De fachadas y peligros
Dariela Aquique
HAVANA TIMES, 30 abr — La concurrida y céntrica calle Heredia de Santiago de Cuba atesora mucha historia, sobre todo a lo que a cultura refiere, debe su nombre a que en ella se encuentra ubicada la casa de José María Heredia, el cantor del Niagara.
Esta arteria tiene una extensión aproximada de 12 cuadras. Sin embargo solo 3 de ellas, Heredia entre Calvario y Carnicería, Heredia entre Carnicería y San Félix y Heredia entre San Feliz y San Pedro, son muy confluidas, por varias razones.
Primeramente por encontrarse enclavadas en el llamado casco histórico de la ciudad, cuyas edificaciones muestras variedad de estilos arquitectónicos que datan de diferentes períodos y que han sido preservados durante años.
Restauración tras restauración, algunas veces por los propios moradores de las viviendas, los que estan obligados a mantener los caracteres de dichas construcciones. Y en determinada ocasiones (esencialmente a raíz de alguna visita importante de algún mandatario o un evento x), por arreglos a cargo de la Oficina del Conservador de la Ciudad, la que debe encargarse de mantener los valores patrimoniales de estas cimentaciones.
Sitios significativos y muy visitados (sobre todo por los turistas), encontramos aquí, por ejemplo La Casona de Artex, El Museo del Carnaval, La sede Provincial de la UNEAC y su galería de arte La Confronta, el Museo Casa natal de Heredia, La Casa de la Trova y numerosas mesas y estanterías de artesanos vendiendo sus confecciones.
No menos importante, pero sin tanta afluencia de extranjeros se erige también en esta calle, la monumental Biblioteca Provincial Elvira Cape.
Suma a sus atractivos, una pequeña galería de fotos, libros y discos, La Galería de Eddy y un acogedor restaurante El Holandés, estos dos negocios particulares, los que gozan ya de popularidad y obligada mención al hablar de la calle.
Lo triste de este recorrido es cuando hacemos un alto en los fondos habitacionales en deplorable estado, los que contrastan en una suerte de claros-obscuros. La segunda planta del edificio de Heredia y San Félix, lleva apuntalado hace más de seis años y cada vez resulta inminente su total reparación. O su probable derrumbe, en cualquier momento, sumara a la conocidísima calle un lamentable pasaje a sus anécdotas.
Pero la desidia, o el no prudente cierre de una instalación que genera grandes ingresos en divisa, han hecho que no solo las casas viviendas de Heredia expongan su peligroso deterioro.
Un cartel, apenas visible cuelga del balcón del Salón de los Grandes, en el segundo piso de La Casa de la Trova, donde casi todos los días de la semana, su espacio es atestado de turistas y visitantes para disfrutar de las presentaciones de grupos de música tradicional o de cualquiera otros invitados.
Allí la gente baila, bebe y la música retumba en las endebles vigas que sostiene el balconaje de estilo colonial, casi nadie repara en el insignificante cartel, que augura una desgracia: peligro de derrumbe.
Así la calle donde nació el poeta, la que fue famosa por sus antiguas noches culturales en los años 80, la ruta de bardos y diletantes, la de la escalera testigo de tertulias; anda llena de gente calle arriba y calle abajo; luce sus fachadas pintadas y a contra pelo un solar yermo, donde hace años se incendió un edificio y nunca más se levantó, maderas que soportan pisos quebradizos y un pequeño cartel anunciando el peligro.
·…las ruinas arquitectónicas son la representación simbólica de la ruina del régimen y de sus gobernantes.”