Los pulmones de Felipe

Por Nike

HAVANA TIMES – El fin de semana me visitó una amiga que hacía mucho tiempo no veía. Yo creía lo que se suele pensar en Cuba cuando se deja de ver a alguien mucho tiempo: que se había ido del país. Ella tenía el mismo presentimiento conmigo, pero unos meses antes una amiga común la sacó de la duda y se produjo la visita.

Apenas me vio dijo: “Pero Nike, estás igualita”. Ella me causó igual impresión, pero como fue la primera en decirlo le di las gracias, agregando que lo decía porque me quería mucho.

Sus palabras me recordaron el comentario que le hizo una vecina a otra una tarde que yo andaba con mi esposo: “Esos dos parece que duermen en vinagre, están igualitos”. No voy a detenerme en una reflexión de tipo existencial con respecto al tiempo y la edad. Sin embargo, cuando una mujer escucha comentarios como ese, si no lo cree del todo, por lo menos comienza a desconfiar de los espejos y de la visión que tiene de sí misma.

Con mi amiga hablé de todo un poco. La actualicé con respecto a mi vida y ella me contó que sus padres se fueron de Cuba. Luego, ella vendió su apartamento y con un dinero que le envió el padre se compró una casita independiente a donde se mudó con su hijo Felipe de siete años. Allí montó un pequeño negocio, se volvió a casar y vive tranquila.

Así llegamos al mono tema de la pandemia. Me explicó con detalles todos los protocolos de limpieza que había impuesto en su casa y cómo a su esposo todo el barrio lo había visto en calzoncillos, porque ella lo obliga a quitarse las ropas en el portal e ir directo al baño.

Me contó que el niño se había contagiado y tuvo que ser ingresado en una escuela adaptada como hospital. Nunca tuvo fiebre alta y todo el tiempo que recibió tratamiento se mostró muy activo. Ella no sabía qué hacer para entretenerlo. Así que una tarde le dio su teléfono móvil y le mostró cómo acceder a Internet, y qué allí podía buscar lo que quisiera.

De esta forma, una mañana, cansada de escuchar hablar a las otras madres de la enfermedad y las cifras de nuevos casos, salió del cuarto por un rato.

Cuando regresó vio a Felipe muy concentrado en el teléfono. Le habló y él no le hizo caso. Las personas a su alrededor seguían platicando del dichoso virus. Preocupada se inclinó sobre su hijo, le tocó la frente y con el rabillo del ojo miró para el móvil. Vio una silueta oscura en la pantalla y escuchó unos ruidos raros.

Haciendo papel mache

Su primera impresión fue que el niño había entrado en un sitio de pornografía. Por unos segundos no supo qué hacer y en silencio se reprochó haberlo dejado solo unos minutos. La gente a su alrededor seguía debatiendo sobre la enfermedad. 

“Qué estás viendo, Felipe?- preguntó por fin. “Nada mamá” –le dijo el niño sin separar la vista de la pantalla del móvil. Más preocupada que antes mi amiga le dijo al pequeño que necesitaba hacer una llamada. Cuando tuvo el móvil en sus manos descubrió la silueta oscura de un cuerpo humano en cuyo interior se veían latiendo los pulmones y todo el sistema digestivo. En el contenido de búsqueda leyó: los pulmones de Felipe. Por suerte aquella misma tarde recibió el alta médica.

En el transcurso de su visita, mi amiga me preguntó si yo todavía realizaba artesanías y muñecos para los infantes. Le comenté que nunca había dejado de hacer cosas para los niños y que entre mis sueños todavía estaba poder tener un taller y confeccionar muchas cosas más.

Entonces me contó que a su hijo le gustaban las historias de piratas y corsarios y me pidió que le hiciera una carabela pirata. Les cuento que este artículo no sería posible sin la sorpresa de Felipe cuando vio realizado sus sueños de contar entre sus nuevos amigos con una carabela pirata.  Ahí les van las fotos del proceso.

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Nike

Nací en La Habana, Cuba. Toda mi vida he tenido al mar como paisaje; me gusta estar cerca de él, sentir su brisa, su olor, tanto como sumergirme y nadar y disfrutar las maravillas que nos regala. Gracias a la habilidad manual que heredé de mis padres he podido vivir de la artesanía. Trabajo fundamentalmente el papier-mâché, haciendo títeres para los niños. Escribo para Havana Times por la posibilidad de compartir con el mundo la vida de mi país y mi gente.

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5 thoughts on “Los pulmones de Felipe

  • Hay cosas que nunca se olvidan en la vida, y Felipe, nunca olvidará su carabela pirata, por cierto, buenísima, “de las buenas”.

  • de una búsqueda inusual a un regalo maravilloso

  • Tan buena escritora como artesana
    Es una Belleza la carabela.

  • Mi amiga Nike, con su sencillo estilo de escritura pero tan necesario. Haces maravillas con tus manos. Bella artesanía para cualquier niño o mayor que la quiera tener en casa. Un beso.

  • Muy bonita la calavera. Una carabela pirata sería un barco.

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