Esmeralda busca una respuesta

Por Ivett de las Mercedes

Esmeralda Rojas

HAVANA TIMES – Esmeralda Rojas Soto (65 años) pertenece a una cooperativa en el municipio de Artemisa. Desde hace 40 años se dedica a la cría de animales vacunos para venderlos a la Empresa Cárnica. Como otros campesinos, ha sufrido discrepancias con el responsable del matadero a la hora del pesaje de sus reses.

Esmeralda Rojas: La cooperativa a la que pertenezco tiene un contrato con la Empresa Cárnica y se queda con el 5% de la venta. Ese convenio se basa en una serie de acuerdos que incluyen la selección, transportación, pesaje y recepción del ganado. Y, por supuesto, tienen que cumplirse las regulaciones sanitarias. 

HT: ¿Cuántos animales tiene y cómo es su seguridad?

ER: En estos momentos tengo dos toros, una yunta de buey y una vaca, que nos da tres litros de leche diario para nuestro consumo. Nuestro sustento es la venta de los animales, y es un trabajo que no es nada fácil. Nos la hemos visto negras cuando hay sequía y se dificulta la alimentación de las reses.

El terreno de la cría es grande, es en el patio de la casa. Yo no duermo, me paso la noche vigilando acostada en un sofá que está cerca de la puerta del patio. No sé qué es dormir en una cama desde hace muchos años. Tengo amarrado un perro en un corral, pero aun así no confío. Aquí se robaron una vez un caballo y nunca apareció.

HT: ¿Cuáles son los conflictos con el Matadero?

ER: Llevo trabajando como cooperativista muchos años. Sé de qué categoría es el toro o la vaca por su peso y la edad. El kilogramo de primera lo pagan a 16,40 pesos moneda nacional, el de segunda a 12 pesos y el de tercera a 6 pesos.

El establo.

Cuando entregas el animal tienes que esperar a que te traigan un certifico a la casa para decirte qué categoría tiene el toro. A veces no te lo traen; te vienes a enterar del precio cuando tienes el cheque en la mano.

En el mes de junio un comprador vino a llevarse un toro en un remolque. Le dije que era de primera porque pesaba 445 kilogramos y tenía tres años, al final ellos pusieron que era de tercera, o sea, menos dinero para mí. He escrito a varios lugares y nadie me da la cara. Fui hasta el matadero, pero ahí no se puede entrar, porque dicen que tenemos bacterias; estoy segura que si tuviera suficiente dinero podría irme en el mismo transporte que lleva al toro y estar presente en el pesaje.

HT: ¿De cuánto fue el cheque que le dieron por ese toro que usted dice que era de primera?

ER: El cheque vino por 4000 pesos y no estuve de acuerdo, tenían que pagarme 7000. Si de algo sé es de mi trabajo. Así que hice una reclamación al presidente de la cooperativa, al Partido, a la ANAP y a la Fiscalía. También fui a la policía y me dijeron que no podían hacer nada hasta que la Fiscalía se pronunciara. Aún no tengo respuesta y sigo de un lado para otro. Eso fue el 23 de junio y ya estamos en septiembre, pero no pienso rendirme.

HT: Entonces ¿no ha podido comprobar aún el peso real de ese toro? ¿No ha cobrado el cheque de 4000 pesos?

ER: No he podido hacer nada. La responsable del matadero dijo que allí no se puede entrar y es el único lugar donde hay pesas para eso, de nada vale que seamos los dueños, dice que si entramos podemos contagiar el ambiente.

Esa es la respuesta que nos dan para impedir nuestra entrada al matadero. Es decir, tenemos que fiarnos del peso de nuestras reses porque ellos lo dicen, no tenemos cómo comprobar si es real. El caso es que la diferencia entre una res de primera y otra de tercera categoría es bien grande y suponemos que esa es la tajada que ellos se llevan por la izquierda.

Esmeralda y su esposo.

HT: ¿Esta es la primera vez que le sucede algo así?

ER: No, estuve seis meses para cobrar un cheque de otro toro que vendí. El animal aparecía con un peso en el registro de la cooperativa y otro en el documento firmado por el pesador del matadero. Esa confusión pareció no importarle a nadie y yo perdí dinero. Eso no me parece justo.

HT: ¿Recibe abastecimientos de la cooperativa para su trabajo?

ER: Estoy asociada a una cooperativa, pero la realidad es que no me entero ni siquiera cuándo vienen las botas. Incluso cuando se enferma una vaca tengo que buscar al veterinario y pagarle, siempre estoy alerta en cuanto a la salud y la protección de mis animales, la cooperativa no me apoya en nada.

HT: ¿El dinero que usted gana con la venta de las reses le da para vivir?

ER: Claro que no, vendo un toro pocas veces al año y cuando se puede. Tengo que sobrevivir con la chequera de mi esposo que es de 242 pesos (alrededor de 10 USD) al mes y, como le dije, ocuparme de cualquier problema que se presente.   

HT: ¿Cómo se las arregla si los enfermos son usted o su esposo?

ER: A decir verdad estoy operada de cáncer de mama desde hace años. He tenido que suspender los sueros citostáticos por no tener quién cuide de mi esposo que también está enfermo con cáncer de vejiga. Yo lo hago todo en la casa y en el patio con los animales.

El patio de la casa.

HT: ¿Come usted carne del ganado vacuno  que cría?

ER: ¡Válgame Dios!, todo el mundo sabe que [en Cuba] es prohibido matar las reses, incluso las que uno cría. Porque a la larga no son de uno, son de la cooperativa. Como carne de res, una vez al mes,  gracias a la dieta que me dan por mi enfermedad, esa solo me dura dos días.

HT: Finalmente está decidida a no cobrar el cheque, aunque este tenga una fecha de caducidad.

ER: Sé que es difícil que alguien comprenda mi insistencia en reclamar el pago que creo justo por el peso de mi toro, pero no soy yo sola la que está en esta situación, otros campesinos han pasado por lo mismo y no han perseverado. Estoy convencida de que el pesaje al ojo o con una cinta alrededor de la barriga, que es el que los criadores hacemos, sigue siendo un punto a tener en cuenta. Nadie como nosotros conoce mejor a los animales. Si cobro el cheque que me dieron por 4000 pesos estoy aceptando lo que ellos dicen, prefiero luchar. Seguiré insistiendo hasta que me den una respuesta. De alguna manera hay que hacer justicia.