Una potencia sin médicos

Policlinico de Los Palacios, Pinar del Río

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Pasó toda la noche sentado en la sala. El dolor era más intenso cuando se acostaba, la tensión arterial subía acentuando el miedo a un nuevo infarto. Como los síntomas no concordaban del todo con el evento anterior decidió buscar información en Google.

Encontró afecciones similares, pero antes debía descartar una insuficiencia cardíaca a través de un electrocardiograma.

Mi mamá estaba nerviosa, él con su pose de hombre estoico también se notaba inquieto. A los sesenta y nueve años mi padre todavía se siente fuerte, capacitado para cuidar de su familia como lo ha hecho durante tanto tiempo.

Salimos al amanecer para el policlínico a ver si conseguíamos que le hicieran un electrocardiograma. Más aliviado del dolor sonreía, notaba mi gesto preocupado.

Llegamos temprano. El médico de guardia se hallaba en la consulta con un paciente. Después de un rato salió el doctor. El tiempo pasaba, lo veíamos caminar por el pasillo mientras su paciente continuaba sentado. Suspiramos tranquilos al verle regresar. Le entregó unos documentos al señor y con la mochila a la espalda salió de la consulta sin mencionar una palabra.

Ahí comenzó la amargura. Pasaban las horas y la consulta continuaba vacía. Las muchachas que iban delante de nosotros se fueron. Otros enfermos llegaban, se reunían en guardia frente al local desnudo.

Algunos comentaron que le tocaba a tal médico, otros decían que ese estaba destinado a los exámenes de pre reclutamiento para los jóvenes cuando van al Servicio Militar Activo. Ningún directivo del policlínico llegó a darnos una explicación. Tomé la iniciativa y subí a la dirección.

Me recibió la secretaria, le comenté mi necesidad de hablar con el director. Estaba reunido, solo que por la puerta entreabierta veía claramente al hombre sin nadie a su alrededor. Repetí mi demanda, ella se mantuvo firme.

Con este miedo innato a los enfrentamientos claudiqué. Me escuchó atenta. Unos minutos después ya le había informado al director y él aseguraba que Asistencia Médica se encargaría del asunto.

Solo nos restaba esperar. Una hora más, con las piernas adoloridas, el ánimo a ras del suelo y una ira que iba creciendo hasta alcanzar escalas desconocidas decidí probar suerte con algún médico de guardia en terapia.

Una enfermera me atendió. Podía hacer poco por nuestra causa, pero me indicó dónde se encontraba el doctor. Al explicarle la situación de mi padre me dijo que lo llevara.

Le hicieron un electrocardiograma. Todos los parámetros parecían normales para una persona con su condición. De todos modos, recomendó que fuera visto por el cardiólogo.

La señora de la recepción estaba en la “lucha”. Vendía ropa a escondida mientras atendía el teléfono y a las personas que llegaban para hacer consultas. El turno con el cardiólogo lo necesitábamos urgente, nos lo dio para el 26 de abril. Todo un mes de incertidumbre.

Al salir, frente a la sala de terapia unas veinte personas hacían cola. Muchos de ellos aguantaban junto a nosotros desde las ocho de la mañana. Al escuchar que mi padre fue atendido decidieron probar suerte.

Allí los dejamos. Nosotros más tranquilos, ellos aguardando por un poco de consuelo para aliviar el dolor.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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2 thoughts on “Una potencia sin médicos

  • Pais q convirtieron en porqueria unos bandoleros subidos a la sierra maestra, tenian razon en 1958 eran unos terroristas, todavia lo son

  • No, no, no, no es la falta de médicos, es la falta de decencia, de cultura, de educación (no esa instrucción escolar paupérrima), de buena sangre… Lo que padecen es una carencia absoluta de madre!

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