Una cosecha inédita de mangos pero…

…que no se puede aprovechar a plenitud

Todos los años publicamos artículos sobre los mangos que se desperdician en Cuba, o los aguacates u otros productos valiosos. Esta foto es de la cosecha 2021 que se desperdicia. Foto: Adelante

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – Aunque no solo de mango puede vivir el hombre, hay que reconocer que gracias a los mangos muchísimos cubanos, principalmente en los campos y ciudades pequeñas donde la inflación no interfiere entre el delicioso fruto y los consumidores, han logrado no pasar hambre o resistirla en estas últimas semanas.

Es que hacer las tres comidas diarias se ha vuelto un sueño inalcanzable, algo del pasado, para muchas familias dependientes de los salarios y pensiones. Mucho más desde que la Tarea Ordenamiento amplió el hueco en el fondo del bote deshecho y sin remo que es Cuba. Y unos mangos son de ayuda.

Este año la cosecha ha sido varias veces superior a lo tradicional. Lo nunca visto. Las matas parten los gajos porque no pueden con la carga y el suelo debajo se llena de frutos podridos y acabados de caer, mientras la gente, casi indiferente, pasa por su lado. Otros recogen apenas los que pueden consumir.

Ni el Estado ni los particulares tienen condiciones para aprovecharlos. La falta de libertad económica, la burocracia y la ineficacia han hecho que no existan esas condiciones. En algún momento el sector privado va a aprovechar esas oportunidades, en cuanto se fortalezca un poco más y tenga más facilidades y garantías. Y capital.

Hasta que llegó el Periodo Especial en los 90 en Mayarí había una mini-industria, estatal por supuesto, que popularmente se le conocía como ‘la encurtadora’. Y no solo encurtía frutos y ensaladas sino que hacía dulces y conservas de frutas. En esa misma década desapareció y el edificio, que era de madera, fue demolido. Nunca más a nadie se le ha ocurrido que hace falta otra. Y año tras año se pierden toneladas de frutas.

El árbol del mango siempre produce muchísimas veces más flores que las que cuajan (fecundan), más de la mitad nunca llegan a polinizarse. La polinización es zoófila, es decir por insectos de varios tipos. Seguramente la prolongada sequía que duró más de ocho meses en esta región influyó en que hubiera mejor polinización. Esa parte sí es muy recurrente, casi todos los años sucede porque enero y febrero, cuando florecen, generalmente son bastante secos.

Pero el factor determinante aquí es el viento, que derriba la mayor parte de los manguillos antes de que pesen mucho y ellos mismos derriben el árbol. Este año entre febrero y marzo no hubo vientos tan fuertes como de costumbre, apenas rachas. Es lo que los niños llaman ‘la temporada de papalotes’.

Y quedaron demasiado cargadas de frutos. Tantos que cuando empezaron a madurar estaban ‘bombos’. Al parecer la capacidad de la planta de producir los azúcares no da para tantos, tiene su límite.

Aquí en abril ya empiezan a madurar, pero literalmente estaban desabríos. No fue hasta mediados de mayo, cuando ya los árboles tenían menos frutos y las lluvias ayudaron, que se pusieron dulces. Ha sido una inmensidad de mangos perdidos y todavía están colmadas.

Es triste que los cubanos de la capital, por ejemplo, paguen precios exorbitantes por los mangos y en los campos se pierdan. Debido a la crisis los precios de los combustibles encarecen el transporte y cuesta más trasladar la carga que las mercancías en sí. Tampoco se cuenta con frigoríficos ni hay azúcar disponible en el mercado para que el sector privado elabore conservas. Y las fábricas del Estado son muy limitadas.

Cuba tiene un enorme potencial en la industria del mango, al igual que los países de nuestro entorno geográfico. No solo para el consumo interno sino también como producto exportable. Los EUA importan mangos por un valor de más de 500 millones de dólares al año y la Unión Europea alrededor de los 150 millones de euros. Y en Europa es un mercado en expansión.

República Dominicana, por ejemplo, ya se inició en este rubro de cara al mercado internacional y exportó mangos en 2022 por valor de 30 millones. Mientras que México es el primer exportador del mundo y uno de los mayores productores, con un negocio que mueve los 500 millones de dólares.

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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