Cerrando la frontera

Autoridades de Salud. Foto: Estudios Revolución /cubadebate.cu

Por Rosa Martínez

HAVANA TIMES – Son muchas las medidas que ha tomado el Gobierno cubano para intentar detener la propagación del Covid 19, que desde hace par de semanas fue declarado pandemia por la Organización Mundial para la Salud.

Una de las medidas que se ha probado es la más efectiva para evitar la transmisión del terrible virus es el aislamiento. En el caso de Cuba, como hasta al momento solo existen 67 casos y todos importados, todavía no se ha declarado cuarentena total, es decir la mayoría de los trabajadores siguen en sus puestos laborales, excepto los maestros de varias enseñanzas, unas escasas entidades no asociadas a la producción y los servicios, y aquellos que pueden realizar su labor desde sus hogares que, por las limitaciones técnicas propias de nuestro país, son bien pocos.

Algunos, como yo, nos tomamos bien en serio el encierro, pues conocemos que esa es la única forma de evitar el contagio. Decidí ser yo la mensajera-mandadera de mi familia, es decir, solo yo puedo entrar y salir, y cumplo siempre todas las medidas de seguridad posibles para no traer conmigo virus alguno, de encontrarme cerca de este por supuesto.

En la calle me mantengo alejada de las personas mientras espero en las colas -que es mi principal y casi único motivo para salir (buscar alimentos), uso un nasobuco que hice yo misma en casa, trato de no tocar nada aparte de lo que voy a comprar, y lo más difícil para mí y todos: cuando me topo con personas amigas o conocidas nos saludamos sin besos y abrazos. Para el cubano promedio, un saludo sin besos y abrazos es de las experiencias más extrañas que existe.

En mi barrio, mantener aislamiento parcial o cualquier otra medida para evitar el contagio del Covid 19 es mucho más difícil que desandar por las calles de la urbe.

Como ya he contado en otras ocasiones, vivo en una barriada en las afueras de la ciudad de Guantánamo, lo que significa que mis vecinos, en su mayoría, además de tener muy bajo poder adquisitivo, son personas muy afables, comunicativas, que se consideran todos como familia.

Y esa familiaridad es buena en muchas situaciones, pero pésima para las actuales circunstancias, pues los amigos del barrio hacen caso omiso a las orientaciones dadas por los medios de comunicación y se mueven constantemente de una casa a otra, haciendo este favor, pidiendo esto otro, varios se reúnen como de costumbre para comentar sobre algún tema interesante, y nadie o casi nadie se mantiene dentro de casa.

Es verdad que en Guantánamo todavía no hemos tenido caso positivo para el dichoso Covid, ¿pero será que eso realmente significa que no existe alguien por ahí regando a diestra y siniestra el virus, incluso sin imaginarlo?

Las fronteras del país han sido cerradas parcialmente, al menos para recibir ciudadanos que no sean residentes cubanos; el Gobierno demoró -eso lo reconoce la mayoría- pero lo hizo. Ahora yo me encuentro en la disyuntiva de encontrar la forma de cerrar nuestro límite familiar sin herir susceptibilidades. La verdad es que creí que, con lo informado que está todo el mundo sobre los estragos del coronavirus en todo el planeta, no fuera tan difícil montar el aislamiento hogareño.

Solo espero que cuando logre cerrar mi frontera no ocurra como a nivel de país, que era un poquitín tarde.

Rosa Martínez

Rosa Martínez: Soy una colaboradora más de Havana Times, profesora universitaria y madre de dos niñas bellas y malcriadas que son mi mayor felicidad. Mis grandes pasiones son leer y escribir y gracias a HT puedo cumplir con la segunda. Espero que mis escritos contribuyan a tener una Cuba más inclusiva más justa. Espero que algún día pueda mostrar mi rostro junto a cada uno de mis posts, sin temor a que me llamen traidora, porque no lo soy.

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