La hoz y el diamante. Pesos y convicciones convertibles

Martin Guevara

Nuevos chinos ricos.

HAVANA TIMES – Los últimos fines de semana los pasé en ciudades capitales por razones de trabajo. Cada vez que tengo un rato libre en estas grandes urbes me acerco a curiosear librerías, exposiciones de pintura clásica o moderna y lo que más me llama la atención de las ciudades, los pulmones de la vida hedonista, los barrios bohemios salpicados de sitios de vida licenciosa, parda, lumpen.

En esta ocasión decidí renovar algunas prendas que ya habían tomado el olor y el color de mi piel así que me sumergí, además, en algunos de esos grandes almacenes que habitualmente evito.

Al cabo de tres ciudades se erigió un nuevo denominador común que en mi percepción, hoy domina claramente el lugar del consumo vertiginoso que otrora y hasta hace muy poco ostentaban la nueva clase de rusos. Ávidos consumistas tras décadas, siglos, milenios de austeridad comunista, llegados de más allá de la Siberia, venidos de la Manchuria de la sempiterna uniformidad: Los chinos ricos.

Y entonces reparé en que además de ser sensiblemente más ricos y de escandaloso peor gusto que sus predecesores, también representen aún más la antítesis, el negativo, lo contrario de lo que una eternidad de alienación y  adoctrinamiento comunista de rigor oriental les trató de imprimir en el hipotálamo para las generaciones actuales y futuras.

El resultado de ese particular ”Hombre Nuevo”, una mezcla de hiena, escorpión, pantera perdida y plaga de langosta que arrasa de manera compulsiva con todo lo que ostente un cartel de “se vende”, me trasladó a Cuba a propósito de las nuevas restricciones gubernamentales para el desarrollo de clases sociales homologables a estas hordas post comunistas.

Desconozco como habrá sido en China, pero el fenómeno de los nuevos ricos dentro de la aún “igualitaria” Cuba socialista, en todo caso se parece mucho a lo ocurrido en Rusia. Los generales, los revolucionarios históricos y su descendencia conforman la nueva estirpe del poder encargada de representar a la nueva jet set y de cargar con el peso de los hinchados cofres de oro. Incluso sin haber tenido que hacer el paripé de los ex soviéticos de abandonar el dominio absoluto del Partido Comunista.

La modalidad de la nueva oligarquía empresarial reúne una serie de particularidades comunes, a saber:

Está más predispuesto a la competencia voraz que el empresariado gestado en las sociedades de mercado aunque esté menos preparado para acometerla.

Es un elemento descreído, apóstata de toda ideología, religión, filosofía que promulgue una finalidad basada en principios morales.

Es ateo, agnóstico, y además descreído de su propio adoctrinamiento.

Mientras el empresariado formado en la sociedad de mercado en algún momento de su vida puede experimentar la necesidad de un aporte espiritual, el nuevo empresario formado en los obligados lemas de la igualdad social es diferente.

En su momento de inflexión, suele reflexionar y revisar su trayectoria precisamente en el sentido opuesto, autocriticándose el dispendio fútil de energía y considerando que es momento de concentrarlas en beneficio propio, que es hora de no perder un minuto más en las viejas consignas engañosas de sus progenitores ni en novedosas utopías estériles.

Considera una pérdida de tiempo la hipocresía habitual en el rico tradicional para equilibrar la culpa. No pide permiso, no pide perdón ni da las gracias. Paga.

Para esta nueva clase rusa, china y cubana, la ostentación de la riqueza es un saludable signo de buen gusto.

No se conciben la filantropía ni el mecenazgo en el arte ni en absolutamente nada que no tenga visos de aportar suculentos beneficios. Aunque aborrecen la cultura invierten grandes cantidades de dinero en pinturas y esculturas sensibles de revalorizarse.

Son directos, sinceros, primarios, sin barnices, sin profundidad y enriquecen de manera exponencial a todo fabricantes de cuanto elemento distintivo de mal gusto pulule en los alrededores.

Están incapacitados para entender que un Rolls Royce gris pueda constituir para nadie en su sano juicio, un símbolo de distinción.

Mientras aprovechan las nuevas restricciones para asfixiar a la incipiente competencia  compatriota sin rubor alguno, empiezan a habituarse a destapar botellas de champán  y a beberlo a pico de botella. Algunos pocos usan copas finas, pero cuando se sienten resguardados por la sombra de la intimidad, llenan los vidrios de cubitos de hielo y de ese característico sirope de color rojo oscuro, ya en peligro de explosión.

