La barbería de Eduardo

Osmel Almaguer

Barbero cubano. Foto: Caridad

Eduardo aprendió el oficio de barbero por su cuenta, o al menos se atrevió a meter sus primeros tijeretazos mucho antes de pasar la escuela de barbería.

Eran los años más difíciles del Período Especial. En su casa no había nada que comer. Así que afiló la tijera de la casa, cogió un peine y una sábana y colgó un cartel en el portal que decía: BARBERO. Cinco pesos el pelado.

Sus primeros clientes fueron su padre y su hermano. Ellos le sirvieron de promoción. Los vecinos pasaban por frente a la casa y se iban acostumbrando a la idea.

Lo cierto fue que dejó unas cuantas “cucarachas”, que así le decimos a los claros que quedan en la cabeza cuando el corte no es parejo, y se buscó alguna que otra reprimenda por parte de clientes. Pero al menos fue su primer paso, aunque el dinero que ganó no les sirvió de mucho.

No fue sino gracias a la visita de un tío paterno a su casa que las cosas se arreglaron un poco. Este pariente, que se llamaba Arturo y le decían Arturito, manejaba una rastra y tenía un montón de dinero, y otro tanto de contactos y amistades, pero no era de la Habana, sino de Camagüey, y necesitaba quedarse un tiempo en su casa.

Arturito fue bien acogido y en reciprocidad ayudó mucho a la familia económicamente. A Eduardo le consiguió un maestro barbero que le enseñó muchísimo. También le prestó dinero para que montara su primera barbería seria.

Ya Eduardo lleva casi 20 años moldeando las cabezas de la gente. El dinero que gana, unos 100 cuc mensuales, al menos le ha alcanzado para mantener a sus padres enfermos.

No obstante, Eduardo sufre por algo que comparten muchos cubanos en la actualidad. Su casa está demasiado destruida por tantos años sin poder repararla. Ahora hay que hacerla nueva prácticamente.

Por eso se le ve trabajando 12 horas diarias, seis días a la semana.

Pelando a la gente del barrio. Tiene buena clientela y cuenta con el prestigio que le ha dado la calidad de su trabajo para mantenerla, y así cumplir su propósito de restaurar la casa.

Yo me pelo con él cuando puedo. Pues los quince pesos que cobra aún son mucho dinero para mí, y no siempre los tengo.

Las barberías en Cuba se han vuelto particulares. El Estado renta locales a los barberos con licencia.

El pelado en Cuba ha cambiado mucho en los últimos veinte años.

Estilos nuevos, extraños o convencionales, alargan el tiempo del pelado. Por eso, es usual esperar una o dos horas para poder mejorar tu apariencia.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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One thought on “La barbería de Eduardo

  • Traduccion por google.translate:

    Me encanta este artículo. Todo socialista sabe instintivamente que el orgullo y la dignidad inherentes a la propiedad y el control de su lugar de trabajo, incluso si ese es el lugar de trabajo en su hogar. La propiedad directa de donde se produce es el alma misma del socialismo.

    ¿Por qué entonces tenemos que cargar con la absurda noción de que la propiedad estatal sólo puede ser “socialista” de propiedad? Es porque no socialista teoría burguesa se ​​inyectó en el movimiento socialista desde hace mucho tiempo. Se ha enconado y trabajó su magia destructiva allí desde entonces.

    En mi opinión, el trabajo humilde de Eduardo es de hecho la propiedad socialista, tanto como cualquier instalación de producción de níquel en manos del Estado.

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