Tener una pecera en Cuba
Por Fabiana del Valle
HAVANA TIMES – Música clásica, un libro y una pecera era todo lo que mi padre necesitaba para encontrar paz. Desde niña viví su empeño en crear espacios improvisados donde cuidar las pocas variedades permitidas por su ajustado capital.
En el 2022 mi esposo nos regaló una pecera de mayor dimensión con especies que solo habíamos visto en libros. Recuerdo a mi viejo sentado durante horas observando en silencio los peces. Hace un año de su partida, pero cuando llega una especie nueva a nuestra pecera es como si él lo pudiera disfrutar.
Dariel, mi esposo, es un aficionado a la acuariofilia. Su pasión por los acuarios plantados lo ha convertido en un artista en dicha rama y todavía tiene mucho camino por recorrer. A veces los tutoriales de YouTube no bastan, cuando vives en un país sin recursos es preciso buscar otras respuestas, experimentar aún a riesgo de fracasar.
Establecimos un negocio que ha ido creciendo con el tiempo. Al principio era un experimento, pero se ha convertido en el sustento de nuestra familia, por lo menos nos permite comprar lo imprescindible para sobrevivir.
La mayoría de los criadores cubanos han emigrado aumentando la demanda entre los vendedores como nosotros. Los costos se exageran, los peces salen de los estanques para las tiendas cada vez más pequeños y las variedades que antes se criaban se reducen.
En cualquier país latinoamericano es posible con algo de dinero adquirir una bomba de aire, un filtro eléctrico o un calefactor sumergible. En Cuba no es tan simple como tener el dinero: muchas veces lo debe fabricar el propio acuarista. Una bomba de aire fabricada con una bobina eléctrica y una válvula hecha de manguera de caucho es lo más común aquí.
Esto no significa que si se necesita una bomba de aire no se pueda conseguir. En algunas tiendas especializadas como la nuestra se ofrecen modelos artesanales armados a mano los cuales brindan un servicio aceptable, también pueden llegar a conseguirse bombas de aire importadas. ¡Por supuesto el precio a pagar no es barato!
Uno de los materiales críticos son los cristales. Tal situación ha llevado a agudizar el ingenio, como utilizar cristales de ventanillas de automotores o criar los peces en casi cualquier recipiente capaz de almacenar agua en condiciones sanitarias adecuadas. El coste de la silicona aumenta de un modo alarmante, todo esto provoca que una pecera pueda alcanzar precios inaccesibles para el bolsillo del cubano medio.
Como son fabricados de acuerdo al tamaño de los vidrios que se consigan abundan los acuarios de 40 a 60 litros más o menos, en los cuales pueden vivir los peces un poco apretados de espacio.
Acuarios de 120 o 150 litros son poco comunes ya que el precio es bastante elevado. Por ejemplo, uno de 40 litros, con bomba de aire y tapa con iluminación, puede costar alrededor de 8,000 pesos. Bastante más de lo que un cubano medio gana de salario.
Por todo esto tenemos semanas difíciles, las ventas son reducidas y el dinero invertido es mucho. Aprendimos con el tiempo a no desesperar, tarde o temprano llega a nuestra tienda alguien apasionado a los peces o que desea incursionar por primera vez en este fascinante hobby.
La acuariofilia cubana lucha por su permanencia, se ha auxiliado en la pasión y sacrificio de un pueblo que padece escasez, apagones, precios desorbitantes, atención médica precaria y alimentación ineficiente, un pueblo que libera estrés sentado en un sillón contemplando cómo prosperan sus peces al otro lado del cristal.
Lea más del diario de Fabiana del Valle aquí en Havana Times.