Acto de repudio de la FMC contra periodista
podría comprometerla ante Consejo de la ONU
Por Mónica Rivero (El Toque)
HAVANA TIMES – El 8 de diciembre de 2020 la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) organizó un acto de repudio contra la periodista independiente Iliana Hernández, frente a la casa que comparte con su familia.
Al menos un centenar de personas, entre ellas estudiantes de una escuela de deportes, fueron movilizadas hacia el lugar; bastaron para llenar la cuadra. Con bocinas que emitían música a altos decibeles, carteles, banderas de la organización de masas y banderas cubanas, las personas convocadas vociferaron a la puerta de su objetivo consignas oficialistas, ofensas y descalificaciones durante al menos media hora, a juzgar por la transmisión en vivo que hizo Hernández en Facebook.
En las redes sociales muchos condenaron públicamente el acto, y repararon en lo contradictorio de que fuera una organización encargada de defender los derechos de las mujeres cubanas la que protagonizara semejante espectáculo de abuso.
Al día siguiente, la FMC publicó una declaración «condenando las acciones injerencistas y mercenarias contra Cuba». En ella afirman: «las federadas cubanas, las hijas de Vilma y de Fidel, no aceptamos, ni aceptaremos jamás, presiones ni chantajes, de quienes, al servicio del imperio pretenden socavar el orden político, económico y social de esta Cuba (…)». El mensaje enfatiza que les «asiste la moral y la fuerza de la verdad, para enfrentar y repudiar enérgicamente las manifestaciones en contra de la Revolución», para concluir con el juramento de que «¡Las calles en Cuba, son y serán siempre de las y los revolucionarios!».
Afirmar que el posicionamiento político e ideológico de la organización le otorga cobertura y supuesta legitimidad para «repudiar enérgicamente» es una reivindicación de los actos de repudio, un fenómeno de triste trayectoria en Cuba desde 1980 durante el éxodo del Mariel. Desde entonces es una expresión extrema de odio, intolerancia y discriminación que las autoridades no solo permiten (incluso cuando han llegado a la agresión física), sino que promueven.
Ailynn Torres, sicóloga y feminista, comentó que «actos de repudio es un eufemismo que nombra lo que son, en realidad, políticas de odio y discursos de odio», que la Unesco define como aquellas «expresiones a favor de la incitación a hacer daño (particularmente a la discriminación, hostilidad o violencia) con base en la identificación de la víctima como perteneciente a determinado grupo social o demográfico. Puede incluir, entre otros, discursos que incitan, amenazan o motivan a cometer actos de violencia».
La Federación de Mujeres Cubanas declara entre sus objetivos la plena incorporación y promoción de la mujer «en los ámbitos económico, político, social y cultural del país en condiciones de igualdad de derechos y oportunidades». Sus Casas de Orientación en cada municipio de Cuba «proporcionan orientación, asesoramiento y formación en cuestiones como la lucha contra la violencia, la educación y la ley», y entre sus «principales acciones» estaría la divulgación jurídica de los derechos de las mujeres y las vías para demandarlos.
Al reivindicar actos de repudio, la FMC desconoce no solamente los principios que ha enarbolado como organización de la sociedad civil en Cuba, sino que compromete también su papel de entidad de referencia ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (Ecosoc), en el cual tiene estatus consultivo con categoría especial desde 1997.
Tanto las directrices internas de la FMC como las de entidades internacionales a las que pertenece o con las que colabora establecen la promoción y protección de los derechos civiles y políticos.
Los actos de repudio comprometen la dignidad y atentan contra la integridad tanto de quienes son movilizados para ejecutar el acto, como de sus blancos, colocados en situación de vulnerabilidad por aquellos y, lo que es absurdo, por las organizaciones e instituciones que tienen justamente el mandato social de velar por sus derechos pero que, por el contrario, exhiben su licencia para violarlos al amparo de una agenda oficial.