5 thoughts on “La hoz y el diamante. Pesos y convicciones convertibles

  • Estoy de acuerdo contigo Martín salvo en una cosa: …» invierten grandes cantidades de dinero en pinturas y esculturas sensibles de revalorizarse». !No! Deberías decir: «…invierten en grandes cantidades de «mierditas» que tengan brilito», sean de plástico fino o una mala copia muy similar al original». No sé cual de los tres: los rusos, los chinos o los cubaniches de cuatro kilos en CUCs tiene peor gusto y falta de cultura sólida.

  • Esos son de los que toman cognac con Coca-Cola, jajaja.

  • No sé como será en China y en Rusia (los rusos que conozco todos tienen buen nivel cultural y jamás los he visto comprando «basura», visten y viven bien); ahora, en el caso cubano es increíble el mal gusto de la mayoría de los que tienen alto poder adquisitivo; eso va desde las casas remodeladas o construidas totalmente hasta los adornos de paredes y mesas, por no hablar de la vestimenta. En Cuba mucho se ha dicho de lo inhumanos en el trato a los trabajadores que son los capitalistas foráneos; pues nuestros «capitalistas» recien engendrados en muchísimas ocasiones les ganan; el pseudo capitalismo cubano es más feroz, se marca la diferencia desde un desayuno de café con leche y tostadas con mantequilla, desde unas zapatillas de colorines y un cadenón lo más grueso posible en el cuello, desde el «hacerse santo» no para ser mejor persona,sino para sentirse protegidos en sus triquiñuelas y manejos turbios, amén de considerar el acto como algo «chic», una subidita en el escalafón social.

  • Los nuevos ricos periféricos son a la civilización occidental, la q va del Danubio al Pacífico bordeando el marenostrum, lo q los nómadas a las civilizaciones mesopotámicas, las admiran a la vez q las desprecian, beben lo peor de ella pues como niños lo superficialmente llamativo les impacta más q lo culturalmente relevante, como su riqueza no ha sido creada mediante las reglas clásicas de acumulación, creación y reinversión sino mediante carroñeros movimientos político empresariales q se nutren de la decadencia de sistemas moribundos no han desarrollado una ética del dinero ni una moral mínima, es como si una familia de chimpancés se apropiaran de un arsenal y lo usan sin más, sin tradición genealógica q le sirva de brújula, sin complejos obstentatorios pues de q vale un AK si no lo usas donde más ruido haga y por supuesto sin conciencia de equidad o repartición caritativa, ellos surgieron de sistemas predatorios de sálvese el q pueda pero donde no se salva el q mejor y más eficientemente nada sino el q mejor se agarre a algún flotador o salvavidas.

    Por suerte y teniendo aun como ejemplo a los nómadas del neolítico, cuando estos seres se reproducen y sus descendencias se normalizan como q se adecentan, adquieren los valores hegemónicos del capitalismo y hasta del calvinismo y pueden incluso ser nuevos motores para saltos adelantes más afortunados q los de Mao.

    En fin, los nuevos ricos son uno de los síntomas más estentóreos de la descomposición sistémica de todo lo q fue la mentira tiránica untada en vaselina comunista, ya en rusia son menos llamativos y en china lo serán dentro de poco como pasó en la India de los 90 o en los estados unidos de finales del XIX.

    Aunque sea duro ver a un Castro desfilar de Chanel mientras piensas en los millones de cubanos q se movilizaron en la zafra del 70 y haciéndolo en un parque que dos horás después de la jet set roja estará atestado de hombres nuevos q pasando ya los 70 sobreviven mani de a peso en mano, pensemos y regocijémonos en el síntoma y por lo demás la historia se encargará como siempre, de poner las cosas en su justo lugar, q es la injusticia triunfante humana al menos en el reino de los hombres.

  • Los soviéticos, que pasaron del feudalismo al socialismo no tuvieron esa etapa de refinamiento que da el sistema capitalista burgués y de ahí la ordinariez, por ejemplo, de su producción mercantil. Sólo tenemos que recordar lo burdo de los productos soviéticos desde armamentos hasta equipos domésticos. Eso de llamarlos “bolos” pretendía definir muchas cosas, porque el cubano sí había tenido la experiencia de vivir a la par los adelantos burgueses norteamericanos, de ahí que la tosquedad soviética les fuera muy evidente.
    (Recuerdo las primeras soviéticas que vi en Cuba a principios de los ‘60s que además de llamar la atención por sus rollizas corpulencias, vestían y calzaban a lo que las cubanas denominaban vagamente como la moda de los años ‘40s cosa que era muy notoria porque todavía en esa época en Cuba la moda para hombres y mujeres aún era la misma que era en New York)

Comentarios cerrados.