Dictadura y el Estado policial en Nicaragua ¿hasta cuándo?

El dictador Daniel Ortega (der.) junto a su homólogo venezolano, Nicolas Maduro, durante la Cumbre del G77+China en Cuba, en septiembre de 2023. Foto: EFE

“El Gobierno asienta sus bases sobre un polvorín”, alerta Uriel Pineda. “Hay que mantener el espíritu de resistencia democrática”, exhorta Paulo Abrão

Por Confidencial

HAVANA TIMES – El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo cumple, este jueves 28 de septiembre de 2023, cinco años de haber instaurado un Estado policial de facto en Nicaragua. En ese lapso se han conculcado todas las libertades a los ciudadanos; sin embargo, expertos en derechos humanos apuntan que la dictadura y el Estado policial “no son sostenibles” por mucho tiempo en Nicaragua.

“Cualquier persona que ve una injusticia puede callar, pero no significa que esté de acuerdo. Y al no estar de acuerdo se genera una brecha que hace que el Gobierno asiente sus bases sobre un polvorín”, explica el especialista nicaragüense en derechos humanos y despojado de su licencia para ejercer como abogado, Uriel Pineda.

“Aunque la apariencia (es que) puede controlar todo, lo que ocurre es que ante un incidente, digamos fortuito, no va a tener la capacidad de contenerlo”, advierte.

“Porque no todo funcionario público —prosigue— hace o forma parte de esta política represiva a voluntad, sino que se ve obligado por diversas razones, la seguridad de su familia, incluso a tener el empleo en sustento del hogar”.

“Entonces esto vuelve insostenible el proyecto. Al Gobierno solo le queda un camino y es el diálogo”, sostiene Pineda en un panel compartido con el exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrão, en el programa Esta Noche, que se transmite por YouTube debido a la censura televisiva impuesta por el orteguismo.

“Las dictaduras con el tiempo se desgastan. La comunidad va generando, cada vez más, conciencia de que es insoportable vivir bajo una ausencia de libertades”, subraya el activista brasileño.

“Hay que mantener el espíritu de resistencia democrática, porque es la condición para abrir un proceso de transición democrática dentro del país”, añade.

Recuerda que en Centro y Sudamérica, en los años de 1980 y 1990, las sociedades “enfrentaron” y “derrotaron” dictaduras o conflictos civiles al acumular “fuerzas de oposición democráticas”.

“(Los países) instalaron sus democracias a partir de un empuje hacia una transición democrática, que ojalá ese tiempo en Nicaragua no sea tan largo”, comenta.

El “ejemplo” de la UCA

Pineda destaca que la “insostenibilidad” de la dictadura se muestra en hechos como la incapacidad de poner a operar a la Universidad Casimiro Sotelo, instalada en el campus de la cancelada y confiscada Universidad Centroamericana (UCA).

“Hay profesores que no están dispuestos a participar en ese proyecto educativo. Los estudiantes no quieren estar ahí. Esto es un ejemplo de lo que ocurre en diferentes ámbitos del país, donde el Gobierno no tiene un margen de incidencia, por una u otra razón”, razona el especialista.

“(La confiscación) —continúa— ya se había implementado en 27 universidades anteriormente, les quitaban su registro y asumían la administración. Lo cierto es que la UCA ha representado un gran reto para el régimen, en cuanto a la continuidad de su funcionamiento”.

Las autoridades de la nueva universidad pospusieron por segunda ocasión el inicio de clases, pero ahora de forma indefinida. Mientras tanto, más de 5000 estudiantes se encuentran en un limbo, y por lo menos la mitad de ellos han solicitado su ingreso universidades jesuitas de El Salvador y Guatemala, para convalidar y continuar sus estudios, pero aún no existe una solución a corto plazo a sus expectativas.

De izq. a der.: Uriel Pineda, especialista en derechos humanos y Paulo Abrão, exsecretario ejecutivo de la CIDH

Ortega supera a Maduro y Díaz-Canel

Abrão asegura que “Nicaragua hoy es la dictadura más dura de nuestra región”, por lo que Ortega habría superado dictadores de nuevo cuño como Nicolás Maduro en Venezuela, y Miguel Díaz-Canel en Cuba.

“Comparar las dictaduras es algo muy relativo. El proceso histórico cubano tiene sus peculiaridades porque se generó dentro de un contexto histórico de la Guerra Fría, cuando el mundo era un mundo bipolar, pero Nicaragua no”, asevera.

“A pesar de toda la evolución del derecho internacional, de todas las cartas y documentos creados internacionalmente en materia de preservación de los principios democráticos, Nicaragua implementa hoy esas medidas que son totalmente incompatibles con los tiempos contemporáneos”.

Bajo el Estado policial, la dictadura ha criminalizado las manifestaciones populares; desatado un acoso constante en las casas de opositores; cerrado y confiscado medios de comunicación, oenegés, gremios y universidades; secuestrado, enjuiciado y condenado a cualquier liderazgo o voz disidente; así como desterrado y desnacionalizado a más de 300 nicaragüenses críticos.

“Si miramos la situación de Venezuela, es un país que tiene, por lo menos, funcionando una mesa de diálogo, que a veces se activa. La oposición participó de las últimas elecciones. En Nicaragua, todos los partidos de oposición fueron cerrados y criminalizados”, subraya.

“Es un grado de violencia dictatorial que, sinceramente, no sé si teóricamente haya una cierta comparación”, opina.

Acercamientos diplomáticos “son artificiales”

Abrão detalla que el Estado policial y proyecto político orteguista se “inspiran” en el “modelo cubano”: promover un control territorial, establecer una lógica de partido único, no permitir libertades políticas y construir lazos de política internacional con otros países extra hemisféricos, que “incluso no tienen acercamiento cultural a nuestras sociedades latinoamericanas”.

Para el brasileño, estos acercamientos diplomáticos “son artificiales” porque “no tienen correspondencia en el sentimiento del pueblo, con sus valores, sus principios o con algún tipo de identidad interna, de visión de mundo o concepción de sociedad”.

El gobierno de Ortega “está buscando apoyo político en otros países que no tiene correspondencia de valores y de principios con su propia sociedad”, advierte.

Desde 2018, Ortega se ha acercado a países con Gobiernos antidemocráticos como Irán, Rusia, China continental, Corea del Norte, Bielorrusia y otras pequeñas naciones de la extinta Unión Soviética. Estas “relaciones” no le han representado ningún beneficio económico a Nicaragua, ya que en términos de cooperación financiera, donaciones o préstamos suman cero en los últimos cinco años.

Lea más desde Nicaragua aquí en Havana Times.