La gestación de la libertad en Cuba

Nobleza, dignidad, constancia y cierto risueño coraje. Todo lo que constituye la grandeza sigue siendo esencialmente lo mismo a través de los siglos. -Hannah Arendt

By Armando Chaguaceda

HAVANA TIMES – Un 1ro de mayo, hace trece años, un grupo de ciudadanos -en su mayoría jóvenes- desfiló por La Habana. Abajo la Burocracia, Vivan los Trabajadores, eran sus consignas.

Pese a la presión policiaca, el temor, la inmadurez y el sectarismo, esos reformistas del socialismo irrumpieron autónomamente en el espacio público. Para varios de los participantes -incluido el autor de estas líneas- aquel evento significó un parteaguas, existencial y epistémico, en nuestras vidas.

La pasada semana otros jóvenes salieron a protestar por esas mismas calles. Con una creatividad, conciencia y valor cívico incomparablemente superiores a las de los manifestantes de 2008. Socialismo sí, represión no, era una de las consignas. Hoy, como ayer, el Estado proscribió el derecho a tener derechos. Y, especialmente, a reivindicarlos en el espacio público, físico o virtual.

Cada cierto tiempo en Cuba se producen picos de tensión social. El Gobierno procura resolverlos abriendo la válvula migratoria, aprobando reformas parciales y reprimiendo las iniciativas populares que emergen. Se trata de ciclos recurrentes, en los que el Estado actúa con éxito contra la acción colectiva, remozando su dominación a mayor escala.

Parte de los protagonistas de estos sucesos terminan abandonando el país, lo que quiebra una acumulación de resistencia. Los protestantes aparecen aún cómo minorías, respecto a la población total, que no logran mutar en un movimiento social masivo.

Existen aún individuos -mayormente envejecidos, desinformados y políticamente subordinados- que justifican las violaciones del Gobierno. Por otro, las organizaciones de masas -burocratizadas, ineficientes y parasitarias- son incapaces de garantizar derechos o representar a sus miembros.

Sin embargo, al evaluar la situación actual, se visualiza un tenso panorama con ciertas notas destacables. Hay un Estado que pierde legitimidad -sus convocatorias y narrativas de apoyo lo demuestran, al igual que el rechazo espontáneo de la gente ante actos represivos- que despliega su talante coercitivo con mayor brutalidad.

Es un Estado con mucho poder. Su aparente sobrerreacción -cortes de Internet, campaña mediática- revela que, si quien quienes tienen toda la ventaja sobre el adversario responden de este modo, alguna preocupación debe tener.

El movimiento social e intelectual emergente y el Estado cubano representan dos minorías enfrentadas, sobre una mayoría a medio camino entre la expectación y la apatía. 

El Estado posee todos los recursos terrenales del poder, pero descansa sobre una lógica vertical que no consigue derrotar una emergencia en red que le desafía, exige derechos y reta a través del cuerpo, la calle y los símbolos. La protesta cívica no logra rebasar al poder, el poder no logra desaparecer a aquella. No hay victoria. Pero no hay supresión.

En la última semana, varios reportes dan cuenta de los aumentos, correlacionados, de la protesta y la represión. El Observatorio Cubano de Derechos Humanos identificó abril como el peor mes de 2021 en cuanto a acciones represivas, con mil actos de esa índole. 

Cuban Prisoners Defenders identifica la existencia en cárceles cubanas de 145 presos políticos. Además,el Observatorio Cubano de Conflictos registró en el mes que concluyó un total de 203 protestas ciudadanas.

La presencia de manifestantes en varias arterias del país, así como la reacción solidaria de la población circundante, ofrecen un panorama distinto al del viejo consenso socialista de los años 80.

De modo que, aunque no florece aún una masa crítica nacional, esta sí se gesta. Tres factores han incidido, de manera esencial, en la eclosión cívica, y a la vez son elementos que atentan contra su supervivencia:

La agravada represión sobre los artistas y sobre cualquier individuo que reclame los derechos que no posee. La creciente precariedad de la vida y la situación sanitaria que atraviesa el país debido al COVID-19. A todo lo anterior se suma lo complejo de sostener una acción colectiva bajo entornos autoritarios.

Durante el último año, las restricciones globales a los derechos y espacio cívicos han sido identificadas en diversos estudios y monitoreos. Se han documentado violaciones de los derechos de protesta, con detención de manifestantes e interrupción, a ratos violentas, de las movilizaciones (1).

Activistas, periodistas y defensores de derechos humanos han sufrido acoso e intimidación. Los Estados promulgan normas de emergencia que limitan los derechos humanos. Incluidas las restricciones a la libertad de expresión, el acceso a la información y el establecimiento de barreras adicionales para los grupos ya excluidos.

John Keane nos recuerda que “las sociedades civiles pueden ser pulverizadas y eliminadas, y que su destrucción ocurre típicamente con mucha más facilidad y muchas veces más deprisa que su construcción a cámara lenta y paso por paso” (2).

Ese es el escenario que vemos hoy en varios países de Latinoamérica, incluida Cuba. A los actores de la sociedad civil les resulta difícil sobreponerse a su contexto represivo; pero desde allí luchan por revertir esa situación. Pese a esta, la ciudadanía continúa movilizándose, realizando incidencia en la política pública y ejerciendo diversas modalidades de contraloría social y rendición de cuentas.

En la isla “inmóvil” ya están dados, aunque modestos, procesos de movilización colectiva. Cada semana hay más protestas, propuestas y manifiestos, en plazas y redes sociales. Voces se alzan, desde una institución tan relevante como la Iglesia Católica, para denunciar la situación imperante y pedir el inicio de una rectificación.

Pese a la represión, crece una resiliencia capaz de generar un espacio para la esperanza. Desde esa búsqueda y acción emerge, como diría Arendt, el milagro político. Ese que derrota lo aparentemente eterno y abre los horizontes del mundo. El horizonte, siempre problemático, asediado y precario, de la libertad humana.

[1] https://monitor.civicus.org/COVID19/

[2] https://www.letraslibres.com/mexico/revista/el-regreso-la-sociedad-civil

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Armando Chaguaceda

Armando Chaguaceda: Mi currículo vitae me presenta como historiador y cientista político.....soy de una generación inclasificable, que recogió los logros, frustraciones y promesas de la Revolución Cubana...y que hoy resiste en la isla o se abre camino por mil sitios de este mundo, tratando de seguir siendo humanos sin morir en el intento.

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One thought on “La gestación de la libertad en Cuba

  • Las protestas han aumentado a la par que ha aumentado la miseria, hay una estrecha relación. Mi temor es que las protestas irán a menos cuando pase lo peor del virus y vuelvan a llegar los turistas. Ojalá me equivoque.

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