¡Qué viva la guayaba!

Por Aurelio Pedroso (Progreso Semanal)

Guayaba leaf tea.

HAVANA TIMES – Lo menos que pensó el investigador José Seoane Gallo es que después de aquella maratónica y fructífera cruzada inquisitoria por cada rincón de la provincia de Camagüey en los lejanos años sesenta, su catauro El folclor médico de Cuba, iba a resucitar en manos de jóvenes y consagrados médicos.

Lo nunca visto está aconteciendo. El paciente acude al doctor y el profesional dictamina la solución. Pero, antes de tomar el recetario en manos, le pregunta si tiene en casa o puede conseguir más cual medicamento. Por último, ante la imposibilidad de lograrlo por estar en falta en las farmacias, el galeno no lo piensa par de veces y le dice por lo claro:

—Fomento de hojas de guayaba por espacio de una hora tres veces al día.

La labor de Seoane no tiene precio en su tenacidad y perseverancia (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1984). En primer plano, con carácter protagónico, entrevistó a cuanto yerbero, curandero, santero y botánico encontró a su paso por tierras agramontinas. En extremo interesante, las conversaciones con veteranos mambises. Al mismo tiempo, con carácter secundario, a espiritistas, cartománticas, quirománticas, adivinos y otros integrantes de tan peculiar mundillo caracterizado, entre otras vertientes, por indicarte que, para el mal de la impotencia, por ejemplo, era necesario lo mismo un cocimiento de garañón, de yerba Luisa, una cabeza de cherna o freír la cresta de un gallo.

La llamada “medicina verde” u homeopática ha cobrado inusual fuerza en momentos de falta de medicamentos y fronteras cerradas al envío postal. Al fin y al cabo, muchos de sus componentes están en la flora tan abundante que tenemos en nuestros campos. Tal ausencia de antibióticos, pongámoslo en la mirilla, tendrán que solucionarse con lo que alguien tenga en su jardín o patio.

Momentos bien difíciles para los enfermos en determinadas especialidades. Todo concentrado en el enfrentamiento al COVID-19 y otras pocas enfermedades inaplazables en su tratamiento como las oncológicas y renales. Visible y para nada discutible el esfuerzo económico que está demandando la epidemia, en la que absolutamente todo va a la factura del Gobierno, y en matices claros oscuros la realidad del avituallamiento en nuestras farmacias.

El caso real, arriba mencionado, no paró en las hojas de la guayaba. Poco tiempo después, ya mejorado de las lesiones en la cabeza, el paciente retornó ante el mismo médico de la familia. Esta vez acudía por constantes descomposiciones de estómago o diarreas. Cuenta que el profesional de la Salud le recordó con claridad el caso y le preguntó si tenía cerca la mata aquella salvadora para la infección en la cabeza. Le aclaró que sí, que era propiedad de una vecina. El médico volvió a dejar de un lado el recetario y le sugirió de manera muy didáctica:

—Pídele ahora unas cuantas guayabas.

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