Cuba: Un año nuevo y un viejo estilo

Por Pedro Campos

Miguel Díaz Canel (der), el que supuestamente será el próximo presidente de Cuba, constató la marcha de la campaña tabacalera en la provincia de Artemisa. Foto: Otoniel Márquez/granma

HAVANA TIMES — El diario Granma trae las noticias los días 4 y 6 de enero de 2017: “Constata Díaz Canel marcha de la campaña tabacalera en Artemisa”. “Evalúa Ramiro Valdés programa inversionista en Santiago de Cuba”. “Recorrió Valdés Mesa entidades de Mayabeque”.

Según el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, constató la marcha de la campaña tabacalera en esta provincia, visitó la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco Lázaro Peña, conoció de las perspectivas de desarrollo y la situación actual y se interesó por las condiciones de trabajo de la fuerza que hace posible la concreción del objeto social, y su retribución salarial”.

Por su parte, el vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Ramiro Valdés, en su visita, “evaluó el programa de construcción de viviendas, las obras del sistema de Recursos Hidráulicos, la marcha de la nueva terminal marítima, y otras importantes inversiones que tienen lugar en la provincia y señaló que el nuevo año impone más control en el uso racional de los recursos destinados al importante tema y mayor exigencia en la calidad de las edificaciones”.

Igualmente, el otro vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Valdés Mesa, en su recorrido, “convocó a seguir al detalle los parámetros de eficiencia, aprovechar al máximo la materia prima, producir con calidad y sustituir importaciones… lo importante es hacer un correcto uso de los portadores energéticos, cumpliendo los índices de consumo, así como emplear la ciencia y la técnica en cada labor agrícola… No podemos improvisar, hay que planificar, controlar, exigir y ahorrar los recursos que llegan a nuestras manos”.

De esta manera, con el nuevo año se reanuda el viejo estilo de trabajo, heredado de la época estalinista en la Unión Soviética, caracterizado por visitas de la “dirigencia” a centros de producción, complejos de viviendas y obras sociales en construcción, etc., para verificar el cumplimiento de los planes trazados desde arriba y evidenciar la “obra de la Revolución en beneficio del pueblo”.

Ramiro Valdés en la potabilizadora del Caney. Foto: Eduardo Palomares/granma

Generalmente acompañados de un séquito de cachanchanes, periodistas oficiales, fotógrafos, chóferes, sirvientes, guardaespaldas, jefes locales y amigos, en sus “recorridos” los “altos” dirigentes siguen un guion, como puede apreciarse en los párrafos anteriores, donde constatan la marcha de los planes, se preocupan por los trabajadores y dan las mismas orientaciones generales, superficiales y voluntaristas de siempre: “hay que exigir, hay que aumentar la calidad, ahorrar, controlar bien los recursos”.

Ese “estilo de trabajo”, clásico del estatalismo, tiene como objetivos fundamentales demostrar la preocupación de los dirigentes por el cumplimiento de los programas e inversiones del gobierno central, su interés populista en las condiciones en que desempeñan su labor los trabajadores y estimularlos “con su presencia”.

Todo, partiendo de la filosofía burocrática de que la garantía principal del cumplimiento de los planes está en el desempeño de los “cuadros”, el control y la exigencia y no en la relación que hay entre el trabajo y su justa compensación. Y mientras esto no se aplique, porque no se entienda o porque no convenga a la burocracia, no habrá manera de salir del desastre actual.

Para ellos, los trabajadores no trabajan lo que deben ni cómo deben, desvían recursos del Estado, porque son ladrones y todo eso pasa porque los cuadros intermedios no controlan, no exigen, no ahorran. Todos deberían trabajar por amor a la Revolución, a sus dirigentes, por el futuro que les están prometiendo hace casi 60 años, cuando ya todo sabemos que no hay futuro si no hay hoy mismo.

