Organopónicos: la otra cara de la moneda

Isbel Díaz Torres

organoponico-3HAVANA TIMES – Para dar continuidad a mi reciente diario dedicado a los organopónicos, quiero compartir algunas ideas sobre los principales riesgos de salud relacionados con la Agricultura Urbana y Sub-urbana.

Declaro de antemano que a pesar de estas críticas, considero mucho menos dañino este esquema de agricultura que los modelos agrícolas extensivos altamente tecnificados, cuyos impactos ambientales han sido catastróficos, como bien demostró la mal llamada “Revolución Verde”, iniciada a mediados del pasado siglo.

La Agricultura Urbana y Sub-urbana implica la posibilidad de efectos tanto positivos como negativos sobre la salud y las condiciones ambientales. Quizás el más significativo sea la contaminación de las cosechas con patógenos como bacterias, protozoos o virus, debido a la irrigación con aguas contaminadas o aguas negras no tratadas adecuadamente, o por residuos orgánicos sólidos.

Estos residuos son por lo general desechos domésticos, desperdicios del mercado, cloacas, excrementos humanos, abonos, y residuos agroindustriales, y en ocasiones se usan para mejorar la calidad del suelo.

Ciertamente, en la práctica cubana, la mayor parte de los residuos orgánicos sólidos provienen de la misma actividad al interior del organopónico, pero no excluye la posibilidad de utilizar otros.

organoponico-2La manera recomendable para el procesamiento de los residuos orgánicos urbanos es la compostación, y esta no siempre se realiza, o se realiza de modo incorrecto. Ello ocasiona que no se destruyan los patógenos, se atraigan roedores que pueden ser focos de enfermedades, así como insectos potenciales vectores.

También la presencia de fragmentos no degradables pueden causar heridas e infecciones en las personas que laboran en estos lugares, además de la contaminación de metales pesados debido a la mezcla de materiales orgánicos con residuos industriales.

Otro efecto negativo es la contaminación con residuos de agroquímicos como fertilizantes, pesticidas, funguicidas. Por regla, este tipo de sustancias están prohibidas en los organopónicos, pero lo cierto es que, al menos en La Habana, sí se usan, sobre todo para el control de plagas.

Ese solo elemento sería suficiente para desacreditar tal programa, pero lo cierto es que sucede de manera oculta, a fin de garantizar una mayor productividad, y debido a la débil inserción de estos establecimientos en las dinámicas comunitarias.

organoponico-1Esa débil y a veces nula inserción conlleva a que sea casi imposible obtener residuos provenientes de las industrias o casas circundantes, para reutilizarlos como nutrientes.

Por otra parte, el riesgo de contaminación por residuos de agroquímicos, por aguas contaminadas, o por residuos orgánicos sólidos, crece exponencialmente en los casos de organopónicos cercanos a vertederos de basura.

El paradigmático caso del vertedero de la Calle 100, en Marianao, el mayor del país, es un ejemplo de cómo su influjo ha afectado a todos los cultivos circundantes, tanto en organopónicos como en parcelas tradicionales.

En este tipo de condiciones, como aquellas donde las parcelas se encuentran muy cercanas a los viales, la contaminación por la absorción de metales pesados de suelos, aire o agua, es un riesgo peligroso.

Solo una implicación real de la comunidad en el manejo de esos espacios, podría garantizar una eficaz protección de los cultivos contra los muchos agentes contaminantes. Pero la práctica cubana ha creado apenas unos establecimientos estatales, como una bodega más, donde simplemente se venden vegetales, y para colmos, subordinados al ineficaz Ministerio de Agricultura.

organoponico-4Los usuarios, por lo general, solo demandan (por lo bajo) productos abundantes y precios accesibles, sin interesarse por la calidad del proceso productivo, ni por las personas que allí laboran, ni la inocuidad del alimento.

Son consumidores desprotegidos, tal y como los ha construido el sistema.

No quiero terminar sin reiterar mi postura. La “Revolución verde” trajo perjudiciales problemas de almacenaje, excesivo costo de semillas y tecnología complementaria, dependencia tecnológica, la pérdida de cultivos tradicionales, y la aparición de nuevas plagas; mientras desarrollaba megaproyectos donde los trabajadores dejaban de ser campesinos para convertirse en obreros del campo.

