Clotilde Peón, parte de la historia del Ballet Nacional de Cuba

Helson Hernandez

Clotilde Peón

HAVANA TIMES — Esta bailarina devenida formadora de nuevas generaciones, discípula de los fundadores del Ballet Cubano, ha vivido a lo largo de su trayectoria artística diversas experiencias, entre ellas compartir la escena con Alicia Alonso en sus memorables actuaciones de Giselle.

Clotilde Peón, mexicana de nacimiento y cubana por adopción, revela para Havana Times interesantes recuerdos de su vida dedicada a la Danza.

HT: Primeras memorias de su acercamiento a la Danza.

Clotilde Peón: En México DF, lugar donde nací. En este país mi madre, cubana y apasionada al ballet, consiguió una beca para mi hermana mayor, Susana Peón, en una academia entonces dirigida por la conocida Ana del Castillo, y yo la acompañaba para ver todo aquello que ya me empezaba a hechizar, hasta que también entro a estudiar allí, pero por poco tiempo.

El ballet siempre estuvo en mi vida a través de mi madre. No olvido la vez en que nos llevaron a recibir al Ballet Bolshoi en uno de sus viajes a México, un recuerdo importante en mi infancia.

HT: Qué representaron para su desarrollo artístico los tres nombres fundacionales del  Ballet Cubano, Alberto, Fernando y Alicia Alonso?

CP: Mucho, definieron mi carrera en gran medida. Tan solo oír el nombre de Alicia cuando yo estudiaba me provocaba  una admiración que se fortaleció después cuando tuve el privilegio de tomar clases y bailar a su lado, ella fue ejemplo de trabajo.

A Fernando, maestro de maestros, todos los bailarines de mi generación le debemos gran parte de nuestra formación. Impresionante su capacidad de abarcar el tiempo que dedicaba a cada uno de los miembros del Ballet Nacional de Cuba, su exigencia casi extrema nos forzó a ser mejores artistas.

Clotilde Peón

Con Alberto trabajé en varias de sus coreografía, tuve la oportunidad de tener uno de los roles principales en su obra “Luz de guardia”. La cubanía en sus obras, muchas de ellas lamentablemente perdidas, era en mi opinión su rasgo más notable, además de revolucionar el vocabulario danzario siendo aún tan joven,

HT: Si fuera a definir la generación de bailarines a la cual usted perteneció, qué palabras utilizaría?

CP: Una generación privilegiada en extremo, protagonista de una gran parte de la historia del Ballet Nacional de Cuba. Una generación esforzada que marcó el inicio de las características de la Escuela Cubana de Ballet, como la fuerza del baile masculino.

HT: Y en correspondencia con la actual?

CP: Distinta, no me gusta decir que la nuestra fue mejor, pero cuántos bailarines brillantes han surgido en generaciones pertenecientes a la nuestra! Quizás el entorno en el que se vive actualmente los hace proyectar una manera de bailar y comunicar diferente, nosotros tenemos el deber de enseñarles lo mejor que aprendimos.

HT: Teniendo en cuenta sus etapas profesionales en el mundo del ballet, cómo ordenaría sus diversos desempeños asumidos.

CP: Fui una bailarina poco destacada desde el punto de vista físico, por tanto mi desarrollo fue paulatino y tuve la suerte de ir asumiendo los roles según maduraba profesionalmente. A todos les doy importancia y de todos aprendí aunque se me quedaron unos más que otros, desde mi primer cuerpo de baile hasta los papeles de peso como Reina de las Willis, Hada Lila, los que demandaban mucho de mi, contaron con mi respeto incondicional y pasión desmedida.

En otro orden tengo que abarcar mi trabajo con coreógrafos cubanos, el ya mencionado Alberto Alonso, Gustavo Herrera, Iván Tenorio. Mis experiencias con otros creadores foráneos, la chilena Hilda Rivero me enseñó a moverme distinto, su obra “Canción de cuna” es un símbolo en mi repertorio, así como Brian Mc Donald a la cabeza con “Tiempo fuera de mente” y “Prólogo para una tragedia”. Lo último que bailé fue Bodas de sangre, de Antonio Gades, el rol de la mujer me inició en el amor por la danza flamenca.

Clotilde Peón

HT: Considera que la madre de Giselle, en el clásico del mismo nombre, tiene un lugar especial en su trayectoria.

CP: Hacer la madre de Giselle marcó mucho mi condición de intérprete, llevar a escena el mayor de todos los privilegios que es precisamente ser madre, ha sido de lo mejor y más trascendental en mis casi 30 años de carrera, no solo en activo, incluso habiéndome ya retirado de las tablas. Amo ese personaje de Bertha.

HT: En qué etapa de su vida se encuentra en estos momentos?

CP: Enseñar, dar clases, tomar ensayos y asistir a coreógrafos lo disfruto tanto como mismo disfrutaba bailar. Hoy, como siempre, estar en un salón o un teatro es lo único capaz de hacerme sentir donde pertenezco y olvidar cualquier posible contrariedad personal. Cada día aprendo de mis alumnos, por ello mientras pueda marcar un “tendú”, estaré en una nueva etapa de mi vida.

HT: Entonces, qué ha sido vivir para la danza?

CP: Reiterado pero cierto, un privilegio, vivir dentro de un sueño lleno de Hadas, Sílfides, Princesas, Cisnes, Willis, personajes interminables. Si volviera a nacer sería otra vez bailarina. Soy balletómana, por definición y conocimiento.