Mi tesis y viejas cabezas (II)

Por Francisco Castro

Claro, no todos los directores de programas dramatizados tienen estas ideas retrógradas y subdesarrollantes.  Afortunadamente muchos de esos consagrados, los que ostentan una obra amplia y premiada, son del criterio de que los jóvenes, con sus ideas frescas y novedosas, son de vital importancia para mantener la buena salud de cualquier institución.

Y no solo los directores, sino también buena parte de los técnicos y demás trabajadores de la TVC se sienten felices de trabajar con directores jóvenes, eso lo pude constatar durante el proceso de realización de “El fin,” durante el cual un amplio equipo se puso bajo mi mando de forma profesional y siempre con el objetivo de realizar una obra de excelencia.

Desafortunadamente siempre existen las excepciones.

“El fin” es un cuento que transcurre durante la caída de la tarde y la noche. El mismo nombre anuncia que algo llega a su término, en este caso varias cosas, entre ellas, el día. Además, las atmósferas que envuelven a los personajes, y que arrojan significados que se conectan con el discurso principal de la obra, solo se consiguen en la noche, con una iluminación específica.

Todo esto es necesario para entender que el cuento, al menos el que yo quería contar, no aguanta otro horario que el nocturno, pero, para trabajar en este horario, es imprescindible la presencia de un “trompo,” un transporte que lleva a cada uno de los integrantes del equipo técnico-artístico hasta la puerta de sus casas.

La TVC no cuenta con estos medios, con el combustible que necesitan, ni con el presupuesto necesario para pagarlo, teniendo en cuenta que el presupuesto asignado para la realización de la obra, fue la mitad de lo que normalmente se destina para un cuento.

Además, para iluminar la noche, se hace necesario la utilización de lámparas específicas (HMI) que la TVC no posee, por lo que tiene que alquilarlas a particulares, y por supuesto, el presupuesto…

Así, la productora ejecutiva hizo todos los esfuerzos para convencerme de cambiar el horario de rodaje, concesión que no estaba dispuesto a hacer, pues entonces no realizaría el cuento que tenía en mente. Y la hubiera tenido que hacer, porque el ISA tampoco se encontraba en condiciones de apoyar, al menos, con el transporte.

Entonces entró a jugar el interés del asesor de la fotografía, Bilko Cuervo, en que se realizara el cuento como originalmente había sido concebido, así que decidió hacer una especie de co-producción no convenida oficialmente, y hacerse cargo entre él, la fotógrafa, Ana María González y el productor de Inxane Pro Film, Reymel Delgado, con presupuesto personal, tanto del “trompo” como de  las luces que no pudiera proporcionar la televisión.

Con estas condiciones, la televisión accedió a realizar el cuento, poniendo siempre sobre el tapete el hecho de que si la parte “independiente” de la co-producción no cumplía con el trato, no había rodaje.

Así las cosas, y a pesar de una actitud institucional (ICRT-ISA) de no favorecer, más bien de frenar, la producción de ejercicios de tesis y prácticas de estudiantes de la Facultad -que ellos mismos se encargaron de poner en funcionamiento-, gracias al esfuerzo de buena parte del equipo interesado en hacer un trabajo de excelencia, logramos resolver todos los problemas de producción que se nos atravesaron, y el rodaje transcurrió en un ambiente mayormente fraterno y muy creativo.