Halloween y el Maxim Rock de La Habana

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Unas semanas antes del 28 de octubre se anunció un gran concierto con temática de Halloween en el Centro Cultural Maxim Rock de la capital cubana. Cuatro bandas de rock, exposiciones, ventas de artesanía, concurso de disfraces y rifa.

Al día siguiente del evento, el nombre del centro apareció por todos lados acusado de violar los principios antirracistas de la política cultural de la Revolución y con sentencia de cierre dictada sobre él.

En el concurso de disfraces se presentó un joven con el disfraz de oficial de las SS alemanas, la policía militar de Hitler y ganó la competencia por votación del público. ¿Significa que el joven disfrazado, el Maxim, o los frikis (como se le llama a los rockeros en Cuba) son fascistas?

Crecí en una isla donde solo se celebraban fechas patrióticas y solemnes. Estas repetían el mismo esquema durante años, eran impuestas y no me sentía identificada dentro de tanta ideologización.

No llegué a conocer aquellos bailes a los que asistía mi abuelo, y de las fiestas tradicionales solo he leído libros o escuchando relatos de los que sí vivieron aquella época.

En Cuba hace tiempo nos quedamos sin los certámenes de la Estrella y sus Luceros, la Flor de la Virama, las Carreras de Sortija, las Verbenas, los Carnavales con sus desfiles, competencias de disfraces, carrozas y comparsas. ¡Las Navidades fueron prohibidas hasta que nos visitó un Papa!

Incluso en los tiempos de mayor influencia estadounidense, entre 1902 y 1959 prevalecieron estas tradiciones. Pero después del 1 de enero de 1959 todo cambió y ese cambio provocó que las nuevas generaciones busquen patrones foráneos e incorporen símbolos distantes de su experiencia y conocimiento.

En estos días las redes sociales se han visto saturadas por la llegada de Halloween. Mensajes de odio o aceptación a una celebración muy arraigada en la cultura anglosajona que se ha ido extendiendo por casi todo el mundo. Como resultado, ha tenido especial acogida en países vecinos, incluido Cuba, donde se replican tradiciones.

Hace más de 3.000 años cuando la temporada de cosecha llegaba a su fin y se iniciaba el “Año Nuevo celta” los celtas celebraban el Samhain. Se creía que las almas de los difuntos iban a visitar su hogar esa noche y llevarse de paso a las almas más débiles.

Fueron ellos los que instauraron la tradición de disfrazarse con motivos relacionados con los espíritus, así los podrían confundir y pasar desapercibidos.

Cuando el Imperio Romano conquistó el territorio celta, esta fiesta se mezcló con otras de origen romano como la Fiesta de la Cosecha. Sin embargo, el Samhain se transformó cuando las autoridades cristianas se apropiaron de festividades paganas. Por ello, comenzó a llamarse la “Víspera de Todos los Santos”, en inglés “All Hallow´s Eve”, derivando en Halloween.

Para la mayoría de los cubanos este día de finales de octubre es solo una ocasión para disfrazarse y pasar un buen momento. Si el disfraz es de algo terrorífico, mejor todavía. Por lo que pudieron pensar en lo aterrador que sería para la ocasión un oficial de las SS.

No justifico el disfraz, no me parece “un disfraz en noche de brujas para asustar y reír” por el significado que conlleva. Solo creo que lo acontecido en el Maxim Rock no fue un acto de aceptación o alabanza a la ideología nazi. Eso sí, una especie de broma insensible y de mal gusto provocada por el desconocimiento.

El fondo de la cuestión es que todo ocurrió en el marco de un concierto de rock. Personas e instituciones tienen ahora argumentos para reducir el ya poco espacio que ocupa el metal en el panorama cultural cubano.

En estos momentos nuestro sistema institucional de la cultura es disfuncional, reuniones, discursos y consignas no pueden ser ni serán la solución. Las instituciones y los programas patrimoniales deben asumir un rol crítico en estos procesos, no simplemente dejar que acontezcan.

Y sinceramente el bloqueo no es nuestro mayor problema, el mayor problema somos nosotros mismos, por negligentes e irresponsables, y lo somos a todos los niveles. Ni el “San Remo” ni el “Míster Cuba” ni La Habana que se viste de blanco para una cena secreta y elegante son la solución.

Es cierto que en la historia cultural de nuestro país siempre se tomó de aquí y de allá y ese proceso no se detiene. Quedan en el camino unas tradiciones y vienen otras. Lo que sí no debe verse con buenos ojos es la aculturación, que no es otra cosa que sustituir lo que somos por lo que otros quieren que seamos.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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3 thoughts on “Halloween y el Maxim Rock de La Habana

  • En lo adelante, para reabrir el centro, el Instituto Cubano de la música y el Ministerio de Cultura exigirán que se abran las actividades cantando todos los presentes a coro la marcha del 26 de julio, seguidos por La Bayamesa y el El Mambí, y para cerrar las actividades, también a coro, la internacional.

  • Y por favor, que nadie se olvide que la única vestimenta permitida es botas rusas, guayabera, sombreros de yarey y funda de machete en la cintura, de cartón, por supuesto, no faltaba más, no vaya a ser que las cosas se acaloren con lo de la violencia general.

  • Los culpables no somos nosotros, como dices, sino ellos, los que manejan el timón. La cultura cubana no es un danzón ni la engañadora, cada uno puede decidir a que cultura pertenecer por sentirse identificado. La hipocresía y la doble moral son los peores enemigos de la cultura.

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