En el otro extremo, la agricultura ecológica, de la cual al Agricultura Urbana y Sub-urbana y los organopónicos son una parte, se encamina a la reducción de la inseguridad alimentaria urbana, busca un mejor acceso a los alimentos e intenta promover mejores dietas para la población de menores recursos, una mejor salud física y psicológica, y mejores condiciones de higiene y espacios verdes del entorno vital directo.

No dejemos que el Estado nuevamente destruya una opción viable. Convirtámosla en nuestra.

Isbel Diaz

Isbel Díaz Torres: Pinar del Río y La Habana son mis ciudades. En una nací, el 1º de marzo de 1976, y en la otra he vivido desde siempre. Soy biólogo y poeta, aunque eventualmente he sido músico, traductor, profesor, informático, diseñador, fotógrafo, o editor. Soy un gran inconforme y defensor de las diferencias, quizás por haber sido desde siempre un “niño modelo” muy reprimido. Nada me subyuga más que lo desconocido, la naturaleza y el arte me funcionan como fuentes de misterio y desarrollo. Un sorprendente activismo ha nacido en mí en los últimos tiempos. Aunque no estoy muy seguro de cómo utilizarlo, siento que es una energía noble y legítima. Ojalá tenga discernimiento para manejarla.

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4 thoughts on “Organopónicos: la otra cara de la moneda

  • Seria bueno que fundamentaras tu alerta con datos de laboratorio, sino estas creando panico entre la poblacion que en muchas ocaciones solo tiene estos huertos intensivos como unica opcion de comer vegetales frescos. ¿Has realizado algun analisis de la calidad del agua de los organoponicos, de los residuos de metales pesados en las hortalizas, de la presencia de coliformes fecales? ¿El problema es en todos, la mayoria o en algun organoponico en especial?

  • Un trabajo publicado por investigadores de la Universidad Central Martha Abreu, titulado “Contribución a la Gestión ambiental en el contexto de las producciones agrícolas urbanas en la ciudad de Santa Clara. (www.cmp.vcl.cu/…/c3ad4972e5a80177b32baef17372423621dd35d6.pdf) da cuenta de los altos niveles de metales pesados en los organopónicos del centro del país.
    Supuse que las autoridades sanitarias repetirían el mismo experimento en los organopónicos de la Ciudad de la Habana, donde es más probable la contaminación por haber muchas más industrias, pero por alguna razón misteriosa no se ha hecho la investigación o por alguna razón misteriosa no se han publicado en Internet con un nombre reconocible (observa que el título de la investigación de Santa Clara como que enmascara su contenido explosivo). En cualquier caso los medios nunca han alertado del peligro.
    Los metales pesados son especialmente tóxicos en los niños y los organopónicos de la ciudad aportan vegetales de manera cotidiana para las escuelas primarias. El cromo, que estaba en un nivel límite en la investigación citada, es un reconocido cancerígeno ¿será uno de los causantes del aumento del cáncer en Cuba, que ya está en el primer lugar?

    Yo le escribí a una de las autoras del trabajo citado pidiéndole más información pero nunca me respondió. Hace mucho tiempo estoy por escribir al Ministerio de Agricultura y al de Salud mostrándoles mi preocupación por estos problemas y pidiéndoles explicación ¿Te animas a hacerlo juntos?

    Una cuestión ¿Cómo sabes que usan agroquímicos en los organopónicos?

    Al menos aquí en Alamar los precios de los productos en los organopónicos están por las nubes. Muy parecidos a los de los particulares y en algunos casos se van por encima. Si la calidad de sus productos no es superior y además usan agroquímicos ¿cuál sería la diferencia?

  • Muy de acuerdo contigo, Bobo de Abela. Si no hay estadísticas no hay nada. Erasmo cita fuentes que pueden ser consultadas, el periodismo serio debe apoyarse en fuentes fidedignas.

    Por otra parte. La Revolución Verde, fue verdaderamente una revolución que para bien o para mal cambió radicalmente los paradigmas productivos en la agricultura global.

    El concepto revolución no tiene que estar asociado a determinados juicios de valor. Lo que quiero decir con esto es que el término es correcto

  • Una investigación sin investigar? Perdi mi tiempo leyendo este articulo.

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