¿Víctimas o victimarios?
Erasmo Calzadilla
De costumbre llego tarde a casa, cuando ya hace rato mi familia se acostó, pero el sábado 21 de noviembre una sorpresa me llevé al abrir la puerta: con la luz apagada, sentada en el sofá y la cabeza recostada entre las manos estaba mi abuelita esperándome despierta.
Mi abuela, como supongo les pase a casi todas, pierde el sueño si presiente que algo malo le ha pasado a su nieto, es decir a mí. Esta vez la tenía angustiada algo que había escuchado en el noticiero de las 8.00 pm, algo que había pasado en la Habana, y que de alguna manera ella asociaba conmigo.
Calmado su nerviosismo al verme entrar sano y salvo, la madre de mi padre pasó a contarme lo que había pasado: “resulta que estaban unos jóvenes reunidos en una fiesta pública en el Vedado, cantando y bailando, cuando de pronto se dieron cuenta que entre ellos había un grupo gritando cosas que nada tenían que ver con la fiesta: consignas contrarrevolucionarias.
Al ver aquello los jóvenes comenzaron a empujar y a golpear a aquellos que no habían sido invitados y no eran bienvenidos.” Eso me contó mi abuela, pero su historia no me pareció creíble.
Esperé esa noche hasta bien tarde a ver si en el noticiero del cierre repetían la noticia, pero por gusto, los locutores solo hablaron de cosechas en un trabajo voluntario y cosas por el estilo.