Autor: Leonid Lopez

Al otro lado de la barra del bar

Tanaka no se creía nadie especial. De hecho nunca había pensado si su vida tenía o no algo de valor. Respiraba al despertar más que para animarse a levantar, para convencerse que aún seguía ahí. No tenía ninguna afición, me dijo. Par de veces le hizo de caddy al jefe.

Mangos, sonrisas y una sombra

Luego de un atrasado comienzo de primavera hoy hace un calor de verano. Sentado en el autobus que me lleva a casa respiro con gusto el frío del aire acondicionado. Es un frío seco y sólido. De plano una sensación de agradecida parálisis golpea el cuerpo y los suspiros ocupan el lugar de los pensamientos. Quisiera quedarme así, digo a mi reflejo en el cristal de la ventana.

Ecos de un salto

El bufón en la cuerda floja. El rey mira desde el trono. El bufón, con los ojos vendados, adivina cada paso. El rey, en éxtasis, espera la segura caída. ¿Quién reina más alto? ¿Quién es el bufón? ¿Quién tiene los huesos rotos aún antes de caer? Yo sigo andando, un paso buscando el siguiente, otra cosa no sé hacer.

De una luna, una voz y un puente

Edificio en Ibaraki, mi nueva casa. Cuarta planta. Al final del pasillo, costado de una puerta ajena. Miro la luna roja entre cables y techos de otros edificios no muy altos. Tengo residencia en Japón por tres años. ¿Qué significará eso?

Naftalina, alcohol y un beso

Algo parecido a un viejo boulevard, pero este bajo techo. Tiendas a los lados. Un camino largo y varios ramales pequeños y más estrechos.En el ambiente dos olores conocidos. Un olor a noche que conocieron mis huesos durmiendo en cualquier sitio de La Habana. Otro olor, el de la naftalina propia de los negocios de 60 años o más.

De cómo ser actor sentado en el público

Fue el 31 de diciembre, año 2009. Supongo un mundo lleno de gentes con grandes expectativas para el nuevo año. ¿Será esto cierto? No sé, en algún puerto perdí esa carga. Hago lo que tengo que hacer cada día, como puedo, como siempre.