Para que no te señales

Yusimi Rodriguez

¿Es posible señalarse por no ejercer un derecho? Foto: Caridad

HAVANA TIMES, May 10 — ¿Quién dijo que en Cuba votar en las elecciones es obligatorio?  Nuestro gobierno no ha promulgado ninguna ley que obligue a las personas a presentarse a las urnas. En nuestro país, a nadie lo llevan preso por no ir a votar.

¿Entonces, por qué la madre del colega Erasmo estaba asustada por el simple hecho de que su hijo no acudiera a su colegio electoral para efectuar el voto?  A veces, la gente tiene miedos injustificados.

En la circunscripción de una conocida mía fue necesario hacer una segunda vuelta en las elecciones este domingo, porque había existido un empate en la anterior. Los electores fueron a votar temprano, como se nos exhorta a través de la televisión. A las 12 del día todos habían votado. Excepto mi conocida. A esa hora ella estaba secándose el pelo en la peluquería; para votar tenía tiempo hasta las 6 de la tarde. Pues la fue a buscar un compañero de los que dirige la cuestión de las elecciones, de lo más molesto porque ella no había ido a votar y las personas del colegio electoral sólo estaban allí esperando por ella. “Ellos son seres humanos y quieren irse a su casa a descansar,” le dijo.

Mi conocida le respondió que ella podía incluso sentarse frente al colegio a las 6 menos cuarto de la tarde y esperar justo hasta que faltara un minuto para ir a ejercer su derecho. “Porque votar es precisamente eso, un derecho. ¿O no estamos en un país democrático donde uno vota si lo desea?,” preguntó.

“Pregúntale a tu madre si tienes que votar o no.”  Así, textualmente, y con el tono amenazante que de por sí sugieren las palabras, fue la respuesta del compañero.

Eso ocurrió al día siguiente de mi visita a un amigo que tengo en Alamar. Me contó que su hermano lo había visitado el domingo anterior, día de la primera vuelta de las elecciones, para preguntarle si iba a ir a votar. El vive con su esposa hace más de dos años, pero su nombre aparece en el registro de elecciones de la circunscripción donde vivía con sus padres.

Mi amigo pudo responder que no tenía sentido ir a votar ya que él no conocía a ninguno de los candidatos; a su antiguo barrio solo va de vez en cuando, de visita.

¿A quien le importa?

Pero en realidad, a nadie le importa por quién usted vote, lo importante es que asista, que sea registrado en las estadísticas de los que votaron “POR EL MÉRITO Y LA CAPACIDAD,” de los que apoyaron a la Revolución, porque el simple hecho de asistir implica que usted respalda el sistema electoral cubano.  No se trata de elegir entre dos o más partidos. No hay más de un partido para elegir.

Quién será su delegado de circunscripción al final solo significará una pequeña diferencia en su localidad, pero no en la vida política ni económica del país. Votar o no votar, he ahí el dilema, porque no votar es la única forma de oponerse al poder durante las elecciones, de demostrar desacuerdo con el mecanismo.

Raul Castro votando el 25 de abril, 2010. foto: granma.cubaweb.cu

“¿Pero por fin votar es un derecho o es un deber?.” Esta pregunta también se la hizo mi amigo a su hermano, y la respuesta fue que “es un derecho y es un deber de todo revolucionario.”  En otras palabras, si no votas, significa que no eres revolucionario. ¿Se puede deducir otra cosa?

Mi amigo finalmente aseguró que iba a votar. Era lo que esperaba su hermano para irse tranquilo a casa, pero antes de hacerlo le recomendó: “Ve temprano, para que no te señales”.

Can not exercising a right be held against you?

¿Es posible señalarse por no ejercer un derecho?  ¿Me señalo si no ejerzo mi derecho de comprar los productos que me tocan por la libreta de abastecimientos? 

Finalmente ese amigo no fue a votar.  La conocida de la primera anécdota sí lo hizo. ¿Y yo?  A estas alturas usted debe estarse preguntando si yo voté o no voté en las elecciones. La respuesta es sí.

Sentí que aunque mi voto no cambiara nada a nivel nacional, al menos podría significar una diferencia en mi circunscripción. El delegado que habíamos tenido anteriormente no había hecho las cosas bien… No. Voté porque sencillamente tuve miedo. No he reunido aún el valor que tuvo Erasmo.

“No te señales,” es una frase que estoy oyendo casi desde que tengo uso de razón. No te marques, no te salgas del rebaño, del comodo anonimato de la masa. Tengo cierta idea de las consecuencias de “señalarse,” aunque nunca he ido lo suficientemente lejos.

Hace cinco años incurrí en la ingenuidad de preguntar por qué se había fusilado a los jóvenes que intentaron secuestrar una lancha en el año 2003, si ellos no habían matado a nadie, cuando en nuestras cárceles hay otras personas que sí han asesinado, y no han recibido pena de muerte. Ese último dato acababa de ofrecerlo la persona que estaba frente a la clase en aquel momento. Era un diplomado de periodismo.

Fue peor que si yo hubiera dicho una mala palabra. Mis compañeros de clase asumieron la actitud que les correspondía: afirmar que aquello se había hecho porque la patria estaba en peligro, y de paso cuestionar mis principios y valores revolucionarios, preguntar de parte de quién yo estaba.

Yo me sentía de lo más orgullosa cuando le contaba el incidente a las personas más cercanas a mí. Para alguien como yo, casi siempre dominada por el miedo y la cautela, aquella preguntica era un pequeño acto de valentía, un ligero cuestionamiento al poder.

Mis amistades y parientes me miraban como si fuera estúpida. ¿Cómo se me había ocurrido hacer semejante cosa?  Pero en realidad el incidente no tuvo mayores consecuencias. Al menos, no ese año.

Al año siguiente me expulsaron del trabajo por un asunto que para nada se relacionaba con aquella pregunta que hice. Sin embargo, durante una conversación que sostuve con el director del lugar, supe que aquel lejano incidente de un año antes, lejos de caer en el olvido, había aportado su pequeño granito de arena a mi expulsión.

¿Era justificado el miedo de la madre de Erasmo?  Muchísimo.

¿Es obligatorio votar en mi país?  No hace falta, el miedo que sentimos es mucho más efectivo que cualquier ley.

¿Hizo bien mi colega en no ir a votar?  No lo sé, pero lo admiro.