Sálvese quien pueda
Un tipo gritó sálvese quien pueda Cada día que pasa sube más la marea. -Carlos Varela
Por Pedro Pablo Morejón
HAVANA TIMES – Tenía que viajar por necesidad. El transporte es pésimo por estos tiempos. En realidad, siempre lo ha estado, pero ahora con La Pandemia es peor porque todo se ha restringido para el cubano de a pie.
Salí sobre las 7:30 am del Entronque de San Diego rumbo a Puerta de Golpe, 34 km de ida más igual distancia de vuelta. Regresé sobre las 5.00 pm. Durante ese período estuve más de 6 horas en la carretera.
Me sucedió algo interesante durante el regreso. Me bajé en uno de esos puentes de la autopista (a veces se viaja de tramo en tramo) cuando sentí la llamada de un móvil. Miré hacia todos lados y no vi a nadie. Seguí la ruta del sonido y lo encontré en un muro bajo la pendiente del puente. Era un Samsung de excelente aspecto, nuevo y brillante. Mucho mejor que mi diminuto y gastado Huawei. Lo introduje en el portafolio con la ilusión de quedármelo. Al parecer, alguien estuvo minutos antes y se le quedó.
Durante minutos me debatí en las alternativas de sacarle la tarjeta SIM, botarla e introducir la mía y así quedármelo, o por el contrario, devolverlo a su dueño si este aparecía para reclamarlo. Como soy un sentimental lleno de escrúpulos no lo hice, y opté por esperar si llamaban nuevamente, no podía abrirlo por desconocer la contraseña. Sin embargo, en el fondo de mis entrañas deseaba que nadie llamara, que nadie apareciera, que alguien me recogiera para irme de aquel sitio. Quedármelo.
Pero al rato llegó un tipo en una moto eléctrica, algo inquieto. Me preguntó si había visto un teléfono de x características por allí, que se le había quedado y cuando se lo devolví sonrió de satisfacción, arrancó la moto y no dio ni las gracias.
¿Hice bien? Algunos pensarán que sí, la mayoría que soy un perfecto idiota, yo mismo a veces lo pienso. No soy un santo, pero todavía sobre mí prevalecen ciertos atavismos morales que me dejan en desventajas para vivir en una sociedad donde el hombre es el lobo del hombre.
Después, previa muestra de un billete, se detuvo un auto moderno perteneciente a la Empresa Cubataxi. Le extendí el dinero y abordé. Más adelante, al cruzar el puente de Consolación del Sur dos hombres hacían señas mostrando sus respectivos abanicos de billetes, supongo que de $100.00 y $50.00 pesos.
-Mira, mira, eso son armas nucleares- me dijo el chofer, que resultó ser un sujeto simpático y luchador. Frenó en seco y puso la marcha atrás.
Los dos individuos, que tenían aspecto de delincuentes, le ofrecieron $500.00 pesos cada uno para que los llevara a La Habana.
“¿Te dejan cruzar la frontera?”
“A este carro no lo para nadie. ¿Socios pero esos bultos no llevan carne de res ni nada complicado eh?”
“Nada de eso asere”
Y les guardó los bultos en el maletero y montaron. Resultó que iban para Marianao, donde mismo dijo ir el chofer.
“Socio tú me sacaste una escopeta de perle pero esta gente si vinieron con armas trazadoras,” me dijo con desparpajo en alusión al dinero.
Todos reímos. Después platicamos sobre la cosa, que está mala, que la Habana está que arde, todo caro y no encuentras las cosas, igual que en Pinar del Río.
Me bajé en el puente de Paso Real y allí montó otro tipo previo billete de por medio.
Ya es raro que alguien ayude sin esperar obtener algo a cambio. La situación se vuelve cada vez más dura y todo tiene un precio. La cosa está de sálvese quien pueda.
El que pierda el celular y lo denuncie en ETECSA puede recuperarlo, si le pones tu SIM te localizan. Conozco dos casos que recuperaron su celular de esa forma. Eso sí, hay quien lo utiliza para aprovechar las piezas. No obstante a eso, es una buena acción haberlo devuelto, como igual es muy mala educación no agradecértelo. Respecto al taxista, está haciendo lo que tiene que hacer, si no lucha cada peso no puede comprar las piezas ni mantener a su familia. En Cuba desde que empezó el período especial en 1990 se acabó la solidaridad, desde entonces es un salvase quien pueda. Conozco una familia que puso un candado en el refrigerador, eso lo dice todo, y cocinaban aparte en la misma cocina, unos comían regular y los otros sancocho. En tiempo de crisis aflora lo más bajo del ser humano, hiciste bien en devolver el celular, es la forma de decirnos que aun somos humanos y que hay esperanzas.