En un valle de sombras

Dariela Aquique

Barriada Santiaguera.

Intentando traducir un comentario a una de mis publicaciones en la edición en inglés, descubrí una frase que al pretender llevarla al español, era algo así como: en un valle de sombras.

Se uso el término metafóricamente para expresar como él (comentarista), veía la realidad de los cubanos, su situación actual y apuntaba que nuestra sociedad zozobraba en un valle de sombras entre el socialismo y el capitalismo, era esto grosso modo, la idea básica del comentario, salvando las objeciones de la traducción literal.

Llamó mucho mi atención este punto de vista y hasta confieso tuve que recordar postulados Freudianos como: el ellos- (ese estado del subconsciente siempre activado en función de ¿cómo nos ven los otros? La palabra sombras transita en su definición desde tenebrosidades y tinieblas, hasta preocupaciones, tristezas y lobregueces.

Evidentemente ese extranjero, que no sé si ha visitado Cuba y conozca al detalle nuestra vida real y no la Cuba que venden los reportes siempre mistificados de un lado o de otro.  Desde acá: la Cuba acrisolada y desde allá: la Cuba satanizada.

Y que conste que la verdad es siempre relativa, finalmente la imagen que se tiene de nuestra sociedad, es la de una sociedad frustrada y opino que en ello lleva razón, aún si posee o no, todo el conocimiento de causa al respecto.

Archiconocida la frase de que lo perfecto no existe, la gran mayoría, los de aquí y los de allá coincidimos en que lo ideal sería: la isla tomando las canonjías del sistema capitalista, y no perdiendo las bondades del sistema socialista.

El hecho es que nos hemos perdido en el intento, vale asentir que ni estamos viviendo el socialismo en el que se creyó (porque sencillamente, no se ha logrado), ni el capitalismo al que no nos permitiríamos estar de vuelta (aunque fuera más por soberbia, que por infalibilidad y no me estoy refiriendo a un consenso general).

La promesa de la sociedad más justa y perfecta ha quedado trunca, tanto esfuerzo por demostrar nuestro valores (que es innegable existen), más no en la magnitud que hubiéramos querido y resulta que al fin de la jornada, la visión que se tiene de nosotros, es la de estar perdidos en un valle de sombras.

Dariela Aquique

Dariela Aquique: Recuerdo mis años de estudiante como Bachiller, aquella profe que interrumpía la lectura de obras y con histrionismo sorprendente hablaba de las posibilidades reales de conocer más la verdad de un país por sus escritores, que por crónicas históricas. De ahí mi pasión por las letras, tuve excelentes profesores (claro, no eran los tiempos de maestros emergentes) y la improvisación y el no dominio de la materia quedaban descartadas. Con humildes pretensiones y la palabra de coartada quiero contribuir a mostrar la verdad de mi país, donde la realidad siempre supera a la ficción, pero donde un estilo novelesco envuelve su existencia.

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