“Distorsiones” de moda en Cuba
Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – ¿Recuerdan la pasada semana cuando abordamos el podcast de nuestro entrañable Miguel Díaz-Canel dedicado al tema del transporte?
Allí el ministro del sector, Eduardo Rodríguez Dávila, se refirió a cuatro distorsiones en su rama: que no pueden utilizar las divisas que generan, que se cobra en moneda nacional, que las formas de gestión estatales tienen una fórmula de gestión diferente a las privadas y que los aseguramientos para los planes no se corresponden con los resultados que se pretenden.
Nada nuevo bajo el sol, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana la tomó como bandera el Primer Ministro Manuel Marrero, durante una visita a Camagüey.
“Lo primero que hay que ver son nuestras distorsiones”, decía Marrero, y luego exhortó a buscar alternativas porque no se podía estar de brazos cruzados esperando que se levantara el bloqueo de Estados Unidos.
Lástima que no empieza por aplicarse eso a sí mismo, pues de distorsiones está llena la economía cubana y el país en general, quienes no quieren alternativa son precisamente los que están en el poder. Para ellos toda la creatividad es para intentar legitimar y sostener un modelo que ya no aguanta más, no es para dar un giro de verdad y permitir que otros prueben con algo diferente.
“Lo primero que tenemos que eliminar es nuestro autobloqueo”, y como siempre la pelota se manda al otro terreno sin tomar en cuenta que la censura, la represión y la dictadura, para englobar todo en una sola palabra, ha sido la principal causa del fracaso del proyecto centralizado comunista.
Todas las críticas en materia de libertades pesan toneladas en el resto del mundo para que alguien se decida a dar un crédito a Cuba y, de los pocos que los avalan, luego un gran por ciento queda insatisfecho porque no se les paga de vuelta. Los ejemplos están ahí, van desde naciones tan distantes políticamente de la nuestra como Argentina y China.
Evidentemente la propuesta que viene de las oficinas no pasa por elecciones libres ni democracia, sino por seguir aguantando y tratando de hacer más con menos, con “la seguridad absoluta” de que el único camino posible viene desde el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Es el saldo acostumbrado en este tipo de balances donde se repite lo mismo una y otra vez, año tras año, década tras década, y seguimos sin poder garantizar el pan a todos los ciudadanos, la leche para los niños y la vejez digna para nuestros ancianos.
Esta misma semana aprendimos algo más sobre el pan, y es que tarda ocho horas en hacerse. Entonces, cuando se atrasa la llegada de la harina, ya no se puede desayunar con pan fresco, porque sale al mediodía y no por la mañana. Es una de las maravillas de este país, donde todos los días aprendemos cosas nuevas, gracias a nuestros dirigentes.
No lo dijeron en esa Mesa Redonda, pero lo primero que tiene que hacer un administrador es pensar en cómo va a ir a recoger la harina que le asignaron, ya sea en un carretón de caballos o en un transporte que pagan de su bolsillo él y sus trabajadores, porque todos quieren mantener la fuente de sustento familiar. Aquí que nadie se engañe, ningún trabajador de una panadería vive de su mísero salario, sino del pan, los dulces y las galletas que confeccionan con esa misma harina y venden en el mercado negro, por eso el producto que reciben los cubanos por la canasta básica no cumple con los estándares de calidad.
En ningún lugar del mundo la gente está pensando en la cadena del pan, simplemente va a su panadería y lo compra, todos los días, todo el día, y de todo tipo (sí, porque recordemos que aquí se habla de lo más básico, del producto de peor calidad posible y ni siquiera ese lo pueden garantizar).
Aquí los ministros nos explican como se hace cada cosa en detalle, desde el pan hasta el transporte. Somos unos privilegiados con este nuevo proceso de alfabetización que nos llega por la televisión nacional en voz de la alta nomenclatura.
Al final, usted lo sabe, no es para que aprendas cómo se hace nada, sino para justificar por qué no se hace. En muchas ocasiones incluso reconocen que son incapaces de satisfacer las demandas de la población tanto en calidad como en cantidad, sea el producto o servicio que sea.
Sin embargo, nadie se cuestiona por qué si son incapaces de cumplir con su objeto social siguen siendo los únicos encargados de asumirlo, por qué no se le deja al sector privado que se encargue de garantizar el pan o el transporte del país, por qué algo tan simple tiene que ser parte de la agenda de un Gobierno.
En los centros de trabajo, ya sea de producción o de servicios, a lo mejor no hay producción ni servicios, pero sí un mural donde se recuerdan las efemérides del mes o las fotos de los líderes de la Revolución. Allí se dedica tiempo importante (ese que atrasa la confección del pan, por ejemplo) en reuniones del sindicato o el PCC, donde es más importante contribuir si hace falta en la labor represiva del Ministerio del Interior (MININT), las Fuerzas Armadas (FAR) y la Seguridad del Estado que cumplir los planes productivos.
Son las distorsiones de las cuales no hablará nunca nuestro Jefe de Estado en su programa, donde es constante la política agresiva hacia el Gobierno de Estados Unidos, el gran ogro de la película.
No importa que el Producto Interno Bruto (PIB) cubano se siga deprimiendo mientras eso sea porque los trabajadores dedican tiempo a lo que no es; aquí lo crucial es mantenerse en el mando a toda costa.