Lunes santo
Rosa Martínez
HAVANA TIMES — Desde hace varios meses, y después de mucho esfuerzo, conseguí un nuevo empleo en la Universidad de Ciencias Médicas, de Guantánamo. Son muchas las anécdotas que tengo de esa entidad para compartir con los amigos de Havana Times, pero en estos días estoy un poco desanimada, así que las escribiré poco a poco.
Entre las ventajas de trabajar en un centro universitario está un aspecto que ha influido en que sea difícil que me acomoden otros oficios: el horario libre.
Los que tienen experiencia con esa modalidad -que no están obligados a permanecer en su centro laboral, si no tienen actividad- saben lo difícil que resulta acostumbrarse a permanecer durante ocho horas en un puesto, cuando no tienes absolutamente nada que hacer.
Ese horario libre, que conseguí nuevamente, me ha permitido tener un día solo para mí, que en realidad debería ser usado para la auto superación, pero como eso lo hago en cualquier momento, aprovecho esa jornada para resolver asuntos personales o simplemente estar en casa conmigo misma y reflexionar.
Los lunes son mis días santos: durante 24 horas no tengo que lidiar con mis compañeros de trabajo ni con mis estudiantes y, lo que es mejor aún, por algunas horas me libro de la compañía de mi esposo y mis hijas.
Tengo una buena amiga que se ofusca cuando hablo de la tranquilidad que siento cuando estoy sola en casa.
“Por Dios, no hables así Rosita, me dice, los hijos nunca molestan”.
“Quién habló de molestar, le contesto entre risas, pero qué tiene de malo querer descansar de ellos un poquito”.
A veces siento vergüenza, porque creo que no soy tan buena madre como deseo; que soy una egoísta, y hasta temo que el Todo Poderoso me castigue por mis pensamientos.
Pero cuando me siento tranquilamente frente a mi amada laptop sin ser molestada por hambre, actividad escolar o pelea ajena; almuerzo cualquier cosilla sin que nadie proteste por el sabor, color o aspecto de la comida; duermo una siesta de una hora o dos sin que me halen los pies solo por diversión, me despierten por cualquier motivo o se acurruquen a mi lado tratando de conseguir algo… Dios mío, pido mil veces perdón, pero creo que tener un lunes santo es lo mejor del mundo.
Pues ¡no se avergüence! Yo la entiendo perfectamente. Soy profesor universitario y mi día “santo” -como simpáticamente le llama usted- es el jueves. Así que disfrútelo sin sentirse en culpa y sin dejarse condicionar por el que dirán.
Eres una mujer muy sensata Rosa.Todos necesitamos un espacio personal en el que no nos molesten.Así que felicidades por tu lunes santo y defiéndelo porque es tu equilibrio emocional. Sin ese espacio estarás todo el tiempo estresada y cumpliendo peticiones, olvidándote de tí.No es sano eso.
Marlene Azor, más que razón tiene usted, creo que si no tuviera un día para desentoxicarme, descansar un poco, ver un buen filme, escribir si quiero, olvidarme de la falta de pan y cáscara, estaría en un psiquiátrico de seguro… Saludos