“Nocturno.” tan caduco como romántico

Osmel Almaguer

“Nocturno” es un programa de radio que viene saliendo al aire desde hace más de cuarenta años.  Cuando surgió, por allá por la década de los 60, tuvo una aceptación muy grande entre el público joven de la época.

Aunque con el paso del tiempo el programa se haya mantenido, no lo ha hecho gozando de la preferencia de los jóvenes.  Por el contrario, se ha ido convirtiendo en un espacio de tiempo congelado, gracias al cual algunos de nuestros padres se encierran a veces para recordar con nostalgia sus “tiempos mejores.”

Para mí, es un fósil viviente que solo en cierta medida ha sido capaz de actualizarse con el paso del tiempo.  Si lo miramos a la luz de la sociedad cubana de hoy, no resulta anacrónico, debido al carácter paleozoico de la misma, en la cual es posible observar, como en ninguna otra, elementos que décadas atrás tuvieron mucha vigencia.

Las razones que me asisten para pensar como lo hago son la perdida de presencia de la radio en los hogares cubanos, condicionada por la llegada de otros entretenimientos y tecnologías; el cambio contemplado en las masas de jóvenes, cada vez más marginales y radicales, con ese nuevo espíritu tan complejo.

Así que para mí “Nocturno” es un programa sin retroalimentación, y aprovecho para citar a un amigo: “es como si el mundo se hubiera acabado y el programa hubiera seguido saliendo por inercia.”

Anoche mi madre lo escuchaba tumbada en la cama.  Era noche de grabaciones.  ¡NOCHE DE GRABACIONES, señores! Casi nadie en este país usa ya las radio-grabadoras.  Creo que pocas personas en el mundo las conservan, a no ser como antigüedad o reliquia.

Esta es una época en la que con una memoria flash podemos acceder a una cantidad de música que no cabría en miles de casetes.  Entonces, ¿para quien se mantiene saliendo al aire el programa?

A lo mejor esta opinión es parte de la paranoia con la cual nos han contagiado a lo largo de estos cincuenta años, pero debo reconocer que “Nocturno” se me antoja como uno de los recursos paralizantes del gobierno, que por otra parte sigue cerrando cada vez más el acceso del pueblo a la internet.