Ecos de un salto

Leonid López

leonid1HAVANA TIMES — El bufón en la cuerda floja. El rey mira desde el trono. El bufón, con los ojos vendados, adivina cada paso. El rey, en éxtasis, espera la segura caída. ¿Quién reina más alto? ¿Quién es el bufón? ¿Quién tiene los huesos rotos aún antes de caer? (1)

Yo sigo andando, un paso buscando el siguiente, otra cosa no sé hacer.

Supuestos sitios de masajes anunciados en fotos que tentaban a más, love hotels, pequeños negocios semi iluminados, bares de compañía donde muchachas jóvenes invitaban sonrientes a pasar, jóvenes vestidos como empresarios dejaban leer en los ojos el oficio de chulos. Era la calle por la que caminaba para ir a la escuela de japonés.

YWCA (Young Women’s Christian Association). Una escuela para impartir clases de japonés a extranjeros que quisieran entrar a las universidades japonesas. La cabeza como una parrilla, el cerebro un asado. Mi dormida epilepsia regresó una mañana en el tren. Mi risa trataba, sin éxito, de encontrar tiempo para ejercitarse.

No encontraba lógica al idioma que parecía armarse a partir de trozos inconexos. Me martillaba los huesos sus tres vocabularios: hiragana que era el autentico japonés, katakana para las palabras asimiladas de otros idiomas y los kanjis heredados de China que tienen en Japón lectura china y japonesa. El curso a la misma velocidad que las gentes cruzando las calles céntricas en horario pico.

leonid3A la hora del almuerzo caminaba. En cada cuadra más de un sitio para comer y cada dos o tres un convenience store. Luego grandes edificios, centros de convenciones, karaokes, tiendas de alquiler de música y vídeo, grandes mercados de alimentos, tiendas por departamentos. En fin como muchas grandes ciudades.

La diferencia quizás en el peso de tantos edificios prefabricados sin adornos ni variedad de colores. Para mi asombro además la ausencia total de gente pidiendo limosna. ¿Dónde irían a parar la gente sin casa?

El lado oscuro que había visto de la ciudad me parecía muy organizado y limpio. ¿Dónde estaba el vertedero hacia el que la ciudad arrastraba sus tumores?

Y entonces las caras de los japoneses inundando cada esquina, veloces y seguros, las caras, sobre todo las caras de ojos duros y sin chispa. Como si la certeza fuera el fin y no el camino para llegar donde sea que fueran sus deseos.

Trataba de leer aquellos rostros, seguramente algo guardaban para el ojo aguzado. Pero aún era pronto para sacar conclusiones. Quizás no había nada que demostrar. Como en cualquier parte la gente hacía lo que podía para seguir vivo y poco más que eso. Sin embargo sospechaba que alguna pulsión particular empujaba la vida aquí.

leonid2En el tiempo que duró el curso desandé bastante la ciudad de Osaka. Me adapté a los carteles en japonés y a veces parecía que el español se infiltraba entre las voces de los japoneses. La realidad se armaba de la ilusión y tomaba cuerpo mientras más se plantaba como única sustancia a mano.

Un día, sin saber cómo, llegué a reconocerme en esas calles. No era la familiaridad que da el paso diario; todavía, de a ratos, frotaba los ojos como despertando de un sueño. Más bien parecía que todo aquello me hacía a un lado, me dejaba estar con indiferencia casi cómoda. La ciudad empezaba a cercarme poniendo mis ganas a la altura de sus poses.

Cierta tranquilidad cansada me conducía de un sitio a otro. Sin dudas era yo, lo decían mi pulso y mis ansias. Por otro lado me desconocía, no podía decir quién había sido en el pasado, que certidumbres me aferraban a los días.

El bufón salta cuerda abajo. Había repetido su número cientos de veces, su cuerpo estaba preparado para cualquier error. Sin embargo ningún entrenamiento basta para lidiar con los ojos frente a ti que no miran, que se detienen en algún punto entre tu voz y su silencio.
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(1)   Recordando la pélicula The King and the Clown del director coreano Lee Joon-ik

Leonid Lopez

Leonid Lopez:Me llamo Leonid. Mis padres me nombraron así porque nací en Cuba el mismo día que visitó La Habana el expresidente de la antigua Unión de Republicas Socialistas Sovieticas Leonid Brezhnev. Ahora es un nombre fuera de moda. Viví en Cuba 34 años, Llevo 5 meses en Japón. He cambiado algunas ideas pero sigo creyendo en dos: Creo en lo imprescindible de la posibilidad de elección, pero tambien que la felicidad es responsabilidad de cada quién y nadie puede otorgarla o negarla. Cuba me pareció un buen lugar para crecer, luego comenzó a ser como una madre que devora a sus hijos. Hay quien cree en la Patria, yo creo en la bondad. Donde esté esta puedo tener mi nido. Ahora es aquí con mi esposa, mañana no sé.

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