Feria de artesanía navideña (FIART)

El quid del asunto es repensar una industria nacional a partir de las necesidades domésticas que demanda el pueblo

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Fiart XXII, del 7 al 23 de diciembre, en La Habana, es una feria de artesanía internacional que anualmente se realizaba en las instalaciones de Pabexpo.

Por esta vez se ha trasladado a la Fortaleza San Carlos de La Cabaña, imagino que para aliviar el hacinamiento que se generaba en el antiguo recinto. Ahora hay múltiples salas de exposición y áreas de comercio en los espacios abiertos.

Dedicado a México, cuenta con la participación de vendedores de 19 países, entre ellos Argentina, Colombia, Panamá, Costa Rica, España e India.

Bajo el emblema Arte y Utilidad, la concurrencia puede disfrutar del arte del diseño en disímiles formas, desde lo autóctono hasta lo más sofisticado.

La belleza del sitio histórico convida a pasarla bien en compañía de amigos y familiares. Se puede acampar en la hierba, en los muros, durante las compras, pasatiempo que de alguna manera anima la estancia. Abundan las comidas grasosas y dulces baratos, y también los refrigerios en CUC.

Cualquiera puede acceder, la entrada sigue costando 5 pesos, de los que ganan los cubanos, sin embargo, escuché la queja de los choferes que ahora deben abonar 20 CUP por aparcar.

Las salas más abarrotadas son las que venden ropa, bisuterías y orfebrería, con una presencia mayoritaria del sexo femenino. Las mujeres son las que van a comprar generalmente, y los hombres las acompañan.

Se despliega el colorido en los stands, con piezas decorativas y otras para diversos usos, mucha gente se entretiene mirando y solo adquieren lo más asequible a sus bolsillos, porque algunos precios están disparados. Por ejemplo, en los stands de muebles había poco público, ya que un juego de comedor puede oscilar de 300 a 500 CUC (=USD), que un ciudadano de a pie (obrero o profesional) no puede costear. La gran mayoría de los salarios en Cuba van entre el equivalente de 15 y 30 CUC al mes.

Los artesanos cubanos se destacan con sus diseños creativos en aras de la belleza y la comodidad. Algo que se debiera considerar en cuanto a una producción y distribución en la Isla. No apelar a costosas importaciones que solo dan pérdidas y no superan estos productos nacionales.

Estamos cansados de ver, en las tiendas, muebles con diseños feos y de poca durabilidad. Aquí tenemos de todo y para todos los gustos, solo hay que explotar y entregarles los materiales a esos artífices para que trabajen.

El quid del asunto es repensar una industria nacional a partir de las necesidades domésticas que demanda el pueblo, con ventas a crédito (cuando no se tiene el efectivo necesario), darle a la gente facilidades de pago como se hace en otros países. Una opción que generaría un equilibrio social y alegraría la vida a las familias cubanas de menos ingresos.

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Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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