Mi experiencia con la covid-19

Por Osmel Ramírez Alvarez

Una cola para comprar alimentos en Mayarí, Holguín, Cuba. Foto: mayari.gob.cu

HAVANA TIMES – Sabía que el nuevo coronavirus estaba circulando con más fuerza, casi fuera de control, en mi municipio de Mayarí y en toda la provincia de Holguín.

Era perceptible que las medidas de cuarentena y el protocolo no estaban funcionando y el peligro se sentía en el barrio, con casos sospechosos por aquí y por allá, una vecina que murió de pronto con síntomas y mucha gente diciendo que tenía un ‘catarro malo’.

Mi sobrino fue quien me contagió. Como es muy joven, pasó los síntomas tan leves que pensó no era covid. Yo fui el primero en mi casa que comenzó con síntomas.

El día 6 de agosto de súbito comencé a sentirme mal. Muy mal realmente. De estar bien pasé a no poder estar de pie por más de 15 minutos, con fiebre de 38.5 grados Celsius y la fuerza de apenas un niño de cinco años.

Así estuve cuatro días, aislado en un cuartico pequeño de la casa, creyendo que podría proteger al resto de la familia. Pero todos estaban ya en fase de incubación, solo era cuestión de horas.

Cuando salí de esa fase, comenzó mi esposa y al otro día mi niña pequeña. Luego mis padres, mis hermanas, el resto de los sobrinos y cuñados. Todos, aunque vivimos en casas diferentes, tenemos comúnmente mucho roce.

Poco a poco fui conociendo que en cuestión de días, igual que yo, estaba el barrio casi completo y el otro barrio adyacente y el otro. En fin, todo el municipio y la provincia.

Bueno, conversando en las redes con amigos de otras provincias la percepción es que es igual en todo el país. Sufrí los malestares, la inapetencia, la tos incesante, los dolores musculares y óseos, la falta de olfato y gusto, y lo peor, el temor a morir. He quedado medio asmático todavía.

Sí, la verdad es que se siente miedo de morir, de agravarse de pronto, que te lleven al hospital y no regreses. Ves a tu vecino, a tu excompañero de escuela, al conocido de la otra calle, al esposo de una amiga, a la ancianita de la esquina, llevarlos corriendo al hospital y no volver, y sientes miedo de ser el próximo o uno de los tuyos. Porque no hay oxígeno o no ha llegado el interferón o se acabó el antibiótico. ¡Tú verás que no habrá bajas entre nosotros!, era nuestra frase para darnos ánimo.

En las tres semanas de padecer la covid entre todos, nunca hicieron pesquisa. Una pesquisadora llegó cuando ya la habíamos pasado, prometió un médico para auscultarnos, pero no pudo cumplirlo. Tampoco había médico en el consultorio, porque la doctora que trabaja aquí tenía también covid y toda su familia. Todavía no hay.

Ni se me ocurrió ir al hospital o al policlínico. Realmente, como todo el mundo, le tememos más a los centros de aislamientos que al virus. Además, la familia de mi sobrino, con quien nos contagiamos, fueron varias veces al Cuerpo de Guardia y nunca les hicieron PCR ni prueba rápida porque no había con qué. Y los retornaban para la casa con el abuelito muy mal. Y el abuelito murió finalmente en el hospital cuando decidieron ingresarlo. Igual sucedió con el 90% de los fallecidos que no mencionaron en el parte oficial porque nunca le hicieron la prueba.

Compartí la noticia de la enfermedad con varios amigos y enseguida se movilizaron para conseguirme medicamentos. Algunos en la capital lo adquirieron y aunque fue difícil, lo enviaron a Santiago de Cuba, a 130 km de distancia de mi casa, y me costó caro mandar a buscarlos en un motor.

Lo importante fue que en menos de 72 horas tuve medicinas para mí y mi familia. Un privilegio inmenso, porque en Mayarí no aparecía nada a ningún precio, solo se pueden ingerir infusiones y hacer vaporizaciones.

Palpar el abismo entre los datos oficiales de muertes y contagiados con la realidad de la propagación de la pandemia ha sido tremendo. En los medios locales es diferente, tal vez porque se hace más difícil tapar el sol con un dedo, y se publican datos más reales. Luego ves que el Dr. Durán muestra cifras muy inferiores o nulas.

Al parecer, cuando la situación epidemiológica es controlada, los números son bastantes reales, pero cuando se complica, la historia es otra. Lo he podido constatar en vivo y en directo.

Ha sido una experiencia dura, porque todo es muy gris e incierto cuando estás enfermo al mismo tiempo que los que te rodean, y cuando sabes de tanta gente que no aguantó, te percatas de que seguir vivo es un privilegio.

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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4 thoughts on “Mi experiencia con la covid-19

  • Suerte de que han salido bien, ese es el destino de toda la población, tienen que pasar el covid en sus casas con lo que tengan a mano, las cifras sabemos que son falsas, no sé cómo un profesional se presta a dar esas cifras en la TV, bueno, Durán es un político y como tal miente. De los 11 millones el 90% pasará el covid, hasta los vacunados enfermarán porque la vacuna no funciona, o funciona muy mal. Este año fallecerán no menos de 100 mil cubanos, oficialmente reconocerán la décima parte.

  • Osmel, me alegro que tu familia y tu estén bien ahora. Las cifras reales no las dicen ni las saben, y se mueren personas de otras enfermedades curables por la falta de medicamentos. Yo ni veo ese programa, para que?

  • Tito, es así exactamente, cuando dan un dato de muertes es aproximadamente el 10%. Y cuando dan la cantidad de casos positivos del día, viene siendo un tercio de manera general, pero hay municipios que menos del 10%. Es la cuenta que he sacado. El descrédito es general.

  • Irina, gracias, sí, se hace difícil soportar ver un informe tan alejado de la realidad. Da vergüenza y molestia.

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