Esa alta burocracia, enraizada en el poder, cree que son los de abajo los que deben informar a los de arriba, rendir cuenta de lo que hacen, cuando debiera ser precisamente al revés: los que fueran electos a cargos de dirección ejecutiva, deberían ser los que informen al pueblo, a la prensa y a los órganos de control popular sobre la forma en que están cumpliendo las tareas encomendadas, en qué se ha gastado el dinero recogido en impuestos, por qué no se han cumplido los presupuestos, etc.

Salvador Valdes Mesa en la Empresa Resecadora de Tabaco Rubio conoció de la marcha del proceso productivo. Foto: Carlos Cánovas/ganma

Desde luego eso demandaría un cambio radical en toda la concepción de sociedad, que sigue aplicando el grupo de auto-designados dirigentes, sin contar con la opinión popular, sin realizar elecciones libres y democráticas, verdaderamente populares y sin cambiar las estructuras estatales de propiedad y control centralizado de la economía y la política.

Así que lo más interesante de esta temprana ofensiva de “control y ayuda de los vicepresidentes” es la reiteración de que luego de la muerte del caudillo, el gobierno sigue aferrado a los viejos métodos y concepciones del control, la planificación centralizada desde arriba, el voluntarismo y el populismo tradicionales del llamado socialismo de estado que ha demostrado su pleno fracaso donde quiera que se ha ensayado, especialmente en Cuba. Una reiteración de que “aquí no ha pasado nada y seguimos con más de lo mismo”.

En fin, que NO hay que cambiar nada de lo que debe ser cambiado, en absoluta violación del concepto fidelista de revolución, firmado, dicen, por seis millones de cubanos.

4 thoughts on “Cuba: Un año nuevo y un viejo estilo

  • Y mientras el PIB descendio al 0.9% en el 2016, es decir no hubo resultados a pesar de los lineamientos, el congreso del PCC, los centos de millones invertidos/endeudados en el puerto del Mariel, la supuesta apertura economica raulista y que Cuba esta cambiando. Pobre Cuba.

  • Excelente Pedro.Eso mismo sentí cuando leí esas noticias en el Granma. Cada año es peor que el anterior y la clase política cubana se atrinchera en las mismas formas de hacer las cosas durante 60 años, aunque la posición de Obama fue la correcta y al revés de la nomenclatura cubana: no se puede utilizar las mismas medidas si durante 50 años no han funcionado.En reversa de la historia los militares cubanos se burlan de Obama y abrazan a Trump, y todo a nombre del socialismo. Es que necesitamos que encierren a la clase política-militar en un manicomio porque este empecinamiento en el desastre es ya la evidencia de la esquizofrenia que sufre el PCC y el Consejo de Estado.
    Tienen la alternativa de profundizar las reformas que ellos mismos han aprobado y ampliarlas con las sugerencias de los economistas pero la esquizofrenia los tiene paralizados.
    Ese estilo de dirección de ir a visitas programadas a las empresas e instituciones, es lo que derrumbó entre otras cosas el socialismo en la URSS.El dirigente intermedio le dice al superior lo que quiere oir, este le da unas palmaditas y lo conmina a ser más “eficiente” y la economía real marcha por otros rumbos de robo desfalco corrupción y malos pagos a los trabajadores.Los primeros simuladores del sistema son todos los que “dirigen el país” desde la cúpula del PCC y el Consejo de Estado hasta el dirigente municipal. El sistema está podrido.

  • cada fracaso cubano fue precedido por triunfantes visitas y recorridos de dirigentes constatando la maravilla del futuro cubano, luego viene la debacle pero envían a otros dirigentes a constatar lo bien que va lo próximo… tengan fe, la revolución solo necesita otros 60 anos para lograr producir una calabaza..

  • Agregar que al final del recorrido, sea positivo o negativo, todo termina en un banquete suculento con jabas de regalos que ofrece la parte controlada para calmar los animos de los controladores. Jamas van a los barrios sin agua, donde no se recoge la basura y las calles sin asfaltar y llenas de huecos. Son gobernantes empresarios cuando deberian preocuparse por conocer la situacion de las comunidades que son su verdadera competencia.

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