Un repaso por El Surgidero de Batabanó

Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES — El recorrido La Habana-Batabanó-Nueva Gerona lo he realizado cientos de veces porque viví muchos años en la hoy llamada Isla de la Juventud, desde siempre Isla de Pinos.

Al cabo de un buen tiempo sin visitar el pequeño pueblo llamado El Surgidero, volví a este lugar, donde se toman las embarcaciones rumbo a la segunda isla del archipiélago cubano. Recordé varias cosas de tiempos pasados, desaparecidas, sin ver algo nuevo.

Cuando éramos estudiantes y viajábamos en los Ferries hacia La Isla o de vuelta a Cuba, las seis horas de aquel recorrido invocaban muchos recuerdos, unos versos típicos de los escolares aludían a la soledad de este pueblo costero en el sur de La Habana, decían así: Batabano, pueblo oscuro, con tu carretera tan larga…Por grosera no es dable escribir la continuación, tampoco me parece necesaria.

A la memoria de Juventino Rosas.

Otra remembranza va lejos, hasta el Hotel Los Dos Hermanos, auténtica joya arquitectónica lamentablemente desaparecida. Eran tres pisos de madera, hacia el interior Caoba, Cedro y Majagua, con deslumbrantes celosías, mostradores azules en su negrura reluciente como espejos, además de las habitaciones, ruidosas porque al ser incapaz el nuevo dueño estatal de renovar las alfombras, los pisos crujían molestando a los huéspedes de abajo.

Estación de tren de Batabano.

No puedo olvidar el recuerdo imperecedero de Juventino Rosas, el célebre compositor Mexicano, autor del Vals “Sobre las Olas”, quien vino a morir a este apartado rincón del planeta en 1894, solamente quince días después de abandonar el tren en la estación junto al mar, aparatosamente protegida por un viejo cañón que se niega a desaparecer.

Acabo de realizar un recorrido por el pequeño pueblo junto al mar. Fue sitio de obligado andar para comerciantes y pasajeros rumbo a la Isla de Pinos o intentando conectarse con otros lugares de la costa sur cubana. Recibió el ferrocarril en 1843, tal vez mucho antes que célebres ciudades de Europa y la America continental.

Las calles principales, largas porque son la continuidad de las carreteras, siguen tan polvorientas como en siglos anteriores. Aunque algunos lugareños orgullosos dicen que el tren continua arribando los días entre semana, puedo asegurarles que nada de viajes por ferrocarril animan a la vieja terminal, cerrada y sin público, como el eterno esperar de la Penélope de Serrat.

Donde fue el Hotel Dos Hermanos.

La vieja terminal es la misma que conocí en mi juventud, tal vez igual a la que recibió al ilustre compositor azteca. Evocando al célebre artista,  solamente encontré una escultura, bella en su concepción, pero deslucida dentro de un pequeño parque totalmente descuidado, siempre con los interminables raíles de hierro señalando hacia el infinito.

Conozco que años atrás el Vals “Sobre las Olas” era entonado por los orgullosos habitantes del pueblo, durante las celebraciones correspondientes, acompañados por una orquesta formada voluntariamente entre sus coterráneos. Desde hace un buen tiempo esta tradición duerme, esperando por un necesario reloj despertador, cuyas campanadas claman por extenderse a todo mi país.

Finalmente busqué un refugio contra las horas bajo el sol, esperaba encontrarme con “Los Dos Hermanos”, pero solamente alcancé a grabar la última fotografía que les muestro, recuerdo final de un día aciago en El Surgidero de Batabanó.
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Vicente Morín Aguado: [email protected]

One thought on “Un repaso por El Surgidero de Batabanó

  • Me ha entrado melancolía al leer estas letras. Hace unas semanas he estado en el Surgidero buscando encontrarme con los lugares en que vivio casi 40 años mi abuelo, marinero, pescador de esponjas, al que no pude conocer. Ahora estoy al otro lado del Atlántico, en el Mediterráneo, pero sintiendo cerca Batabano.

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