No siempre el vivo vive del bobo

Por Ivett de las Mercedes

HAVANA TIMES – La herrería es un oficio que en Cuba siempre ha estado presente. En la actualidad acceder a dicho servicio no siempre es posible: la materia prima es difícil de conseguir y generalmente no se puede justificar su procedencia.

Conversar con Lizet Moreno (40), me alivió un poco; durante toda mi vida adulta he sido víctima de malas experiencias con herreros, albañiles, plomeros, mecánicos que no tienen cultura de servicio y han olvidado aquel slogan: mi trabajo es usted.

Hace poco contraté a un herrero y, salvo algunas diferencias de precios y criterios, mi historia es muy parecida a la que me contó Lizet.

HT: ¿Por qué motivo necesitaste al herrero?

LM: Cuando una vive cerca del mar las ventanas de madera se deterioran mucho, y el comején hace de las suyas. La mayoría de los vecinos del edificio fueron renovando sus puertas y ventanas a lo largo de los años. Recuerdo que había cumplido los diez cuando hicimos un cambio, una vecina nos donó una ventana que no estaba en tan malas condiciones.

En esa época mi familia vivía de lo que otros desechaban. La del cuarto de mis padres la resolvimos mediante una compra por Revolico que agotó mis ahorros. Posteriormente, una amiga me regaló una de hierro a la que le faltaban los cristales y el óxido la estaba cubriendo; la reparamos un poco y duró hasta ahora.

HT: Pero los cristales son difíciles de conseguir

LM: Todo es difícil, porque no hay un sitio confiable a donde se pueda acudir. Busqué muchas opciones, las ofertas en el mercado negro eran demasiado caras. Me decidí entonces por el acrílico, así que tuve que comprar además un pegamento especial. 

HT: Existe el criterio de que los acrílicos son mejores que los cristales para aguantar la fuerza del viento.

LM: Por suerte, esos acrílicos resistieron hasta ahora, pero vivo en un quinto piso y el sol ha deteriorado el material. Aún así, soportaron el paso del último ciclón que pasó cerca de La Habana: el Irma. Pensé que la ventana iba a salir volando con las ráfagas, y no fue así.

De todas maneras, ya estaba demasiado oxidada y los acrílicos se habían despegado. Cuando el aire se ponía en su apogeo tenía que amarrarla y la nueva temporada ciclónica estaba cerca. El dinero lo había ahorrado y, aunque no podía aspirar a una ventana nueva de aluminio con cristales porque cuestan 300 cuc, necesitaba una antes de mayo.

Después de buscar por Revolico y otros sitios de venta no encontré ninguna que se ajustara al tamaño que necesitaba, fue entonces que decidí ir a ver a un herrero que vive a unas cuadras de mi casa.

HT. ¿Lo conocías personalmente o también lo encontraste por Revolico?

LM: Los sitios de clasificados son una vía para buscar personas que ofrezcan distintos servicios, pero a este lo conocía del barrio. En una ocasión lo contraté para reparar una bisagra que necesitaba soldadura. Así que fue fácil dar con él, fui a su casa y le expliqué lo que quería.

Muy complaciente, dijo que en una semana iba a tener la ventana en mi casa, y con sus cristales incluidos; todo me saldría en 180 CUC. Fue un alivio saber que no tendría que preocuparme por conseguir más nada, y tampoco por la mano de obra, pues también correría por su cuenta. No podía creer que todo saldría tan bien.

Al día siguiente pasó por la casa y le di una parte del dinero para que comprara los materiales. A nadie le gusta entregar el dinero sin tener idea de cuánto va a tardar el artículo que estamos pagando, pero es así como funciona, das una parte y luego la otra cuando todo esté terminado.

HT: ¿A la semana recibiste la ventana en tu casa?

LM: No. Nos comunicábamos constantemente, le enviaba mensajes y lo llamaba para que me tuviera al tanto. Todo bien, me respondía, No se preocupe; aun así, fui a verlo al taller donde trabaja de chapista. Después de dos semanas me dijo que la situación estaba difícil, la policía y los inspectores estaban arriba de los herreros, y con cara de santo me pidió que esperara unassemanas a ver si la cosa se calmaba. No dejé de escribirle y al mes respondió que ya tenía la ventana hecha, pero que aún no le habían traído los cristales.

HT: ¿Crees que tu condición de mujer influyó en el trato que te daba?

LM: Es posible que pensara que por mi educación yo no iba a reclamarle el dinero, pero no creo que ser mujer fuera el detonante. Las mujeres en Cuba somos leonas cuando de defender nuestros derechos se trata. Creo que precisamente mi condición lo que me ayudó a recuperar el dinero.

Entre llamadas, mensajes y sus evasivas transcurrieron tres meses, mi sangre hervía de la incomodidad. Volví a su casa; si hubiese sido hombre, la esposa no habría permitido entrar para que lo esperara.

Cuando llegó, trató de engatusarme con el mismo cuento de siempre, pero ya yo no quería la ventana y le pedí el dinero. No recuerdo cuántas cosas le dije mientras él sonreía e intentaba alargar más la situación pidiendo más tiempo a su favor. Sin embargo, cuando escuchó que lo iba a denunciar a la policía comenzó a tartamudear y… apareció el dinero.

HT. ¿No hay herrerías estatales?

LC. Es posible que en algún momento existieran, pero en la actualidad hay que acudir a los particulares y arriesgarse. Un servicio tan importante debería tener respaldo estatal, ni siquiera los herreros con licencia tienen acceso a la compra de materiales de manera legal, todo es por la izquierda, y eso enturbia el proceso.

En mi caso, mucho después supe que este farsante nunca había sido herrero. Con su fachada de chapista con licencia hacía algunos remiendos por el barrio y debía dinero a varias personas. 

HT: ¿Qué provecho sacaste de lo sucedido?

LM: La temporada ciclónica ya había empezado, aunque ningún evento ha afectado al país todavía. Apurada, tuve que acudir a otro herrero que resultó más formal, comprar los cristales también por la izquierda, y luego sufrir los estragos de los albañiles que finalmente colocaron la ventana en el cuarto; por suerte ya todo pasó.

Los estafadores siempre han existido, cuando una escucha lo que le ha pasado a otros lo ve como una película, vivirlo personalmente es indescriptible. Creo que de ahora en adelante, por más necesitada que esté, no volveré a dar mi dinero por anticipado a nadie y cuando vuelva a hacer algún tipo de negocio me encargaré de dejar bien claro que ser educada no tiene nada que ver con ser tonta.

One thought on “No siempre el vivo vive del bobo

  • Muy interesante. En Cuba pasamos trabajo para todo, incluyendo lo mas minimo. Solo nos acordamos de la herreria cuando se acerca un huracán. Con respecto a la gentión y a la estafa en Cuba existe de todo, ya la solidaridad se va por las alcantarillas.

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