deteriorado, y los miembros del grupo.

La frecuencia es mensual. Hasta el momento se ha realizado solo dos veces, de las cuales he participado en una.

Generalmente uno rechaza todo lo que le huele a politiquería, pero hasta el momento el espacio es bastante agradable. Se siente una buena energía y espíritu de camaradería.

El fin de los comedores obreros en Cuba

Osmel Almaguer

La mayoria de mis compañeros se opone a esta medida.  Photo: Caridad

Casi termina el año. La gente comenta que para el que viene el Estado cubano hará grandes cambios de repercusión económica y social. No sé si sea cierto, pero sí sé que una de las medidas más polémicas es la desaparición casi general de los comedores obreros.

En ellos almorzamos los días laborables. Solo nos cuesta un peso cubano. Hay empresas en las que se come mejor que en otras. Hay personas que critican el menú. Otras se sienten satisfechas.

En el comedor de mi trabajo las condiciones son bastante buenas. Comemos en vajilla y el lugar es agradable. A diferencia de otros centros en los que he laborado, que lo hacen en bandejas de aluminio o plástico en sitios oscuros y mal pintados. La elaboración de los alimentos también es bastante buena.

El menú es usual: Arroces, frijoles, refrescos, pan o galletas, postre y un pequeño plato fuerte que consiste en algún embutido o en pollo, este último en contadas ocasiones.

Un antiguo amor

Osmel Almaguer

The P-11 Bus in Havana.  Photo: Irina Echarry

Si tan solo hubiera salido a la hora acostumbrada del trabajo no me hubiera encontrado con mi ex en el P-11. Pero bueno, supongo que viviendo en la misma ciudad, en algún momento teníamos que cruzarnos. Hacía ya un año y medio que no la veía.

Al subir a la guagua busqué rápidamente el fondo, donde generalmente no hay tanta gente. Estaba sentada y al pasar por su lado no estuve seguro de que fuera ella, pues tenía como veinte libras más que la última vez.

Le comenté lo sucedido a mi amigo Jorge y me recomendó que fuera a comprobar si era ella, que eso me haría sentir mejor.

-Disculpe. La toqué por el hombro y me miró.

-¿Eres tú? Le pregunté todavía escéptico. En efecto, era ella. La noté sorprendida.